Y el escozor en mis piernas es directamente proporcional a su cercanía.
En el horizonte, veo, a lo lejos,
dos puntos azules, sus reflejos,
Veo sus hilos de oro y viento,
Lid por mantener el aliento.
Soy apenas de undécimo, cierto,
Pero amo como la vieja del puerto,
Que ,vilo, espera por su marinero,
En el puro mental destierro.
La amo tanto como odio a mi vida,
Tanto como a esta álgebra podrida,
Que se mueran porque están vivas en mis ojos,
Y anhelo tocarlas así sean abrojos.
La clara luna nueva me dice cuando dejar de escribir.
Y el oscuro brandy con leche me dice cuando casi morir.
El minicerebro que tengo no me sirve ya,
Para sacar sus senos, tangentes y demás.
Mucho anhelo estar yo con ella,
A ver si finitan mis querellas,
Abrazados, solos y desnudos,
Más de lo que nunca Dios pudo.