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Categoría: Terror

Mensaje en el celular 2

El relato de Abby (mensaje en el celular) duró en la web lo que un suspiro, ni yo tiro uno de mis papeles con tanta rapidez, en fin, cada cual es responsable de sus acciones. Pero sigo insistiendo, a todo escritor novel hay que alentarlo a que se desarrolle, tal vez mañana sea un nobel.
Aquí va el relato recreado a partir de la versión de origen que incluyo al final.

Le decíamos el castillo. Creo en realidad que la casa debía haber sido en su momento de esplendor, refugio de algún citadino adinerado. Contaba con un terreno extenso, algo asi como un cuarto de manzana. 900 m² . En su centro se erguía el edificio, a el se accedía por una escalinata de marmol amarillento de unos cinco escalones, que daba a un patio techado de baldosones grandes y descuidados. El rojo apagado que se adivinaba en el marrón dejaba traslucir la edad del edificio. Siempre nos salía a recibir el salchi, una cruza genética de razas que dio como resultado algo parecido a una salchicha con el color de la mostaza incorporado.
Era la casa del misterio de mis primeros años, de ahi el nombre de castillo. En ese patio, cuando ibamos de visita pasábamos el día. Por lo que recuerdo el uso de la casa estaba limitado al patio techado y escasamente la cocina. Esta se hallaba al subir los escalones hacia la derecha. En ella había una pequeña mesa, para mis tíos que eran dos mayores y mi prima, un año mayor que yo, pero pequeña aún, alcanzaba. Sobre la izquierda se ve la mesada y la cocina., en la pared del fondo la alacena colgante y hacia su derecha una puerta que daba a un pasillo que llevaba al dormitorio.
Más allá era un misterio.
Un día jugando sobre los cuadrados de las baldosas del patio comencé a saltar de una en una hasta que me reprendieron.
- No saltés porque abajo hay un sótano y te podés caer.
Desde ese momento supe que caminaba sobre el misterio.
Cierta vez a solas con mi prima dimos unos pasos más allá de la cocina. Atravesandola, sobre la pared derecha había una puerta que comunicaba con un pasillo, este se hallaba hacia la izquierda, pero hacia la derecha una escalera conducía hacia el sótano. Me picaba la curiosidad por conocer en detalle que habría en ese lugar. Pero Lucy, para ese entonces de quince años, uno más que yo, no accedió. Tal vez por aquello de que debía cuidarse de los varones. Con unos años menos quizá hubiera accedido. Y el misterio continuaba.
Por esos días se casaba después de un tumultuoso romance la menor de mis tías, el novio era un cantor de tangos que se tomaba todo, literalmente hablando. La noche de casamiento habiéndole escondido la bebida, viendo que ya había bebido en demasía, fue al toilette y apareció con un frasco de perfume. Se tomó el Ambré. Al tiempo desapareció extrañamente.
Se decía que había invitado a mi prima al sótano y esta habría accedido. Es más, ella me había comentado confidelcialmente que yo sería el padrino de su posible hijo. Luego todo quedó en la nada. Un manto de silencio impenetrable como el sótano lo cubrió todo.
Un día cuando ya podía viajar solo, fui a pasar el fin de semana en el castillo. Conocí algo más de la casa. El pasillo tras la cocina continuaba y daba a otra puerta, detrás el misterio, habitaba otra familia. Pero hacia la izquierda una escalera conducía hacia lo desconocido. Dicen que allí vivía Jano, el tío de mi tío Juan. Jamás lo conocí, pero una vez en que la casa estuvo desocupada me llevaron a recorrerla, posiblemente ante mi insistencia. Tenía el mismo patio, sólo que en vez de ser techado, tenía una glorieta de plantas trepadoras que le confería un aire de libertad que le faltaba al otro patio. Pero no desentrañé el misterio de la vida de sus habitantes.
Tampoco pude conocer el predio que continuaba del otro lado del patio inferior. Adonde si podía ir el perro.Alli se internaba agitando la cola provocativamente. Yo no podía seguirlo.
Entre la puerta del fondo del pasillo y la escalera se hallaba el dormitorio de la familia, esa noche el piso de madera crujía, me tranquilizaron diciéndome que el cambio de temperatura producía esos ruidos. Me tapé hasta la cabeza y asi, aislado de los extraños sonidos pude dormir.
El baño estaba bajo la escalera pero el solo pensamiento de poder quedarme encerrado impidió que acuda a hacer mis necesidades. Al salir el sol y con una ligereza inaudita para la ocasión hice uso de sus comodidades.
De niños teníamos la costumbre de ir a realizar mandados acompañados, tomaba uno la billetera y el otro ya le decía, - te acompaño-. Los años no nos habían borrado esa sana costumbre, asi que esa mañana al ir a comprar Lucy algunas cosillas para el desayuno, la acompañé. Poco acostumbrado al uso de los celulares, en nuestro medio de reciente aparición, lo dejé olvidado sobre la mesita de luz. Me percato de ello al tocarme instintivamente la cintura, donde regularmente lo llevaba. Al llegar al mercadito y viendo que mi prima debería aguardar bastante para ser atendida, regreso en busca del aparato.
Extrañamente los tíos no se hallaban en la casa. Unos pasos en las habitaciones superiores me hizo pensar que tal vez estuvieran allí. Regresé por el celular, al verlo me di cuenta que tenía un mensaje de voz, lo escuché y mi sorpresa fue escuchar la voz de un niño que decía: "mami te quiero, porqué me dejaste aqui?" El identificador de llamada me decía que habían llamado desde la misma casa. Recordé que una tarde de esa en que los niños nos ponemos a contar esos relatos que nos ponen los pelitos de la nuca erizados, mi prima me dijo que mi tía (su madre) solía encerrar a su hermanito menor en el sótano, como castigo cada vez que hacía lo que no debía. "Tito, un día desapareció, y mamá me dijo que se había perdido en el sótano, y que tuviera cuidado con mi comportamiento." Escuché el mensaje de nuevo: "mami te quiero, porqué me dejaste aqui?" y esta vez no solo los pelitos de la nuca se me erizaron, esta vez el escozor descendió hasta los tobillos para luego ascender hasta la coronilla.
Me estaba descomponiendo del miedo, pero aún temblando y apenas pudiendo moverme me dirijí hacia la escalera que descendía al abismo profundo y desconocido del piso inferior. Nunca creí que podría llegar a tener ese tipo de reacción en lo que hoy, salvando la distancia comprendo era una situación extrema. Al primer paso en descenso me respondió un ahogo repentino, quise controlar mi emoción pero la taquicardia oprimía mi garganta y me hacía abrir la boca desmesuradamente en busca de aire. Al tercer escalón me detuve para aterrado y advertí que el aire se restablecía en mis pulmones.
Luego comencé a moverme lentamente, arrastrando los pies como si mi cuerpo pesara una tonelada, un escalón, dos, tres, y otra vez el ahogo, me había confiado y acelerado el paso. Me detuve otra vez, un olor a moho mezclado con algo ácido invadía mis fosas nasales. No desistí, antes lenta e implacablemente seguí avanzando hacia el misterio. Sabía que ante cualquier amenaza no podría escapar y que si lo intentaba, iba a caer derrotado por mi mismo, asi es que me dispuse a enfrentar lo que viniera.
El lugar estaba en sombras y me había provisto de un encendedor a bencina, una reliquia que escasamente podría ayudarme puesto que llevaba varios días sin recarga. Unos sucios tragaluces dejaban penetrar un vislumbre que al adaptarse mis ojos permitieron guiarme por entre medio de tanto abandono.
El sótano tenía las dimensiones del patio interior. Pero me hubiera tardado un milenio en llegar hasta el final, asi que mientras con la boca abierta buscaba reponer el resuello, miro hacia la pared de la derecha, adonde la escasa luz del exterior atravesando las telarañas dibujaba extrañas figuras, y creo hallarme ante unas puertecillas que mi imaginación vio como pasajes secretos, de aquellos que los antiguos castillos no podían dejar de poseer.
Al reponerme me encamino hacia dicha pared y encendiendo mi chispero de alicaída llama, veo unas letras grabadas.
Tito ¤ 10/05/56 + 12/01/63
Ignacio ¤ 05/10/48 + 16/09/69
Jano ¤ 01/06/12 + 06/01/78

Tía Aurora tenía razón, algo siniestro se ocultaba en esa casa. Ella que hacía algunos años estaba involucrada con la metafísica y cosas de energía decía que sentía un ambiente muy pesado en la casa, por eso es que contadas veces, a pesar de vivir a escasas cinco cuadras de distancia, se hacía ver poco por el lugar.

Por mi parte después de ver el pequeño refugio familiar a pasos de donde los vivos nos movíamos desenfadadamente, me hizo reconsiderar ciertas creencias que yo tenía por desestimadas.

Ahora por favor, lean atentamente mientros yo atiendo el celular.



Mensaje en el celular (el original)




Esto es algo muy raro que me sucedió hace dos meses, Yo me estaba quedando en casa de una tía por una temporada. Era una casa muy vieja y oscura, mi tía que es muy dada la metafísica y cosas de energía decía que sentía un ambiente muy pesado en la casa, yo como no creo en nada de eso no le di importancia hasta que empecé a sentirme rara.
Estaba en la cocina y siempre sentía que me veían, que no estaba yo sola, mi perro que tiene un año de edad, ladraba mucho a cierta zona de la escalera sin que hubiera nada ahi.
Un día salí con mi prima y olvidé el celular en la cocina, al llevar dos calles caminando me acordé y regresamos por el celular, al verlo me di cuenta que tenía un mensaje de voz, lo escuché y mi sorpresa fue escuchar la voz de un niño que decía: "mami te quiero, porqué me dejaste aqui?"
Me asusté muchísimo porque en la casa no había nadie, y peor que el número del que hablaron era el de la casa de mi tía y no había nadie. Desde esa vez creo en esas cosas.

Autor: Abby


Gracias Abby por tu idea original!
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
  • Media: 4.26
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