Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Románticos

Mi albornoz, la cama con dosel y TU imaginación

Le dije que aunque nos fuéramos a Portugal en el mes de noviembre, iba a necesitar bañador.

- Por si acaso lo llevamos, que tiene una piscina el hotel en la planta superior y debe de ser una gozada. ¿ no crees?

La verdad es que la mentira funcionó a la perfección. Pero no contenta con ésta, hubo más, cuando le dije que teníamos que ir antes al aeropuerto, porque en mi calidad de agente de viajes, antes de irme de vacaciones necesitaba confirmar unas reservas muy importantes con la oficina de ventas de Iberia. Así fue. Y la sorpresa fue mayúscula cuando bajé su maleta y la mía y le dije toda seria que me acompañara. Entonces empezó a observar mis movimientos, suponiendo que en algún momento le estaba mintiendo. Y fue cuando me acerqué a facturación.

- “ Feliz Cumpleaños”, y le extiendí su billete de avión.

No se lo creyó a pies juntillas hasta que pudo ver escrito su nombre y apellidos en él. Embarcamos para viajar al otro lado de España y pasar un fin de semana largo. En las alturas, cumplió los años. Y los besos y las sonrisas fueron miles.

Al llegar, nos estaba esperando un coche de gama alta, con asientos de cuero y chofer, que nos abrió las puertas y nos llevó hacia la casa. Nos mirábamos con complicidad y deseando estar a solas. El recibimiento fue agradable, correcto y elegante. Flores en la habitación, frutas, los albornoces preparados, bombones… y de repente de tu maleta, una botella de cava. (Sonrisas)

La habitación tenía una cama con dosel, y mi imaginación se iba multiplicando mientras tú deshacías las maletas. Entonces, me giraba y sonreía pensando en lo mala que era. Pero como si no pasara nada, nos duchamos y bajamos al restaurante a cenar. Nos esperaban una cata de aceites, una gran cena y un excelente vino. Qué mejor que una agradable compañía, una conversación interesante, un vino del mejor y una cena de autor para celebrar ese día de llegada.

Pero, nos quedaba la botella de cava… ¿recuerdas?

Al subir, dejé la luz de tu mesita mirando hacia la pared, una luz indirecta. Sonreímos y nos pusimos los albornoces blancos. Mi piel estaba morena y sedosa, quería oler bien cuando estuviera contigo a solas, que todo fueran sensaciones. Me fui al balcón que daba al jardín y la piscina para ver las estrellas. Mientras tú sintonizabas el hilo musical, intentando encontrar esa canción para recordar.

Apareciste detrás de mí y noté la esponjosidad de los albornoces. El calor que guardaban dentro. Extendiste tu brazo y encontré una copa de champán. Sonreí y bebimos de ellas. No lo tragué hasta que mis labios se fundieron en los tuyos y notaste ese frescor en mi boca. Entonces dejamos las copas en la mesita del balcón y me cogiste en tus brazos hacia el interior y mis manos se agarraron a tu cuello. Con toda la dulzura, poco a poco, me fuiste dejando en el sofá y volviste a besarme allí. Soltaste de la pinza mi pelo y te alejaste un momento para mirarme sonriendo. Lento. Ven hacia mí lento. Como si se parase el tiempo. Como si sólo estuviera yo en el mundo. ¿Escuchas? Es tu respiración agitada. Dices mi nombre en un susurro y me enciendes, como siempre. Sentado frente a mi cadera, me elevas con tu mano sobre mi nuca y me siento enfrentada a ti. Sin prisas te beso, hago un círculo lento con mis labios sobre los tuyos mojados y de repente, te beso con pasión. Muerdes como a mi me gusta que lo hagas mi cuello y lo deslizo para atrás cerrando los ojos, sólo sintiendo. Mi albornoz se va abriendo, dejando entrever mi hombro izquierdo. Entonces, sonrío malévola y, lentamente, deslizo mi pierna sobre ti, para sentarme a horcajadas. Me aprieto para notar tu calor. Soplas (tu me dirías más tarde que eran suspiros…) y con tus manos sobre mis caderas, me dejo caer para atrás, agarrando mis pies entre tus piernas. Sonríes y me observas mientras tocas mi vientre y vas subiendo tu mano por mi pecho. Me subo lentamente para besarte de nuevo y mi pelo suelto nos envuelve, entrelazando mis manos en tu pelo. Mi albornoz se deja caer, sólo falta desatar el cinturón y seré tuya. Te aprieto de nuevo y …
Datos del Cuento
  • Autor: Maria
  • Código: 14613
  • Fecha: 17-05-2005
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.63
  • Votos: 101
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1423
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.227.48.131

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033