No todo el mundo puede decir que ama su trabajo... afortunadamente yo soy una de las excepciones. Ok, al principio me avergonzaba, sé que si se enteran seré señalada, repudiada y hasta encarcelada... por eso lo mantengo en secreto, pero el placer que me causa es inmenso y sí, se gana bien. Cada vez más mis servicios son requeridos, por toda clase de personas y para mi sorpresa el número de mujeres que me solicitan va en aumento. La verdad es que no me molesta; los hombres siempre van al grano con el asunto, en cambio, ellas me citan primero en algún lugar agradable, algunas veces me invitan a comer y hasta me hecho muy amiga de unas... además, me he dado cuenta que con ellas la cuestión se hace más cómoda y ellas se sienten en confianza.
Todo empezó cuando un hombre (que ahora es mi jefe) me detuvo en la calle, me dijo que me había estado observando y que yo era perfecta para el "trabajo" que él estaba ofreciendo, que con sólo mirar a una persona sabía si servía o no. Cuando me dijo de qué trataba, yo me horroricé "¿Qué clase de persona creerá que soy?", pensé, sintiéndome humillada por la proposición. También me dijo que todas reaccionaban igual en el primer momento pero que después les terminaba gustando y que en cambio algunos hombres se sentían interesados de una vez.
Al principio los clientes se acercan a mí con timidez, como el que no quiere la cosa, yo los tranquilizo, les digo que no es tan malo, que a veces es necesario, que trabajos como éste siempre han existido, que al final quedaran complacidos y con la seguridad de que nadie se enterará.
¡Es que me encanta!, ¡Me encanta lo que hago! En los comienzos sentía un cosquilleo en el estomago y después del acto no podía dejar de sentir cierto asco, repulsión; Pero como todo, uno se va acostumbrando y esas cosas se dejan de sentir... he aprendido a disfrutarlo, me desestreza. Debo confesar que lo hacía por dinero, porque, como ya dije, la paga es buena, me doy lujos que antes no podía costearme, pero le tomé cariño y ahora lo hago mas por gusto que por dinero.
La discreción es la clave. Nunca he tenido problemas con la policía y de eso me siento orgullosa. Además, pensándolo bien, estoy contribuyendo con el planeta y poniendo mi granito de arena contra el aumento desproporcionado de la población. Es que, no todos pueden decir que se ganan la vida como asesino a sueldo.
Dios!!!! pero que bueno este relato!!! y con una picardía! me encanta! sigue escribiendo!