Nos volvemos muy románticos cuando no tenemos con quien serlo. Una simple imagen, un fotograma, unas palabras y el corazón se nos inunda de lágrimas. Sentímos una profunda empatía por las películas noñas y cursis solo para poder soñar un poco.
Todo unido a su vez con su anverso o su lado opuesto, no es algo permanente ni mucho menos eterno. Una vez recordado el amor nos invade la angustia de no tenerlo. La frustación, la ira y el enfado invaden todo nuestro cuerpo. En un intento de supervivencia nos mostramos frios, duros como si ese tipo de existencia la tuvieramos por decisión nuestra. En el fondo la soledad nos inunda y el corazón se nos encoje preguntándonos dónde está esa media naranja. Otros momentos son propios del humor negro, la ironía o el quitarle importancia. Una frase como "mi media naranja se pudrió" que con notas graciosas intenta demostrar a los demás que bien llevamos nuestra soledad.
Pero el ser humano no está hecho para vivir sin compañia. Por lo que hay veces que no queda más remedio que conformarse con el primero que de manera decente se nos acerca. No hay amor verdadero pero si el suficiente cariño para no tener el corazón vacío. ¿Qué le ha pasado al mundo?¿Dónde ha escondido los perfectos encuentros? Soñar con un futuro acompañado es como soñar con que te toque la lotería. Una pareja, un matrimonio o una familia son palabras que hoy en día se pronuncian con un tono de lotería.
Bueno no queda más remedio que andar el camino pensando en nuestros aburridos pies que ya conocemos y esperar. Esperar y esperar a que pase aquel galán que de verdad nos haga levantar la mirada.