Yo tenía mis ilusiones, como cualquiera jovencita de mi edad, mi horizontes ser una buena escritora.
Mi pasión principal, escribir poesía, cosa que llevaba en la sangre desde pequeña.
Para mejorar mis conocimientos, acudí a unas clases de literatura.
Entonces es cuando conocí a Jorge, un joven, mi profesor. Yo leía mis poesías él la escuchaba muy atentamente. A veces me regañaba, quería la perfección en lo que escribía, mis ojos se humedecían, yo entonces no compredía su actitud, hoy sí lo comprendo, quería hacer de mí una auténtica poetisa.
Fuimos intimidando, nos enamoramos, hablamos de casamiento, yo acepté y empecé hacer los preparativos.
Me compré el traje blaco, la fecha de la boda se fijó para la primavera ansiosa esperaba ese momento.
Jorge era encantador, un ser algo especial.
Mi pasión por él iba más allá de lo normal.
Una semana antes del enlace, Dios quiso segar esa vida. Mi traje se quedó en el armario.
Han pasado muchos años y todavía está en el mismo
sitio.
Mi afición por la poesía dejó de existir para mí.
Sé que allá donde él esté, su alma estará sufriendo, él quería que yo fuera auténtica poetisa.
Intento coger la pluma, una fuerza interior domina mi mente, mi mano se pone rígida, tiembla, no puedo escribir.
En lo que me queda de vida sé no lo podré hacer. Mis poesías se fueron con él y parte de mi vida.
Respiro, pero no vivo, mi alma está con él
Sabes, creo firmemente que nos debes y digo debes darnos el placer de poderte leer. Mucho animo, mi voto. Y un beso con cariño