Las horas pasaban dentro de un cuarto que parecía un tanto tétrico, pintado de color celeste desgastado, casi gris, una silla, una mesa para poner un vaso de agua, una cama y un ropero en donde cabía casi sólo un cambio de ropa, una ventana que dejaba pasar la luz que decía si era día o noche… pero ahí se encontraba, sentado en un rincón, no en la silla, no en la cama, en el rincón donde le gustaba estar, donde creía que nadie podía verlo para hacerle otra prueba más, otra sesión de choques eléctricos que era lo que más temía, nadie se imaginaría que aquel joven que en el momento se encontraba totalmente perdido en la inmensidad del mundo que había creado, se iba a reponer de sus días de tormento.
Mirando una pared, sintiendo que su mundo entero se conformaba por lo poco o lo mucho que tenía a su alrededor.
Se asomaba de repente una joven de cabello negro, le recordaba a una película que había visto tiempo atrás, de esas de “miedo”, pero sin embargo, le traía cierta sensación de paz, sentía que alguien se interesaba por él.
Cuando salía, era para ir al comedor, ahí se encontraba con varia gente que por alguna razón lo incitaban a ser solo él mismo, dejando que sus manías y sus ganas de gritarle al mundo lo solo que se sentía, salieran, pero algo le decía dentro de su mente que no lo hiciera, que estaba siendo juzgado a cada segundo y si alguien lo veía actuar de una forma diferente a la que le enseñaron en su casa, lo iba a mantener ahí durante más tiempo.
Las terapias eran intensas, una vez recibió choques eléctricos para que sus neuronas funcionaran como las de una persona normal, estuvo en cama durante tres días como un vegetal, sin recordar si quiera quien era, otras veces los siquiatras le hacían preguntas que no podía contestar racionalmente, pero todo lo hacían con ese fin.
Eran dos días… después fueron 2 semanas y él ya se estaba volviendo parte de aquel grupo de 5 personas que veía cada que iba a comer, uno era esquizofrénico, se veía un tanto mal, él pensaba que eran los residuos de alguna droga, otros dos eran bipolares, igual que él, pero alucinaban mucho más, pues se la pasaban con su delirio de persecución y la joven… ella tenía más problemas que él nunca quiso investigar, sólo se dedicaba a observarla.
Tratando de mantener la cordura, se encerraba en su cuarto y se ponía a escribir como lo que era, un loco, escribía sobre la silla, sobre su mesa, sobre la luz que veía colarse por entre las rejas de la ventana.
Su momento favorito del día era cuando salía a un jardín pequeño que tenía el establecimiento, no se escuchaba ruido de la ciudad, sólo lograba escuchar el sonido de las aves y de vez en cuando lograba escuchar el sonido de las olas del mar. Extrañaba tanto aquellos ratos en su casa, en los que se ponía a observar por horas a los pescados o aquellas tortugas que tenía la persona de la que estaba enamorado, recordaba esos momentos en los que los dos se sentaban a observarlas, se reían, pero a la vez era un sentimiento de paz que jamás olvidarían ninguno.
Debido a los varios exámenes que había pasado, lo dejaron salir en las tardes, solamente iba a esa clínica donde lo habían internado a terapia de 8 de la mañana a 3 de la tarde a terapia, aún así, sus estudios universitarios iban a quedar truncados, iba a perder todo un año de preparatoria, así que un médico le ofreció un hospedaje en su casa y así, pudo continuar con los estudios, para después seguir con la carrera que tanto anhelaba.
Los días pasaban y parecía que no, eran tan parecidos uno del otro, la monotonía estaba haciendo su efecto, pero no el medicamento, esos ataques de ansiedad le llegaban cada noche, como si lo estuvieran esperando a que entrara a la cama, él tenía miedo, pensaba que jamás iba a poder controlarlos y algún día, una de sus ideas de suicidio se iba a llevar a cabo. Después, en la escuela en la que fue inscrito, las personas lo miraban con cautela, veía que sus miradas iban de abajo a arriba, mirando su cuerpo, tratando de que no se diera cuenta, pero en él también había un delirio de persecución por lo que podía notar con facilidad quién lo miraba y cómo.
Logró salir adelante gracias al médico con el que se quedaba, lo apoyó en cualquier problema que pudo surgir en la escuela o en su vida, le dio el apoyo moral que tanto necesitaba, era un hermano para él. Logró graduarse de la preparatoria, ya estaba listo para entrar a los estudios universitarios. Debido a un supuesto desempeño académico casi excelente, se le ofreció una beca en una de las universidades del país que se esta casi adueñando del mundo, dudó en aceptarla, se preguntaba si de verdad valía la pena seguir lejos de su familia y sus amigos para llegar a poner su nombre en alto, ser una persona más preparada.
Decidió aceptar esa beca… y hoy esta de pie, saliendo adelante por la gente que estuvo apoyándolo en el proceso más duro de su vida, y a pesar de que algunos de ellos ya no siguen dentro de ella, él sigue luchando por ser mejor cada día… aunque sólo él sabe lo que es ese miedo de estar en la cama y que de repente un frío recorra su cuerpo durante horas y a la vez sienta tanto calor, que sus manos y extremidades se muevan sin ningún control…
No tiene miedo de morir… a veces le gana el miedo de seguir vivo.