Mientras dormimos pasan muchas cosas extrañas.

A veces vienen a visitarnos amigos que se quedan revoloteando por nuestro cuarto, y sólo algunas veces contactamos oníricamente con ellos, y nos dicen que pongamos velas para que puedan guiarse entre la oscuridad de años que les rodea. y cuando se hace de día, mientras nos comemos las uñas absortos mirando a través de la ventana terminando de cruzar el umbral del sueño a la vigilia, ellos se alejan por la dirección contraria hasta que nos volvamos a dormir.

Mientras dormimos las cosas cobran vida a nuestro alrededor y los muebles de nuestro cuarto despiertan y nos dan las gracias por haberlos llevado con nosotros, pero algunos viven hostigados por futuras y siniestras perspectivas de un imaginario incendio. En cambio otros viven olvidados en oscuros rincones cubriéndose de polvo. El estatismo de las cosas se comunica y fluye mientras dormimos, sí. También se comunica con los entes que nos visitan, ya que algunos objetos les pertenecieron y toman el té recordando los tiempos de las hadas.

Mientras dormimos todavían quedan algunos duendes que nos susurran palabras mágicas al oído y a veces, por su espíritu caprichoso y travieso, se burlan de nosotros y nos hacen despertar, y mientras nos levantamos en una isla en mitad del sueño podríamos verlos en el espejo del baño, pero nunca nos atrevemos a mirar; pero en esencia son duendes buenos porque nos guían en nuestro camino, y a veces te envían un beso de mi parte para hacerte soñar conmigo.

Mientras dormimos a veces estoy en tu cuarto y te veo dormir, cómo cambias de posición y los ruidos misteriosos que haces, mientras el murmullo de las cosas de tu cuarto habla de ti, y me lleva a veces a un hermoso bosque y encendemos un fuego que me quedo mirando hasta que es la hora de despertar, que siempre llega inoportuna para los que como yo ya sabemos lo que pasa mientras estamos dormidos.

Mientras dormimos el mundo se para y todo vale, y tus hombrecitos de papel juegan a que son saltimbanquis en un circo persa donde sólo van niños alegres, y el dibujo de la mano que tienes sobre la cabecera de tu cama saluda ceremoniosamente a una rana de colores que es un poco tímida porque es nueva en la plaza, y un elefante de barro juega a que está en la jungla y no existe rifle que lo pueda abatir, y el duende de tu ombligo regresa justo antes de que te despiertes con este cuento bajo el brazo y te lo deja en la mesita, pero... ¡oh!, ya amanece y se acaba el tiempo.

Cuando me levanto me quedo absorto mirando por la ventana con la sensación de que hay alguien detrás de mí, con la sensación de que algo ha pasado esta noche, como todas las noches, mientras dormimos.