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Cuento
Categoría: Sueños

Mírame

Le encantaba pasear por el bosque, observar a los animales, contemplar las hermosas flores que allí florecían y embriagarse del poder que toda la naturaleza que lo rodeaba era capaz de regalarle. Cuando en su camino encontraba un bello lugar, se sentaba, sacaba sus pinceles, pinturas, lienzos, ... y comenzaba a plasmar en él todo aquello que le era sugerido por su corazón. Una tarde de primavera mientras paseaba por uno de los senderos que habitualmente solía transitar, se detuvo de repente. Algo le llamó la atención. A lo lejos se hallaba una pequeña flor azul, de un azul muy intenso, como el azul del mar. Se sintió de pronto excitado, nervioso, eufórico. Y estos sentimientos iban aumentando a medida que se acercaba a esa preciosa flor. Cuando estuvo a su lado, se sentó y comenzó a pintarla. Se le fueron las horas pincelada arriba, pincelada abajo, y mientras, hablaba con la flor de su vida y ella parecía estarle oyendo. Anocheció, recogió sus bártulos y regresó a su hogar. Aquella noche no pudo conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en aquella pequeña y hermosa flor azul del bosque. A la mañana siguiente, después de desayunar, se acercó al cuadro de la flor y lo destapó. La pequeña flor azul había crecido, y así lo fue haciendo día tras día a medida que él hablaba con ella. Ella se convirtió en su amiga y confidente. Pasaron los meses y una mañana de invierno la flor había desaparecido del cuadro y en su lugar había dibujada la silueta de una mujer. El pintor no podía creer lo que estaba viendo. Esa flor que él había alimentado día tras día con sus palabras, se había transformado en una mujer, en una compañera. Pero él no quería mirarla, ni siquiera hablar con ella. Ella se giró y dirigió su mirada hacia él, y le preguntó "¿porqué no me hablas?, ¿mírame y háblame como lo has hecho en el pasado?". Sin mirarla le contestó que no podía hacerlo. Él sí podía hablarle a una flor, porque ella no le iba a responder nunca, pero ahora era una mujer la que estaba al otro lado y temía que lo hiriera. Ella conocía cada rincón de su corazón, él se lo había mostrado en sus innumerables conversaciones. Así que tratándolo con mucha dulzura, Flor le habló y le hizo saber que ella nunca le haría daño porque su corazón era de él. Pintor comprendió que por una vez en su vida había abierto su corazón a una mujer, y que todo parecía estar bien, que nada era malo. Tomó aire y se dirigió hacia el cuadro, alzó su mano e invitó a Flor a compartir el resto de sus días a su lado.
Datos del Cuento
  • Autor: Lire
  • Código: 1228
  • Fecha: 31-01-2003
  • Categoría: Sueños
  • Media: 5.07
  • Votos: 46
  • Envios: 6
  • Lecturas: 3258
  • Valoración:
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