Mis manos están congeladas. Vivo en el centro de la ciudad y el cuarto alquilado en donde duermo está lleno de lunas rotas, y paredes con huecos del tamaño de un alfiler... pero, tengo que escribir. No había comido nada durante tres días. Estaba deprimido, me habían botado del trabajo y, saliendo hacia mi cuarto con todo mi sueldo cobrado un grupo de malditos me robaron todo. Quedé como un pordiosero, incluso me quitaron mi ropa, zapatos, casi me quedé desnudo... Por suerte, una bella señora de mas de ochenta años me dio un poco de dinero y pude tomar un auto que me llevó hasta mi cuarto.
Y aquí estoy, encerrado después de buscar por cinco semanas trabajo sin poder conseguirlo, y con este invierno que me cala los huesos. Es una situación fea, pero yo mismo me lo busqué. Antes vivía en un castillo, rodeado de bellos caballos, niños, y una fiel y gra servidumbre, pero, desde que leí el libro de un tal JB,(mejor no escribo su nombre ni el título de su pequeña obra) mi vida cambió. Decidí, tal cual Sidharta, abandonar la vida que llevaba en busca de la autorealización. Mis padres lloraron pero no doblegaron mis ansias de encontrar aquella luminosa verdad que, según JB, estaba dentro de mi...
Viajé lejos del lugar en que vivía y llegué aquí, a esta ciudad, derramada de gente de mal vivir. Busqué un trabajo. Lo encontré, se trataba de cargador de arrobas de carbón. Era joven, y yo sentía que por allí encontraría la luz que alumbrara mis negra ignorancia. No fue así. A medida que el tiempo avanzaba mis cuerpo parecía pudrirse. Enfermé. Y luego, me enteré de la muerte de toda mi familia. Toda la servidumbre en mi país se había sublevado, destruyendo a los terratenientes, y a todo pasado lujoso, incluído intelectuales... Lloré por cinco días, pero, tenía que continuar mi camino...
Ganaba muy poco, y solo me alcanzaba para comer y vestirme, pero, si enfermaba, nadie podría ampararme. Fue así que enfermé, por una semana, y cuando quise vover, como les cuento, me botaron como un perro... Y aquí estoy, frente a una mesa, sentado sobre un cajón y con la dueña del cuarto que está tocando la puerta para que le pagué, pero, como no tengo dinero ni nada que darle ni mentirle... no le abro. Estoy sentado, sentando como una estatua y si no fuera porque tengo una ruma de papel y plumas no hubiera decidido escribir esta carta... Si la leen es que mi vida ha tenido un sentido, pues tengo algo importante que decir: "La verdad no existe, y yo, tampoco, todos somos como polvo que navega a través de un cielo y, algún día, no seremos nada de nada..."
Pero, aunque no me crean, he sido feliz a lo largo de mi travesía, es que, es lo único que he hecho por mi mismo, y si no he llegado al lugar que esperaba es que, el libro que leí de JB, y que ahora es puro carbón, estaba errado así como todos los libros. Y repito, he sido feliz al ver el ver el libro de JB quemándose, pues en aquella luminosidad encontré una grieta, un entendimiento que me hizo salir del cuarto, dejar todos mis apuntes y pedir al primero que me encontrara un abrazo de piedad... Y, ocurrió, pues justo me topé con una señora que con los ojos más brillantes que he visto, me llevó a su casa y me dio de comer, una cama, pero, nunca más pude salir de aquel lugar que no tiene ventanas ni puertas, tan solo la vieja que siempre para vestida de negro, así como las paredes del cuarto, sentándose frente a mi y mirándome y mirándome como si quisiera absorverme como tinta china, y no se va hasta dejarme totalmente dormido, y cada vez más y más flaco, y más y más liviano, así como el aire que pasa por todas las narices de la gente del mundo... Quizás un día pueda flotar y salir, así como una pluma, libre y feliz...
Lince, junio del 2005