Ojala no hubiese bajado aquélla noche. Quizá el poder de convicción de sus amigos y el hecho de encontrarse solo en casa hicieron el resto; de no ser así, ahora no estaría debatiéndose entre el sueño y la realidad...Pero, ¿ realmente estuvo allí? ¿vivió todo aquello?...
Nando, como le llamaban sus amigos, disfrutaba como cada verano en su apartamento de la playa de Gandía. Jugaba al tenis por las mañanas, se bañaba en la piscina , y por las tardes, si no salía a dar una vuelta con la bici , se iba con sus amigos a pescar...le encantaba la pesca. Las noches las pasaba junto a sus amigos en un banco del parque, hablando sobre el día que había tocado a su fin o de aquello que harían al día siguiente, entre otras muchas cosas. Pero esa noche, la del 16 de Agosto de 2003, todo fue diferente...aquella fecha no se le olvidaría en la vida, de hecho, hoy sigue sufriendo sus consecuencias. Patricia , cuyos ojos, dice Nando , son del verde más bonito que haya visto nunca, llamó al telefonillo a las once , una hora mas tarde de lo habitual, para que bajase. Estaba solo y no quería aburrirse en casa, así que, sin pensárselo dos veces, se puso las zapatillas, se peinó, se echó colonia barata y salió. Antes había quitado de encima de la mesa una nota que sus padres escribieron antes de que él subiera de montar en bici: “Fernando, cariño, hemos salido a dar una vuelta y a cenar. Llegaremos tarde. Tienes cena en la nevera”. Una vez en la calle sus amigos le contaron los nuevos planes que tenían para esa velada...en la playa. Este era un lugar que a Nando no le hacia nada de gracia, menos aún, si se trataba de pasar allí una velada en la oscuridad de la noche. Pero el desánimo fue completo cuando le dijeron que iban a jugar a algo nuevo...la oui-ja. Cuando Nando oyó estas ultimas palabras quiso marcharse sin perder un segundo; todo eso del contacto con los espíritus, las dimensiones, etc; era algo que le ponía los pelos de punta y a lo que tenia un gran respeto. La presión de sus amigos, el hecho de no querer ser menos que los demás y pasar la noche solo...le obligaron a participar de esta nueva y no tan gustosa experiencia. Pablo, Aitor, Sara, José, Víctor, Patricia , Nando y dos chicos nuevos, se dirigieron a la playa. Mientras subían las escaleras, la brisa del mar golpeaba suavemente sus rostros expectantes y hacia volar el pelo rizado de las chicas, como si intentase detenerles y salvarles de todo aquello. Pero ellos ya estaban allí. Se quitaron las zapatillas y posaron sus pies descalzos sobre la fría y húmeda arena. Con el calzado en la mano, los pantalones remangados(por la noche la brisa era fresca y obligaba a ponerse pantalones largos), el corazón de muchos de ellos latiendo mas rápido de lo normal, y entre escasos diálogos y comentarios poco ingeniosos buscaron un sitio adecuado para llevar a cabo la sesión. En un lugar despejado de la playa, junto a un velero abandonado, se sentaron formando un imperfecto circulo. Todos tenían curiosidad, miedo o respeto, pero ninguno de ellos estaba completamente seguro de lo que sentía en aquel momento. Mas aún cuando Pablo sacó con sumo sigilo el tablero, quizá para dar mayor misterio a ese instante, y lo colocó en el centro del coro. Un repentino escalofrió recorrió el cuerpo de algunos de los presentes, entre ellos Nando.
- bueno chicos, nuestra aventura esta a punto de empezar- dijo Pablo mientras colocaba una moneda en la lisa superficie del tablero-. ¿ Alguien esta ansioso?
Nadie respondio a la pregunta. Miro alrededor y observó, muy a su pesar, que se encontraba solo,tiritando de frio,sobre la fina e inmensa masa de arena.
Falta completar el fondo del relato, es el valor lo que se quiere probar, recomiendo continuar con el relato, hay para más.