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Moises

MOISÉS (MOSHU)

Conozco a Moshú (Moisés) desde finales de los años cuarenta, joven reservado de poca habla, no muy alto, de modales mas bien toscos, con una apariencia anticuada pero pulcra. Durante muchos años lo he encontrado en reuniones, en fiestas, en los rezos, pero siempre había sido una de esas personas en las que no notamos la diferencia de si están o no presentes .
Es muy poco lo que podría decir de él, pero hay una vivencia suya que cambió tanto para mí como para muchos de los que lo conocíamos, nuestro indiferencia y la opinión que de él teníamos. Era un fin de semana. los jóvenes estábamos reunidos en la playa alrededor de una fogata, jugábamos a ¡Cuéntanos tus secretos!. Uno tras otro nos levantábamos y en voz alta tratando de ocultar nuestro nerviosismo contábamos nuestras experiencias. En algunos casos, simpáticas, otras intranscendentes, algunas interesantes y las que más comunes y normales.
Le llegó el turno a Moshú. El último de los chistes aún mantenía las risas de la gente se podría pensar que su porte y figura eran causantes de las risas. Moshú, da unos pasos, ve a su alrededor y de alguna manera surge en él una transfiguración. Lo que ninguno de nosotros podría pensar, comienza a tomar forma, de repente, se enseria, nos da la impresión de que el interlocutor fuera una persona mayor, un profesor, debido al mensaje que nos iba a dar, su temple y compostura cambian de una manera inexplicable.
Titubea un poco al comienzo, pero a medida que nos va contando lo que recuerda de su niñez, va tomando confianza y perdiendo su timidez, nos habla de su pueblo, de su padre nos detalla el sitio en donde vivía, cuando se lo llevaron los alemanes, recuerda las cosas como si las estuviera viviendo. Pasado un rato, respira hondo y nos dice. ¡Quiero que sepan que fui testigo presencial de la violación de mi hermana menor y de la de mi madre en manos de los nazis!. No creo que sea interesante el detalle, los hechos, pero fui salvajemente golpeado y desfigurado hasta la saciedad. Sé y reconozco que esos hechos moldearon de una manera no adecuada mi actitud hacia el prójimo y que no ha sido sino hasta hoy que he podido revelar mis secretos, espero y pido a cada uno de ustedes, su comprensión, respeto y todo el amor que me puedan dar que mucha falta me hace. Comenzamos a llorar con él. lo abrazamos, y desde ese mismo instante, aprendí a apreciarlo, a valorarlo, a quererlo.
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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