Estoy feliz, por fin me voy a México. Esoy en el aereopuerto y en diez minutos me voy de Francia. Mia amigas no queren que vaya, pero tengo que ir, extraño a mi familia. Clemente me dijo que me preparan una sorpresa, una sorpresa que me va ha gustar mucho.
- Sí- dijo Marina- una sorpresa que verás muy pronto.
- Pero- dije- no voy ha estar aquí para verla.
- No importa- dijo Clemente- tu la verás.
- Todas las personas del viaje a México- dijo una voz- preparen sus boletos, en tres minutos nos vamos.
Nos despedimos, pero Isabel dijo que no iba a ser para siempre. En el avión trataba de adivinar que era lo que me tenían preparado. Llegué a la conclusión de que visitarían México, pero como y por qué. La pregunta sería Cuando? Pero me llegó otra idea, no pueden abandonar Francia, después de estar un tiempo en Canadá, se me hace absurdo que después de ese viaje quieran hacer otro.
Ya llegando al aereopuerto de México me sentí extraña, como que si nunca hubiera estado aquí. Es mas o menos lo que uno siente al estar en un lugar diferente al que se está todos los días, como en vacaciones. Visitas una playa a la que vas casi todos los años. Así me sentía yo. En un lugar dónde ya había estado, pero hace mucho tiempo.
Busqué mi maleta y fui a buscar a mis primos. Como no los había visto durante mucho tiempo no creí reconoocerlos, pero si, ahí estaban esperando a que yo llegara.
La prmera en recibirme fue Erika, luego todos se me echaron ensima como cuando unos niños se enciman en una piñata llena de dulces.
Después de llorar un poco les dije:
- Cómo me reconocieron?
- Fácil- dijo Lore- teníamos que reconocer a nuestra prima mayor, verdad?
- Bueno… sí.
Lo primero que quería hacer es ir con mi madre, pero no me dejaron.
- Por que no puedo ir?
- Por que todavía es muy pronto- dijo Guzo- además no te reconocerá.
- Quién dice- contesté ofendida- si ustedes me reconocieron también ella lo hará.
- No lo creo- dijo Julio. Al parecer me estaban ocultando algo. Algo que no les agradará mucho si me enteraba
El viaje a la casa de Salim fue muy silencioso. Nadie habló, nadie quería saber cómo me fue en Francia; yo también quería saber de ellos: si tenían hijos, si estaban casados y si terminaron bien su carrera…
Cuando llegamos vi una casa grande, espaciosa, no era la misma casa que recuerdo. Ahora vive con dos niños llamados Carlos y Karla; él de deis y ella de ocho. Son muy traviesos y jugetones.
Carlos es moreno con ojos cafés. Es pequeño y muy revoltoso. Le gusta preguntar muchas cosas:
—¿Cómo te llamas?— me decía— ¿de dónde vienes? ¿Cuántos años tienes…?
En cambio Karla es tímida y habla poco, le gusta estar en el jardín plantando semillas de todo tipo: hay rosales, claveles, begonias… y además están muy cuidadas. Tiene el pelo largo y castaño, es blanca y tiene ojos color miel.
Salim dice que Carlos va ha ser reportero y Karla botánica.
—Ahora mi esposa no está, y eso nos dá la oportunidad de hablar.— dijo Salimmuy preocupado.
—¿de qué van ha hablar? ¿me puedo quedar? —Preguntaba Carlos. Salim le dijo que no, pues era un tema que no debía de eschuchar.
Carlos fue con Karla al jardín los dos jugaron bastante tiempo, lo suficiente para que puieramos platicar de nuestras vidas.
EL primero en comenzar fue Julio: