A mis hijos, para que nunca olviden que en cada parte de este planeta existen criaturas( por muy pequeñas que sean ) cuyas vidas merecen respeto.
No entiendo cómo perdí el sendero… de pronto caí en la cuenta de que me había quedado solo y por más que grité, los demás no podían escucharme… no es la primera vez que salgo al campo pero este lugar es desconocido para mí. La vegetación es diferente y el fétido olor del ambiente me hace pensar en la cercanía de un tiradero.
He probado por varios senderos, he trepado algunos árboles intentando orientarme, intentando encontrar algún punto de referencia que me indique la forma de volver con los demás, pero por más esfuerzos que hago, todo parece inútil. Las horas siguen pasando poco a poco, minuto a minuto y el hambre que siento está haciendo estragos en mi mente… no puedo pensar en otra cosa.. no puedo concentrarme debido al dolor de mi estómago que grita por un poco de alimento, cualquier cosa que pueda calmar mi apetito. He buscado en los alrededores por alguna fruta y lo único que he podido encontrar fue un pequeño lago a punto de secarse y del que no sentí ninguna confianza para beber, y no tanto por el color sino por el olor de sus aguas.
¿Qué estarán haciendo los demás en este momento? ¿estarán preocupados por mí? ¿habrán salido a buscarme? O serán tan descuidados que no se habrán dado cuenta de mi desaparición… son capaces de estar comiendo los muy… bueno, la verdad yo haría lo mismo… de hecho ya lo hice… una vez… aquella ocasión en que el hermano menor de mi mejor amigo desapareció. Ese día hubo una gran tormenta y todos pensamos que se habría resguardado en algún refugio esperando pasara la lluvia.
Al llegar la noche, pensamos (o quisimos pensar) que habría decidido permanecer resguardado, esperando la luz del nuevo día para volver (es lo que cualquiera en su sano juicio haría, ¿para qué arriesgarte a salir de noche?) pero llegó la mañana y no regresaba… al medio día, completamente angustiados decidimos organizar su búsqueda, nos dividimos en grupos, para abarcar más terreno. Nosotros no tuvimos suerte, pero al regresar por la tarde nos enteramos de la terrible noticia: fue encontrado, sí. Pero lo encontraron sin vida; de acuerdo a lo que nos dijeron, su cuerpo había sido mutilado y en él habían detectado heridas muy fuertes, producto tal vez de un ataque o una feroz batalla. El rictus de dolor en su rostro fue algo que marcó mi memoria a partir de ese momento… vaya manera de morir.
Dios, no, no quiero pensar en eso porque no quiero pensar siquiera que pudiera yo terminar así. Tengo que concentrarme, tengo que sobreponerme al hambre y al cansancio. Han pasado horas, lo sé… he caminado no sé qué tanto y tal vez hasta en círculos, no puedo creer que no haya llegado a ningún sitio ¿qué tan grande puede ser este sitio? ¿qué tan lejos puede estar de cualquier lugar habitado?
Tengo la vista cansada, no puedo enfocar bien; mis instintos en general hace mucho que dejaron funcionar correctamente, tengo mucha hambre y mucha sed, sólo Dios sabe de dónde saco fuerza para continuar caminando… ya no camino por ningún sendero, ya no tengo alguna estrategia, sólo sigo adelante, paso a paso tratando de evitar una caída de la que ya no pueda levantarme, tratando de no quedar atrapado por un sueño del que estoy seguro no despertaría… No puedo más. He dado casi cinco millones de pasos desde que perdí a los otros, pero el siguiente me cuesta el doble del anterior y mi coherencia poco a poco se va convirtiendo en un recuerdo del que apenas recuerdo, casi nada.
No sé en qué momento comenzó a apoderarse de mí este vértigo y esta creciente oscuridad que poco a poco va nublando mi vista. De pronto me dejo ir… ya no importa nada… ya no siento nada…
En medio de mi casi inconsciencia llegan a mí voces lejanas… mucho alboroto… mucho movimiento… no siento ya casi nada de mi cuerpo pero en medio de toda esta locura puedo darme cuenta que se mueve, por sí sólo, rápidamente… pero yo no estoy moviendo las piernas, o al menos eso creo… como destellos de realidad vienen a mí imágenes que rápidamente se desvanecen, se hacen nada…. Van y vienen, vienen y van… ahí está!!! Puedo reconocerla… es la entrada… es mi casa… son ellos… son sus voces… son… qué más da… ya qué más da…
México, D. F. , 13 de Octubre 2003.
Muerte involuntaria. Una tarde de otoño en uno de tantos parques llenos de descuido, de abandono… resultado de una cultura que no entiende la importancia de tener espacios limpios en donde nuestras futuras generaciones han de acudir a divertirse un rato, a correr, o simplemente a “echar novio” alejados de la mirada inquisidora de los vecinos de la cuadra.
Sentado en una banca, mientras esperaba pacientemente la llegada del amigo con el que habría de compartir una cerveza y un par de horas de amena charla, de pronto descubrí aquella hilera de hormigas, que afanosamente llevaban pedazos de alimento y desperdicios a su casita. Una a una, poniendo ejemplo de disciplina y fortaleza, iban acarreando a sus bodegas los tesoros que habían encontrado gracias al mal funcionamiento de los “nuevos” depósitos de basura del parque. Era tal mi dedicación al observar a aquellas diminutas criaturas, que un pequeño y pecoso infante se acercó, movido por la infantil y natural curiosidad para ver qué era aquello que ocupaba mi atención. Al ver la fila de pequeñas hormigas, comentó con cierto aire de desdén que eran feas, al tiempo que golpeaba a una de ellas con un dedo, haciéndola salir expulsada en sentido contrario al de sus compañeras y con rumbo desconocido, por encima de aquél montón de basura..
No podía yo creer lo que acababa de ver… el mocoso sólo me dirigió un gesto de antipatía y tras mostrarme su rosada lengua se marchó, dejándome atrás con la creciente curiosidad de saber cuál habrá sido la suerte de tan infortunada hormiga.
Fay
Magnífica forma de narrar. Demuestras un elevado grado de empatía y curiosidad por los seres que te rodean, que junto a tu capacidad literaria, consiguen estresarme por la desafortunada pérdida del sendero de una pobre hormiguita del parque.