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NAVEGANTE DEL SUEÑO

Estaba sentado en mi silla durante muchas horas, sin embargo, me sentía más agotado. Pensé que quizás los pensamientos eran como aerolitos etéreos que llueven por todo el espacio cayendo por todo mí ser, haciendo mi descanso un asunto de encuentros no buscados, en fin, estaba sentado con los ojos cerrados, roncando cuando tuve un sueño que cambió mi vida para siempre…

Me hallaba en una isla llena de seres salidos de la más oscura de todas mis pesadillas. Parecían estar esperándome. Se acercaron con sigilo, y cuando estuvieron a unos pasos sentí todo el humor de sus deformes cuerpos. Ante ello grité con toda mi alma, saliendo de aquel sonido como un eco en forma de globito que crecía y crecía hasta formarse en una burbuja, creciendo tanto que todos estos demonios fueran absorbidos por esta especie de globo de vidrio, o algo parecido... Fue muy desagradable verles a todos tratando de escapar del recinto. Me acerqué por curiosidad y anonadado por el tamaño del globo de vidrio, la toqué con la punta de mis dedos. Estaba fría, pero sentí que palpitaba y respiraba al compás de mi existencia, como si se tratase de una uña que crecía y crecía... De pronto vi que todos los demonios se acercaron al punto en que tocaba la burbuja, y con extraños gestos y gritos me pedían que les diera libertad...

- ¿Qué debo hacer? - pregunté.

- ¡¡Sóplala, sólo así nos libraremos!! - dijeron todos mostrando sus jetas, dientes afilados y escariados, y con expresión de apagar una vela de torta de cumpleaños, me mostraban la manera en que debiera romper su prisión.

- Después lo haré… - les dije -. Quisiera despertar, aun estoy extenuado…, luego veré qué hacer con mi sueño y con ustedes...

Dicho esto me di media vuelta y caminé hasta llegar a las orillas del mar. Cuando una de sus aguas llegó a mojarme los pies, sentí el llamado del océano. Me tiré y me abracé a sus aguas como si fuera una mujer... Empecé a bucear hasta llegar a su parte más oscura y profunda. Aunque estaba umbrosa pude vislumbrar el contorno de una puerta, o la entrada de una especie de cueva. Navegué hasta llegar al umbral y la penetré. Adentro de la cueva encontré un espacio sin agua, como un palacio de piedras húmedas y musgos… En cada rincón noté y escuché pequeñas cascadas de agua que a través de su brillo mostraban imágenes, una serie de formas humanas en donde aparecía yo en diferentes etapas de mi vida... Me gustó lo que vi y me acerqué a una de ellas. Era yo, y estaba muy joven. El caer de aquellas aguas parecía susurrarme melodías, cantos que había escuchado en tiempos lejanos, percibí una brisa de nostalgia en mí ser. Cogí una vasija y la llené con un poco de su agua. La tomé, estaba dulce... Y sin saber cómo ni por qué me transporté, o aparecí en aquel lugar en donde charlaba con viejos amigos de diecisiete a veinte años. Me sentí tan joven, tan contento otra vez que sentí tantas ganas de vivir y empecé como un loco a reírme de cualquier cosa.

Luego, me levanté del lugar, salí corriendo a la calle y abandoné a mis amigos para siempre… Desde aquel día me volví en un navegante de sueños...



San Isidro, marzo de 2005.
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 13836
  • Fecha: 15-03-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 6
  • Votos: 46
  • Envios: 0
  • Lecturas: 6657
  • Valoración:
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