No te encuentro, aunque te busco Desesperadamente.
En las frías madrugadas, escapo de mi cuerpo como lo hacen los espíritus de los cuerpos que han muerto. Salgo por los tejados, y en mi vuelo veo hacia abajo los techos que semejan mosaicos policromados de la bella y bulliciosa ciudad que a esta hora está en un estado de reposo; si acaso, se escucha el "ulular" de una sirena nocturna, y, eso sí, veo muchas almas en pena, o espíritus como el mío, en busca de su amor perdido, cargando con la misma pena que la mía, con la misma misión de encontrar eso que se les fugó. Los noto desesperados como lo estoy, porque, al igual que yo, los observo hacer lo mismo que hago. Cruzan y cruzo paredes, puertas de hierro, tejados; escudriñan y escudriño dormitorios, hoteles, balcones, terrazas, cuerpos; pero al igual que yo no encuentran lo que afanosamente buscan y... se entristecen; como yo. Y de la frustración, lloro y lloran desgarradoramente; pero, convertidos en espíritus, nadie nos escucha. A los espíritus los veo sufrir y llorar hasta que les sangran sus ojos como sangran los míos desde que te fuiste. Sí, lloro lágrimas de sangre, es más, no tan solo lloro sangre, perspiro sangre por los poros. Al final de la jornada, agotado y agobiado por la pena de no encontrarte, me despido de los espíritus y regreso a mi cuerpo, y antes de entrar en él, veo que tiene un semblante de horror, porque presiente que voy a regresar a él, derrotado, triste, abatido por la pena de... no encontrarte. Y... regreso a mi cuerpo, es decir, mi espíritu regresa a su cuerpo. Despierto en la madrugada consciente de haber viajado astralmente y siento miedo; por que en mi viaje matutino consciente, mi cuerpo y mi espíritu fundidos en un solo ser, también viajarán por doquier y seguramente no te encontrarán. ¿Dónde estas amada mía, vida de mi vida y amor de mis amores? ¿Porque te fuiste y me dejaste con el corazón destrozado en mil pedazos? ¿Sabes? cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, cada año y todos los años pienso en ti; en aquellas mañanas de primavera, días de invierno, tardes de otoño y noches de verano, en que me tomabas de las manos, me abrazabas y me besabas. Paseábamos, nos reíamos, nos amábamos; nos fundíamos en un solo ser. Y, cuando nuevamente se acerca la noche, me da pánico dormirme, porque sé que una vez mas, dará inicio mi viaje astral en el que te buscaré sin éxito, por mas intentos desesperados que haga. Siento que un frío intenso invade mi cuerpo. Estoy presto a iniciar mi viaje. Y, siento un terror indescriptible, porque cada madrugada siento que ése, puede ser mi último viaje espiritual, y que, irremediablemente moriré y entonces ya no podré retornar a mi cuerpo; y entonces, vagaré eternamente en esa zona en la que veo solo almas y espíritus intranquilos, afligidos y compungidos por las penas. Quiero pedirte una cosa: ¡déjame encontrarte carajo!, déjame decirte lo mucho que te amo y que te extraño. No permitas que muera y vague eternamente entre los espíritus. Si tan solo tuviera la esperanza de encontrarte, eso sería mi bálsamo, pues es mi mayor ilusión, pero no recibo de ti ni una señal, ni un solo signo que me dé a conocer que tengo la mas ligera esperanza de encontrarte. Me engaño, porque sé que no te encontraré. Y si te llegara a encontrar, sería en vano, porque tu, ya no me quieres, tu, ya eres de otro. Solo me queda decirte que no te dejaré de buscar, no cesará mi lucha por volverte a ver aunque sea por ultima vez y, si así pasa, moriré tranquilo y mi espíritu ya no volará viendo almas en pena ni techos como mosaicos policromados, que son lo único bello que veo en mis viajes. Hasta pronto. Te amo y te buscaré... eternamente.