***NUNCA DESEES EL MAL***

Una mañana de octubre, Rebeca una joven de veinticinco años, guapa, simpatica y con un brillante futuro como periodista, salió con sus dos compañeras, Mar y Macarena, a desayunar. Las tres trabajavan en el mismo programa nocturno.

Nada más terminal, desayunaban juntas en una cafeteria cercana, antes de irse a descansar. La cafeteria se llamaba "Las Delicias de la abuela".
La dueña era una mujer antipatica y desagradable que hacía, eso si, unos cafés y unos bollitos de cremas buenísimos. Rebeca, Mar y Macarena entraron allí.
no tardaron en atenderlas, el problema vino cuando pidieron la cuenta y la encargada no les hizo ni caso. Rebeca, harta de esperar, le gríto a la señora de mala manera:
-¡Oiga, por favor, que tenemos mucha prisa!, la señora, con cara de pocos amigos, se acercó y les dijo:
-¡pues a esperar toca! Rebeca se cabreó muchísimo y cuando por fin pagaron, exclamó:
-¡estúpida, ojalá se incendie tu cafetería! ya en casa, Rebeca se metió en la cama.

Unas horas mas tarde, una llamada de Rafa, su jefe más directo, la despertó:
-Rebeca, ha pasado algo horrible. La cafetería de al lado se ha quemado y todo el mundo que estaba dentro ha muerto.
Ven rápidamente a la emisora, hemos decidido hacer un programa especial.
Rebeca quedo conmocionada. Cuando llegó Rafa ya estaba en el, aire: "Esta tarde suspendemos la programación habitual para informarles de una desagradable noticia sucedida...".
En una pausa del programa, Rebeca aprovechó para ir al baño. Los pasillos estaban vacíos y empezó a sentir pánico. De repente, oyó unos pasos y se alegró pensando que sería alguna compañera, pero seguia sin ver a nadie. Un frío helado se apoderó de ella. Se miró en el espejo y horrorizada vio que¡la dueña de la cafeteria la observaba con el rostro totalmente quemado! Un nomton de cuerpos calcinados la rodeaban, ¡y entre ellos estaba Rafa!.
-¿Por qué nos has deseado la muerte? -repetian todos.
Rebeca despertó chillando, pero se calmó mientras se areglaba para volver al trabajo. En el pasillo, la sombra de una vieja de rostro quemado caminaba tras ella:
-no volveras a desear el mal a nadie, Rebeca... ¡je, je, je, je...! Rebeca descubriría muy pronto que jamas iba a despetat de su espantosa pesadilla.