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Categoría: Misterios

Nadie debe saber

Del cachorro para el mariguas, con harto aprecio

¿Cuál sería el objetivo de que personas como ellos habitaran los túneles y las estaciones ? Hasta ahora nadie me ha podido responder a esta pregunta. Todas las personas se burlan cuando platico mi historia, hay quienes se doblan sobre sí mismos, riendo hasta que un agudo dolor en el estómago los hace detenerse; los hay también que sólo dan una pequeña palmada en mi espalda y con una leve y al mismo tiempo “rara” sonrisa, sólo atinan a decir : “Muy bien, excelente historia, muchacho, deberías publicarla algún día.

De hecho, he decidido aceptar el consejo y tomando lápiz y papel, inicié el presente relato, del cuál, a decir verdad, he comenzado a dudar ; en parte por la burla de las personas a quienes se las he contado y en parte porque al paso del tiempo, me parece que carece de toda lógica posible. En una palabra, he comenzado a olvidar, por eso he decidido escribirla antes de que llegue el día en que, como tantas veces ha pasado, despierte de la obligada y reparadora siesta en el vagón del metro, y todo me parezca producto de mi imaginación, del exceso de trabajo y de los penetrantes olores (mitad aromáticos, mitad pestilentes) que diariamente deambulan en cada vagón y que aún al final de la jornada, se encuentran impregnados en tubos, asientos y pisos de los trenes.


Poco a poco me he ido acostumbrando a salir tan tarde de la oficina, y en cierta forma, para mí resulta mucho mejor entrar a la estación cuando sólo uno que otro “colega” trasnochador deambula por los andenes.

Me encanta el ambiente tranquilo y nostálgico que se respira a estas horas en las estaciones, parece increíble la forma en que se transforman en tan solo unas horas ; por las mañanas y a la hora de salida de la mayoría de las oficinas, los ríos de gente que violentamente se transporta por las instalaciones de las diferentes líneas, convierten en toda una hazaña el moverse de un sitio a otro de la ciudad y en todo un milagro el abordar un vagón y no sufrir por lo menos un empujón, un golpe, o por lo menos una agresiva mirada de quien, tras un día lleno de problemas, acude a su diaria terapia en el diván anaranjado. En los vagones la gente libera todo tipo de traumas, desde enojos y presiones por el trabajo, hasta decepciones y desengaños de la pareja en turno ; los hay, incluso, quienes acuden diariamente a practicar el difícil y elegante arte del ligue. La duda que me queda es precisamente saber si la liberación de mis propios “traumas” habrá sido la causa de lo que me sucedió.

Aquella noche en especial, un cargado cansancio me acompañaba mientras abandonaba el edificio donde trabajo desde hace años, la soledad de las calles era acompañada por el ritmo cadencioso del viento que levemente silbaba entre las hojas de los árboles, y las paredes de la calle hacían eco a cada uno de mis pasos.


Al llegar a la estación, el deteriorado sistema de sonido trataba de reproducir con poco éxito las estrofas de una vieja balada que me traía recuerdos muy especiales, ya dentro del andén me detuve precisamente bajo una de las bocinas, con la esperanza de seguir escuchando la melodía, vaga y casi inconscientemente comencé a cantar a la par de la voz que provenía del pequeño cuadro de madera, la ausencia de usuarios en espera del convoy me animaba a levantar un poco la voz, y con ojos entrecerrados (oye, quiero ponerte una canción que espero te haga pensar en mí cada vez que la escuches) para evocar recuerdos, apoyaba la interpretación de la segunda estrofa.
De pronto, mi voz fue interrumpida por la extraña sensación que te provoca el sentirte observado por alguien ; no abrí los ojos, tampoco dejé de cantar, simplemente baje un poco el volumen de mi voz y comencé a abrir poco a poco los párpados.
Fui volteando lentamente hacia donde sentía aquella extraña presencia para descubrir a una hermosa mujer que, efectivamente, me observaba con insistente curiosidad, mis mejillas y orejas se encendieron y mi corazón se aceleró, en parte por la vergüenza de sentirme descubierto, en parte por aquella deliciosa criatura. Jamás podré entender en qué momento entró ella en la estación, estoy completamente seguro de que no había nadie en el momento en que entré, y en caso de hubiera entrado después de mí, seguramente hubiera escuchado el eco de sus pisadas al caminar ; pero ahí estaba, de pie frente a mis ojos.

Podía descubrir debajo de ese entallado vestido de algodón una figura de leves pero hermosas formas y su cara, enmarcada por unos labios bien delineados, de ese tipo que no puedes dejar de besar en la primera oportunidad, me observaba y me estudiaba con esos enormes ojos negros, de los cuales curiosamente percibí un misterioso brillo que le dio un hermoso toque a su mirada. Estaba parada en la parte trasera del andén, y poco a poco, sin dejar de verme se fue acercando al final del mismo. La canción seguía escuchándose en las bocinas (quiero que me des un beso que dure lo que dura nuestra canción) y yo me sentía como hipnotizado por esos hermosos ojos, sin darme cuenta, también comencé a caminar hacia ella, tal vez inconscientemente, movido por una de mis principales “reglas” : “nunca desprecies a una mujer hermosa”, para entonces, mis orejas habían regresado a su estado natural, más no así mi corazón, que latía cada vez más aprisa. Sin saber cómo ni por qué me vi bajando los escalones que se encuentran al final del andén, mientras mi hermosa y extraña acompañante caminaba entre las piedras de las vías, ninguno apartaba la mirada del otro, y yo no podía entender qué estaba haciendo ahí, por qué estaba bajando esos escalones y por qué esa mujer me jalaba, sin tocarme, hacia ella.
De pronto, dejé de pensar por mí mismo, todo fue oscuridad y silencio, todo alrededor estaba quieto... pero... ¿alrededor de qué ? no podía moverme ni podía hablar tampoco, sólo ese inmenso dolor en mi cara y en mi pecho, ruidos estruendosos y ese extraño olor a hule quemado, como cuando se queman las llantas, como cuando los motores se sobre calientan, como el olor que despiden los neumáticos tras el enorme esfuerzo realizado para frenar y evitar chocar con... conmigo.

El despertar fue desconcertante, aquellas personas me miraban y en sus rostros podía percibirse esa extraña ausencia de expresión. Sus rostros no mostraban la más mínima expresión, estaban ahí, de pie alrededor mío, sin acercarse y sin hablar, sólo me veían y seguían viéndome.
Cuando me puse de pié y quise decir algo, me impidieron hablar, me impidieron preguntar dónde estaba y qué había pasado, el dolor había desaparecido y mi corazón ya no latía como antes, podría haber jurado, de hecho, que ya no latía.
Uno ellos, extrañamente vestido con prendas de piel negra e incrustaciones metálicas, me indicaba con señas que caminara hacia la salida de aquél frío y oscuro sitio, me di cuenta al salir que aquella era una enorme cavidad que conectaba, a través de algunos pasillos con un túnel iluminado con lámparas de neón, con un túnel del metro... Caminamos algunos minutos por entre las vías y yo no acababa de salir de mi estupor, ni siquiera me detuve a pensar en que otro convoy pasara y nos arrollara, me... matara... me matara de nuevo... De pronto, el hombre extraño me detuvo apretando firmemente mi brazo izquierdo, sentí a través de mi ropa el frío de su piel y de su ser ; hasta entonces pude escuchar su voz, una voz grave y desprovista de todo indicio de humanidad, me ordenó que trabajara, al querer preguntar algo, respondió con un fuerte golpe a mi rostro y me volvió a ordenar : ¡Trabaja !, ¡Limpia !, nadie debe saber...
Lentamente me puse en pié, esta vez evitando a toda costa hacer algo que propiciara un nuevo golpe, me dirigí hacia donde me indicaba y supuse entonces que debía recoger los despojos que sobre las vías descansaban, la tenuidad de la luz me impedía ver claramente lo que iba levantando, parecían trozos de carne, seguramente de algún animal despedazado en el
sitio, hasta que mis manos palparon algo duro y un poco más voluminoso, casi como una pelota deforme. Al tratar de agudizar la vista para saber de qué se trataba, la sangre se me heló, en mis manos sostenía una cabeza humana. Me acerqué lentamente a una de las lámparas y de pronto me vi a mí mismo sosteniéndome entre mis manos, las imágenes se confundían y al mismo tiempo que veía aquella cabeza entre mis manos, veía mi rostro horrorizado mirando mi propia cabeza... Seguido a esto, un recio golpe en mi nuca y de nuevo todo oscuridad, entre las sombras, haciendo eco en mi propia mente, sólo atinaba a escuchar la terrorífica voz que repetía una y otra vez : ¡Nadie debe saber ! ¡nadie debe saber !
Sólo entonces pude gritar, y el grito salió de mi garganta con la angustia de aquél que experimenta un dolor que viene de más adentro de su ser...Me incorporé todavía gritando, y mis dos acompañantes de vagón me miraron entre sorprendidos y divertidos por mi extraño despertar, el corazón parecía querer salirse de mi pecho y la sangre quemaba mis propias venas...
Lentamente me tranquilicé, al tiempo que el tren llegaba a la estación en que debía bajarme, salí rápidamente, buscando la salida y corrí escaleras arriba, sin saber realmente lo que me sucedía... El aire fresco de la noche, devolvió poco a poco la normalidad a mi respiración y la tranquilidad a mi corazón.
Al ponerme de pie para continuar mi camino a casa, me percaté del hombre sentado en los últimos escalones del acceso, estaba ebrio y sus harapientas ropas daban a saber de lo triste y precario de su situación, me pidió una moneda en un lenguaje poco entendible debido a su estado etílico y cuando me acerqué para dársela, en palabras perfectamente claras dijo : Recuérdalo bien, nadie debe saber...

Me alejé inmediatamente del lugar, casi tropezando con mis propios pies, y tratando de convencerme a mí mismo de que todo lo vivido había sido un sueño, no existía otra explicación lógica, todo había sido producto del exceso de trabajo y del cansancio de mi mente. Lo que no logro explicarme, es el porqué de este intenso dolor de cabeza y de dónde me habré hecho este moretón que tengo en el rostro.


México, D. F. , Julio 1996.
Nadie debe saber nació efectivamente como un sueño de vagón de metro, animado en gran parte por “el mariguas” e influenciado en gran medida (cómo negarlo) por Edgar Alan Poe. Nació gracias a la idea de participar en un concurso de crónica y cuento, convocado por la Dirección de Comunicación Social y Promoción Comercial del STC (Sistema de Transporte Colectivo), sin embargo, conforme fue creciendo llegó a ser, al menos para mí, mucho más que un trabajo para “el concurso” ; pero no quiero que mis propios fantasmas contaminen la lectura de quienes me hagan el favor de ojearlo, por eso la idea de dejar a la imaginación del propio lector, la interpretación de los detalles de la misma, si el lector busca con ganas de encontrar, deberá enfrentar a sus propios fantasmas (cómplices seguramente de los míos), pero para ello deberá leer con más que con los ojos y la mente, deberá usar sus recuerdos para evocar una vieja balada a través del nefasto sistema de sonido de las estaciones, deberá buscar con cuidado en la oscuridad de los túneles y, quién sabe, tal vez al encontrar algo detrás de estos elementos, podrá darse cuenta de por qué Nadie debe saber.

Yo, por mi parte, hace mucho tiempo que no viajo en el metro, sobre todo cuando el cansancio me invade y no estoy seguro de poder evitar quedarme dormido en el vagón.

Fay
Datos del Cuento
  • Autor: Fay
  • Código: 10004
  • Fecha: 16-07-2004
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.76
  • Votos: 95
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4970
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
fayette
invitado-fayette 07-04-2006 00:00:00

Hi Fay Sabes me encanto este relato tienes esa virtud a lo cual llamo arte, no dejes de expresarte por medio de escritos,ya que estos nos hacen cultivar anuestro propio y mismo ser que cada dia evoluciona con lo que leemos. Hoy en día somos pocas las personas que escribimos con este agrado, sencillez y claridad. También pocos los que disfrutamos de alguna lectura en especial y los que sabesmos lo que es el arte de escribir y leer un un relato, cuento o novela. sigue así.. y felicidades!!! Atentamente tu amiga Fay

Fay
invitado-Fay 14-12-2004 00:00:00

Wanda: Muchas gracias por tus comentarios. La verdad me intriga mucho saber un poco más acerca de tu opinión del cuento, ojalá puedas contestar el mail que te mandé. Saludos. Fay

Wanda
invitado-Wanda 14-09-2004 00:00:00

Me he pasado horas buscando cuentos y cuentos y cuentos y cuando los veo largos rapido los quito porque hay veces que me cansa mucho leer, pero cuando vi este cuento no me dio con mirar lo largo que era y me puse a leer, y no me despegue de la lectura hasta el final que me di de cuenta de lo largo q era el cuento. Me intrigo mucho el cuento y me mantuvo hasta el final. En verda eso paso? bueno como sea, cuanta cosa a mi me dicen o me cuentas yo para rapido me lo creo y no se porque. Quedo bueno. :)

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