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Naturaleza y Hombre

La naturaleza habló así:

No sigas por favor, ya llegó el tiempo de apartar disparates, de juntar esperanzas con progresos, de inundar con verdades los ríos secos que atraviesan mi vida, de implorar que... que no prosigas, porque tu ardor de frialdades no reconforta mi alma, la hiela. LLoro por dentro y en breves segundos suelto en lluvia mi llanto, me imagino loca y me imagino cuerda, y surgen rayos y arco iris de mi pensamiento, a un mismo tiempo, observo realidades, implanto las certezas y descubro evidencias que no me puedo negar, que nadie puede negar... y aún así tratas de destruirme, de borrar las huellas de mi existencia, ya no puedo más".

El hombre dijo:

Sí, sí, claro, muy bonitas tus palabras, pero... no te creo, todo lo que dices son mentiras, falsedades recubiertas de adornos ficticios, no te creo, ahora ya no, inventas tanto, tanto disfrazas, tanto silencias que no es verdad... solo sirves para que te utilicen, para darte de sí, para exprimirte hasta que no quede ni una gota de sabia en ninguna rama de tus árboles, para tomar de ti... Todo en ti son mentiras, realmente no sientes nada, no crees en nada, no te involucras en nada, no cambias nada, no embelleces nada nuevo, no brotan en ti hierbas de sinceridad, solo la mala hierba que lo inunda todo...

La naturaleza contestó:
No sigas, no, por favor... mira, te hago un pacto escondido, todo eso que dices... mira, te cambio no volver a molestarte, no volver a tener nada contigo en esta vida, desaparecer para siempre de tu vista, por un solo momento en que me digas: Te quiero ¿aceptas?

Y el hombre, deseoso de cumplir su cometido,dijo:
Hummm, bueno, a ver si es cierto, vale, yo te lo digo ¡te quiero!... ¿y ahora qué?

La naturaleza, llena de ilusión, contestó:
¿sí?, ¿me quieres? ¿de verdad me quieres?, ¿sin dudas? ¿sin fisuras? ¿estás seguro de que no volverás a cambiar de opinión? ¿estás seguro
de que respetarás esa verdad?

Y el hombre titubeando un poco, volvió a repetir:
Sí, sí, te quiero, ya lo he dicho, alto y claro ¿y ahora qué?

La naturaleza insistía:
¿es cierto que me quieres? ¿no volverás a dejarme sola? ¿no levantarás tu mano ni tu voz contra mi? ¿no me matarás? ¿no cambiarás el cauce de mis ríos? ¿no talarás mis árboles? ¿no herirás más pájaros? ¿de verdad harías todo eso por mi?

El hombre aturdido, acertó a decir:
Sí, sí... te quiero, yo... te quiero, de verdad que sí.

Y entonces la naturaleza con lágrimas en los ojos dijo:
Gracias hombre, gracias por dejarme escucharlo por una sola vez, gracias por decirlo, gracias porque tus palabras sonaron altivas pero claudicaron por fin en tu corazón, gracias por ese segundo de ojos abiertos a una evidencia, gracias por ese momento de certeza, de cercana desnudez... gracias. Y diciendo esas palabras recogió de la tierra una bella flor y se la regaló al hombre posándola en sus manos.

El hombre, mirando aquella flor, emocionado pero a la vez impaciente, añadió:
bueno, vale, ya está, yo ya he cumplido, ya lo he dicho y... ¿y ahora qué?

La naturaleza, recogiendo junto a ella a los animales, a los pájaros, a los arboles, dijo temblándole la voz:
Tienes razón, lo prometido es deuda. Enciende la cerilla, quema el bosque, te dejo como regalo por tus sinceras palabras, esta pequeña flor, cuidala. Adiós.

El hombre encendió su cerilla...

De repente sus ojos se llenaron de llanto,volvió a mirar aquella flor, tembló su mano, tembló su voluntad, todo él tembló. No puedo hacerlo, dijo con lastimosa voz, no puedo... estás dispuesta a morir sólo por oir un "te quiero"... yo no lo comprendo ¿tan importante era para ti que estás dispuesta a sacrificarlo todo por oirlo de mi voz?

La naturaleza, soltando de sus brazos a todas su criaturas se acercó a él y le dijo:
Sí, tú tienes la cerilla, algo tan pequeño como eso puede hacerme mucho daño, puede matarme, pero esa cerilla está tu mano y yo sé que tú tienes un noble corazón y que si de verdad eres capaz de decirme que me quieres, ese sentimiento puede conseguir hacer temblar tu mano tanto que al escuchar tu propia voz escuches en realidad la voz que surge de tu corazón y utilices tu fuerza no para prender esa cerilla sino para que tomes la decisión acertada...

Entonces el hombre mirando a la flor le dijo emocionado a la naturaleza, pero con firme voz: toma tu flor, cuidala tú, nadie mejor que tú sabe cómo ha de cuidarse una flor.

Y la naturaleza cogiéndole de la mano le respondió: no, necesito tu ayuda, mejor cuidémosla los dos.

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Naturaleza y Hombre están destinados a entenderse mientras pueda pervivir entre ellos una bella flor.
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
  • Media: 4.41
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3 comentarios. Página 1 de 1
Lagrima Azul
invitado-Lagrima Azul 03-03-2005 00:00:00

Es cierto Joaquín, y tu experiencia que cuentas lo confirma, hay personas que toman esa "flor" y la guardan por el valor que tiene y hay otras a las que el dinero les ciega tanto que no ven ni lo que queman. Ojalá todos los que queman los bosques vieran una flor a la hora de encender la cerilla... Un saludito grande amigo, hacía ya tiempo que no sabía de ti!... te sigo leyendo :-)

Lágrima Azul
invitado-Lágrima Azul 02-03-2005 00:00:00

Para todos aquellos que lean con el corazón: La Naturaleza necesita del hombre para cuidar una simple flor porque sabe que cuando nos la hayamos cargado entre todos, cuando haya muerto, sólo las lágrimas del hombre podrán regar las pocas flores que hayan sobrevivido. Este cuento vale también como metáfora para la vida y el amor. Un saludo

Joaquín Ledo Duffard Van Ooyen
invitado-Joaquín Ledo Duffard Van Ooyen 02-03-2005 00:00:00

Lágrima Azul: Vivía en Puerto Ordáz (Venezuela). Un día me levanté y encontré la ciudad con un humo que impedía la visibilidad y molestaba el respirar. Así todo el sur, todo el estado Bolívar. La causa... incendio en la selva del Amazonas brasilero, a 3.000 Km. Tomé conciencia de que el aire que respiraba venía de aquella selva... tan distante. La naturaleza pone una "flor" en la mano del hombre, alguien le pone dinero... y el cerillo. He estado en la selva del Matto Grosso y la vi quemada, desvastada... sembré un árbol frente a mi casa (tuve a hacer muchos trámites en la Municipalidad). Joaquín

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