Newton, autor de la Biblia

Inmersos en la especulación están los últimos y tortuosos años de la vida  paranoica y auto aislada de Sir Isaac Newton. Envuelto en una mórbida atmosfera e invadido por un vigor religioso, decidió coronar una extraña iniciativa: la  redacción de una geografía del infierno, para redactar nuevamente la biblia. Esa  oscura tarea, final de una larga persecución, fue el borde del precipicio de su vida. Aquella reinterpretación Newtoniana de la Biblia, resulta extrañamente perturbadora en cada uno de sus capítulos, repletos de simbolismos y caligrafía matemática y especialmente donde aparecen las metáforas que aluden a la voluta áurica y al descenso elíptico de la decadencia. Sin duda todas las obras de Newton son difíciles, eso ha permitiendo a los oportunistas de siempre, absurdas especulaciones, para sustentar falsos secretos, los cuales no pueden desenmascares, por lo lejanas que las nociones de las matemáticas avanzadas están para la mayor parte de la humanidad. 
Gracias a esas equivocas interpretaciones de los mercaderes de la ignorancia, Newton no es solo un excéntrico genio, sino además el retorcido monumento del intelecto, dibujado por el clero contrapuesto a la ilustración y que aún en el presente argumenta.
Británico, alejado del catolicismo, solitario, pirata, egocéntrico y desconfiado, Newton recibió de la época que vivió, una pesada herencia que logró alejar de la numerología griega, para iluminarla con la llave de integración. Él dijo observar desde hombros de gigantes, y nos dejó "Philosophiae naturalis principia mathematica", tan extraordinaria y necesaria como las muy asimilables cartas a la princesa: "Reflexiones sobre el espacio y la materia" del maestro Euler.
Pero, ¿Que sucedería si la geografía newtoniana realmente explicase la ruta del infierno y los “Principia” fueran sólo una distracción?, y ¿Sí en sus textos Newton revelase la relación funcional entre nuestro destino y la corrupción?. ¿Sería acaso la “Geografía del infierno” un libro de texto en el Club de Roma?.