Una tarde pude avistar entre el tropel la fisonomía de alguien cuyo rostro afligido me hacia entender que había padecido mucho quizás por que así lo había deseado aunque nunca le pregunte lo que le sucedía sabía que estaba pasando por la misma situación que alguna vez me hizo pensar que en esta vida estaba solo, que a nadie le interesaba lo que me pasaba, así que me encerraba en mi aposento aquel hogar que me había visto derramar lagrimas, rebozar mi rostro con una sonrisa y acompañar mis sueños en las retraídas noches, aquella tarde en su macilento semblante pude percibir como las ilusiones se esfumaron de su vida, había decidido continuar solo con este tormento a lo que le llamamos vivir con la única diferencia que él en todas sus travesías nunca había encontrado una mano amiga aquella que le haría entender que no estaba solo, y como si se tratara de una pesadilla de aquellos del cual uno no puede despertar solo ahora a lo lejos se podía contemplar una silueta que se desvanecía con los rayos del desaforado sol en el horizonte crepuscular.
Es así que una mañana después de tanto cavilar una lluvia lo sorprendió en su aventura de todos los días como si aquellas lagrimas que había derramado en su vida volvieran haciéndole recordar que aunque había sufrido no era necesario darle tanta importancia pues la vida continúa además descubrió que es mucho más maravilloso de lo que el pensaba pues solo con abrir sus ojos pudo observar después de una tarde lluviosa como el sol se erigía en lo más alto iluminando una vez mas nuestras vidas como si no se olvidara de nosotros.
En las venideras tardes calurosas cuando los rutilantes rayos del eximio sol nos hacían comprender que la vida es demasiado maravillosa como para vivir en la oscuridad pudo concebir en su atribulado corazón que aun le faltaba mucho por descubrir pues no solo la incomprensión, la tristeza, la soledad, el desamor avasallan con aquellos que piensan que en esta vida estamos solos sino aquellos sentimientos nobles que aunque nadie nos lo enseñe están presentes en nosotros para hacernos vislumbrar un futuro mejor.
Quizás el mundo no lo había comprendido pero eso no le interesaba había esclarecido sus dudas con aquellos pensamientos que se impregnaron en su corazón como gotas en el arisco suelo después de una llovizna, nunca antes lo había sentido pero ahora sabia que no estaba solo, con una sonrisa en su exultado y antes compungido semblante se despidió de aquellos cuyas reminiscencias le harían recordar que aunque lo había pasado mal aquellos días no estuvo solo, estuvieron ellos afrentándole pero haciéndole ver que eso es la vida pues no todos ostentamos un benevolente corazón capaz de comprender el sufrimiento ajeno, ahora y solo ahora lo acompañarían en su odisea el resplandeciente sol, la retraída luna, las esplendorosas estrellas, los miríficos paisajes y todas las maravillas que Dios creó pensando en nosotros para que nunca estemos solos por que a donde vayamos habrá alguien o una sublime creación suya que estará al pendiente de nuestros actos.