Dices haberme visto feliz y corriendo bajo la lluvia como un poseído sin importar terminar mojado o resfriado. Lo dices porque me viste desde tu ventana y yo afuera, sin poder verte desde la mía me congelaba de frío porque extravié otro par de llaves y tuve que esperar horas para poder entrar a casa.

Tuve más espanto que sorpresa por tus mensajes electrónicos que superan la decena en mi bandeja de correo electrónico y que en ellos relatas mi mal estado como si no fuera capaz de advertirlo yo mismo.

Me consideras un hereje por asistir a misa tan sólo para sentarme en la última fila y dormir mientras fijo orar concentradamente luego de la terrible borrachera a la que me sometí un día antes con mis amigos de siempre y que tú nunca toleraste porque yo si supe conservar aquello que tú cada tiempo perdías por defectos que me ocultaste bien. Con tu común estilo a la hora de vestir te atreves a criticar el mío por olvidar los colores de moda para esta temporada y todo porque sigo usando las mismas camisas a cuadros que no voy a dejar de usar por más que digas que se ven viejas y baratas, observación que no esta muy alejada de la realidad, pero si no eres tú quien las usas, no te importa.

Crees que he subido de peso y que el cabello largo me viene mal. Que camino como un tarado y que cada vez que hablo parezco despistado. Dices que debo afeitar mi barba ridícula y que montar skate ya no es apropiado por mi edad. Me pides de favor que controle mi cordura y que deje de tomar con los chicos en la calle. Dices que fumar diez cigarrillos al día puede resultar nocivo para mi salud y que escuchar las canciones que yo prefiero es insoportable como insoportable es verme con las mismas All Stars que alguna vez llamaron tu atención pero que ahora aborreces. Piensas que el Gato Fénix ya no es tan divertido y que lo veías conmigo sólo para acompañarme y que debería ver más noticias para ver si así ando más informado del mundo real y no andar perdido en mi mundo inventado. Dices que escribiendo moriré de hambre mientras tu mueres de risa viéndome fracasar.

Tus mensajes fingen preocupación que terminan por imitar ofensas graves que no me causan ira ni dolor. No te importa con quien salgo. No te importa si sigo siendo un tonto con otra canción. Sé que te mueres por saber hacía donde voy pero no te importa seguirme. No te interesa saber el triste estado en el que estoy luego de que arañaste mi corazón. No te importa. Porque si te importaría nunca te habrías alejado de lo que a mí si me importo.