(Para Pame)
Menester hubo de haber pasado una vez más el aniversario de que por cualquier motivo festejábamos los antiguos vecinos de la Privada que por tratarse de una callecita medio perdida allá por la colonia Guerrero pues casi nadie sabía donde se ubicaba, razón por la cual, la verdad, crecimos desconectados del ambiente que nos rodeaba, Sin embargo, nuestra infancia paso al igual que muchas otras de nuestros vecino ya hayan sido cercanos o no tan cercanos, es decir, tuvimos una infancia feliz.
Recuerdo que en tiempo de vacaciones cerrábamos las dos rejas que se encontraban en ambos extremos de la calle, una en la calle de Marte y la otra en la Av. Ricardo Flores Magón y entonces nos poníamos a jugar con los patines del diablo o con las bicicletas de un lado para otro, bueno eso pasaba cuando no era tiempo de fútbol ya que en esta temporada todo era jugar dándole patadas y corriendo tras el balón que Sebas sacaba de su casa y que había sido un regalo de Reyes.
Aunque siempre hubo más niñas que niños, recuerdo que nos consecuentaban a tal grado que siempre nos cuidaban de no darnos algún balonazo ya que cuando se trataba de disputas al por igual, es decir, entre ellos en más de una ocasión quedo embarrado en el pavimento varias porciones de pantalón a la altura de la rodilla hasta que Oscar uno de los vecinos más grande que nosotros pero que de vez en cuando se juntaba a jugar, tuvo la magnifica idea de jugar con pantalón corto o short como le decíamos, bueno esto resulto magnifica idea hasta que en lugar de pedazos de mezclilla, lo que quedaba en el pavimento eran pedazos de piel cuya cicatrices adornan aún las rodillas de casi todos los niños que en ese tiempo salían a jugar.
Bueno no tan solo era jugar a las patadas o a carreras de bici sino que también nos daban gusto y nos aguantaban jugando a la casita, a la comidita y hasta con nuestras muñecas Barbie. Y no se diga para fin de año y principalmente para el diez de mayo, en el primer caso ensayábamos alguna pastorela que más que ensayos se convertían en una larga platica de un y mil temas acompañados con ricas y sabrosísimas botana que entre todos comprábamos en la tienda de la esquina y que por general siempre salía sorteado por unanimidad de votos, Momo para ser el encargado de ir de compras. Asunto por el cual siempre protestaba al grado que terminábamos por ir todos o casi todos ya que normalmente Luz y yo nos quedábamos a preparar una sabrosísima agua de limón como me enseñó mi abuelo a preparar, bueno casi nunca le he dicho abuelo, solo cuando estoy enojada, pero siempre le he dicho Papo.
¡Ah!, Yo soy Pame o Pamela ya completo y esto empieza a desarrollarse allá por finales del siglo pasado y no es que seamos muy grandes sino que nos tocó vivir entre dos siglos cosa que no alteró para nada nuestra forma de ser o de desarrollarnos. Invariablemente ahí estábamos los viernes en la tarde del viernes reunidos planeando en qué invertiríamos el único día que podía acostarme tarde ya que al siguiente día no tendría que levantarme temprano para esperar el camión que me llevaría al Colegio. Entre semana siempre estaba en cama y durmiendo invariablemente alrededor de las nueve de la noche y eso después de haber realizado mis tareas ya fuera de español, de inglés o de formación humana siendo esta última la que más me gustaba ya que habitualmente mis deberes, léase tarea, tenía que realizarla en compañía de mi mamita y con materiales que casi llegando del Colegio habíamos salido a comprar a alguna papelería cercana a la casa.
Aunque a la hora de juegos colectivos le entrábamos todos los chamacos y chamacas, como decía el presidente en ese tiempo, en realidad los más allegados éramos; Luz, Sebas, Karem, Caty, Karla, Angelita, Momo, Samanta, Alexis, Erick y por supuesto yo, Pame.
Para esto y a pesar de que nuestra edad no variaba dos años en más o en menos, ninguno coincidió en ir al mismo colegio y nuestras actividades fuera de las de la Privada eran totalmente diferentes. Unos practicaban natación, algunas niñas ballet, a mí me gustaba mucho asistir a los Scouts y en algún tiempo practiqué el karate, la natación y el básquetbol.
Cuando recuerdo aquellos tiempos, evoco los buenos ratos que pasamos y eso a pesar de los invariable gritos de mamita avisándome que era hora de meterme. Nunca entendí cuál era la preocupación de no dejarme más tiempo con mis amigos, bueno en ese tiempo no lo entendía pero lo aceptaba, ahora ya lo empiezo a entender. Bueno ahora recuerdo la vez que Sebas organizó una “Pijamada”, si Sebas, fue en la casa de Luz. Nos pasamos casi toda la noche platicando y planeando la no tan lejana Noche de Muertos misma que pensábamos pasar en la casa de enfrente a la casa de Luz y que estaba desocupada ya que la persona que la habitaba había muerto hacía ya varios años de manera que la conocíamos como la “Casa de los Gatos”.
La reunión famosa no se pudo llevar al cabo por angas o por mangas pero quedó grabada aquella noche y nuestro reto de pasar una Noche de Muertos en aquella casa ya que en ese mismo año y como regalo por haber sacado magnificas calificaciones mi “Tigucha” o sea mi tía me obsequió dos semanas de estancia en un Hotel en Ixtapa donde ella se encontraba trabajando. Recuerdo que los preparativos fueron muy largos ya que primero tuve que terminar la escuela que en ese tiempo asistía a un colegio al norte de la ciudad y no obstante que no estaba muy retirado, pues lo más conveniente era que temprano pasara por mi el camión y que conste que cuando digo temprano era temprano ya que cuando pasaban por mi los bocinazos del autobús actuaban como despertador para la mayoría de mis amigos que también asistían al ciclo escolar primario.
Recuerdo que cuando me subía al autobús inmediatamente me sentaba en el lugar que teníamos asignados y que no variaba a lo largo de todo el ciclo escolar, de esa manera, no acababa de sentarme cuando el “Chofi”, que así le decíamos al operador del Transporte, encendía su radio y ahí nos tenían escuchando la “Z” Salvajemente Grupera y pues claro, a querer o no se me fueron pegando las tonaditas así como las respectivas letras de cuanto corrido o cumbia pasaban en la famosísima “Hora de las Comadres” que pasaba de las siete a las ocho de la mañana. Cuando no eran canciones eran comentarios o platicas que el locutor entablaba con supuestas radioescuchas que a esa hora ya tenían un tiempecito para comunicarse a la estación radiofónica para seguir una serie de comentarios que invariablemente nos hacían reír.
Como en ese año Sussy, que es el nombre de mi tía, me prometió ese regalo con un mes de anticipación, ya se han de imaginar que tan largo que se me hizo el tiempo que transcurrió entre obtener el boleto de avión, terminar exámenes, planear la ropa que me llevaría y mil y una actividades de las que siempre preceden a un viaje, recuerdo que lo que más me dio problemas fue encontrar “Musti” que era un osito de peluche azul que me acompañó durante largo tiempo a la hora de dormirme.
¡Ah! Y eso no es todo sino que olvidaba decirles que fue la primera vez que volé yo solita, bueno con otras casi cien personas pero sin alguno de mi familia o alguien conocido. La emoción fue enorme. Cuando llegamos al aeropuerto, lento se me hizo el paso del tiempo pero cuando anunciaron que deberíamos pasar a las sala de ultima espera fue cuando me dieron ganas de llorar pero recordé lo que me había dicho mi papo. En lugar de preguntar “¿Sección de Fumar o de No Fumar?. Me dijo:
- ¿Sección de Llorar o de No Llorar?
- Ja, ja, ja. Reímos todos, es decir Papo, mami chula y mi Kity que así le decía a mi abuelita
Habían de entregarme a una de las Sobrecargo para que me atendiera durante el vuelo y hasta que me entregara personalmente a mi Tía que estaría esperándome en el aeropuerto de Zihuatanejo. Fue un viaje inolvidable y unas vacaciones como pocas he tenido. En esa ocasión no estaba mi Mamita Chula para cuidarme o para consentirme sobre todo a la hora de dormirme. Claro que mi Tigucha se desvivió en atenciones y aunque estaba trabajando, yo por mi edad me la pasé en un local que se le conoce como Kids Club.
Olvidaba comentarles que aunque los bloqueadores de sol son una maravillita no me salvé de ponerme morenita y de quemarme un poquitín.
¡Ah, que vacaciones!.
Los años han pasado y las familias se fueron cambiando poco a poco hacía otras colonias, incluso fuera de la capital pero cuando entramos a la secundaria no faltaba quién se lo propusiera y nos reuniera cuando menos una vez al año. A mí me tocó en varias ocasiones y por supuesto el que organizaba era el encargado de prestar su casa para tales fines.
Sabíamos que nuestras reuniones eran de “traje” de tal modo que lo único por lo que nos preocupábamos era por tener buenos CD’s y eso si muchos ceniceros porque ¡Como fumaban!, Bueno más las chicas que los chicos ya que a ellos por lo general se le iba hablando de fútbol americano, bueno eso cuando los dejábamos ya que como siempre había mas chicas que chicos pues ellos eran los más solicitados a la hora del baile.
Buenas desveladas que nos pasamos y en esas ocasiones no nos decían nada por el escándalo que hacíamos o por la tarde que nos acostábamos y eso es un decir ya que en varias ocasiones salíamos a algún tianguis en busca de la reconfortante y quita sueño, barbacoa, ¡mmmhh! De acordarme se me hace agua la boca.
Sin embargo, pasaron algunos años en los cuales no nos reunimos, ya fuera por la universidad, los empleos o en fin nuestras múltiples actividades.
Un día celebrando el cumpleaños de una compañera de la universidad fuimos a comer botana en una cantina llamada “El Desván” por el rumbo del metro Zapata en Av. Universidad casi esquina con Félix Cuevas donde la especialidad era un menú de no menos de cien platillos a escoger durante el tiempo que se brindaba, bueno la dichosa botana la servían en cuatro tiempos y por lo general cada tiempo iba acompañado por un trago de tal manera que normalmente aguantábamos solamente un tiempo así que procurábamos pedir el platillo de nuestra preferencia que por cierto eran bastante bien servidos.
A todo esto olvide comentarle que Alexis y Erick eran gemelos idénticos y que por lo general desde nuestras andanzas infantiles se distinguían por hacer lo mismo al mismo tiempo y eso sin ponerse de acuerdo ya que cuando nos dimos cuenta de ello nos pusimos de acuerdo he hicimos dos grupos, uno en la que Luz, Karem y Caty se jalaron a Alexis y Karla, Samanta y yo hicimos lo propio con Erick siendo Angelita la corresponsal que apuntaba lo que pasaba en cada grupo. Fueron tantas las coincidencias que cuando uno se rascaba el otro hacía lo mismo, Ahora recuerdo que ese fue uno de nuestros pasatiempos favoritos en las reuniones anuales, al grado de que hasta su forma de bailar era idéntica, a la hora de tomar un refresco o café lo hacía igual.
En lo único en que no coincidían era en su forma de vestir ya que Alexis siempre fue muy conservador no así Erick cuyos gustos por la moda vanguardista le daban un toque de diferencia para con su hermano gemelo.
Pues bien estábamos festejando a mi condiscípula de la Universidad cuando algo poderosamente llamó mi atención hacia la barra, Ahí estaba el Bar Tender secando una copa con el clásico movimiento de giro con la mano derecha y con una toalla en la izquierda procuraba dejar reluciente el cristal. Aunque aún joven la insipiente y prematura calva lo hacía parecer más grande de lo que en realidad era, sin embargo, ¡lo reconocí!. ¡Era Erick!.
Cual no sería el grito que pegué cuando le reconocí que por poco y suelta la copa que a la sazón estaba lustrando. Volteó y al verme, sin exageraciones, hizo el intento de brincar la barra lo cual no dudo lo hubiera logrado sin esfuerzo alguno a no ser porque en ese momento intenté hacer lo mismo, lo cual dudo completamente lo hubiese logrado.
Ambos olvidamos el porque de nuestra permanencia en aquella cantina y como dos parroquianos mas nos sentamos eso después de abrazarnos y de preguntarnos una y mil cosas. Platicamos de lo habido y por haber y deben de haber pasado no menos de dos horas ya que cuando volteé a buscar a mis compañeros ya habían abandonado aquel lugar desde hacía cuando menos una hora, habiéndome dejado un recado de reencontrarnos nuevamente en la universidad, no sin antes haberme dejado la encomienda de saldar la cuenta que aunque ya sabía que después nos la dividiríamos mi efectivo no alcanzaba a cubrir ni con mucho la misma de modo que contra mi voluntad debería de hacer uso de mi tarjeta de crédito.
Aquel encuentro fue el preámbulo de una nueva reunión misma que fijamos para tres meses después en mi casa.
Extrañamente no mencionamos para nada a Alexis, aunque si quedamos en que yo sería la encargada de convocar a esa reunión. Cuando el mesero que nos había atendido se acercó para entregarme la cuenta de mis compañeros, Erick se adelantó inmediatamente y con mucha seguridad dio indicaciones a fin de que no se me cobrara nada en absoluto orden que fue acatada sin el menor rasgo de asombro. Bueno al fin de cuentas supe que Erick era el propietario de esa y otras cantinas así que solo acerté y él aceptó que le dejase una generosa propina al mesero.
Cuál no sería el gusto de mis compañeros al presentarles la cuenta ya que lo que intentaron como una broma resulto una agradable sorpresa por el monto del prorrateo de la misma.
El siguiente mes me di a la tarea de establecer comunicación telefónica primeramente y después por mail con todos los buenos amigos de la Privada. Del único que no logré saber ni mail ni número telefónico fue el de Alexis y no se me ocurrió llamar o ir a ver a Erick ya que precisamente él había sido al primero en citar.
Mes y medio después una de mis compañeras contrajo matrimonio religioso para lo cual me invitó de madrina de Ramo a lo que gustosa accedí. La ceremonia fue establecida para un sábado por la tarde casi noche y como las invitaciones indicaban las siete y media de la que traté de llegar considerando esa hora.
Las tardes eran propias de la temporada de esas que cuando menos lo deseas se suelta una de esas lluviecitas que molestan en el trayecto del automóvil a la entrada del templo. Pues bien ese sábado no fue la excepción de modo que cuando llegué lo primero que hice fue meterme directamente al templo.
Como es costumbre, aunque muy mala costumbre eso de indicar media hora antes de lo que realmente será la ceremonia, pues algunas personas, como yo, todavía pensamos que la puntualidad debe estará asociada a la hora indicada en las participaciones.
Cuando llego no veo a ningún invitado en el atrio lo cual no se me hizo raro ya que pensé que por la lluvia ya deberían estar dentro del templo. Entro y para mi sorpresa la ceremonia ritual de la misa estaba en los momentos de la Consagración por lo cual y percatándome de que se trataba seguramente de otra ceremonia, asumo una actitud propia del momento e inclino mi cabeza en señal de respeto.
Pasan unos momentos y cuando por fin volteo hacía el altar observo al sacerdote secando su cáliz con el clásico movimiento de giro con la mano derecha y con un paño de lino en la izquierda procurando dejar reluciente el áureo metal. Aunque aún joven la insipiente y prematura calva lo hacía parecer más grande de lo que en realidad era, sin embargo, ¡lo reconocí! ¡Era ... Alexis!.
En esta ocasión tuve que contenerme al máximo para no gritar. ¡La misma actitud de Erick!, ¡Los mismos movimientos!, Aunque desde luego con vestimentas muy diferentes.
¡Alexis, eres sacerdote! Fue casi mi grito cuando al terminar el oficio me lancé a su encuentro e la misma sacristía, cuando volteó y me reconoció por poco y suelta el cáliz, lo mismo que casi le pasa a Erick.
¡Pame!, Pero si eres la mismísima Pame, ¡Que gusto verte!. Nos dimos un abrazo que correspondió a los años que nos habíamos dejado de ver.
Empezamos a platicar y el tiempo se fue pasando de tal modo que de no haber sido porque él mismo oficiaba la ceremonia a la que había sido invitada y de la cual además era madrina, no me hubiera dado ni por enterada y lo más seguro es que mi amiga se hubiera quedado sin su respectivo ramo.
La emoción se sucedió después en el fervorín ya que versó un buen rato sobre la amistad. Creo que me sentí como si solo estuviera hablando para mi aunque los comentarios posteriores al respecto fueron en alto grado positivos por lo acertado que hubo de haber dirigido hacia la feliz pareja de contrayentes.
Una vez terminada la ceremonia se formó el barullo propio que acostumbramos con la sin planeada primera felicitación a los novios con la consabida toma de fotos que va desde los cuadros familiares cercanos, después lo no tan cercanos y por último los cuates.
Para esto Alexis ya vestido de civil, es decir, sin su sotana, pasó y con el pretexto de felicitar a los novios, se despidió de mi aunque en esos breves momentos bastó para hacerle la invitación a la reunión que tendríamos en cosa de mes o mes y medio. La idea pareció agradarle bastante al grado que me anotó en uno de los boletos para entrar a la cena su número telefónico así con su mail. Yo prometí establecer comunicación inmediatamente.
Sin darme cuenta al entrar al Salón donde se llevaría a cabo la Cena-Baile posterior a la boda, entregué el boleto en el que Alexis me había anotado sus datos, de lo cual me percate hasta después de que habíamos degustado la cena y nos disponíamos a bailar. Abrí mi bolso de mano para sacar mi lápiz labial a fin de retocarme la pintura de los labios cuando recordé el detalle del boleto, como un resorte me levanté e inmediatamente me dirigí a la entrada a buscar a la persona que nos había recibido las contraseñas. Para estas horas ya se había retirado ya que su obligación terminaba con el acomodo de los invitados en los lugares que en conjunto con los novios habían planeado con la idea de balancear el ambiente en cada mesa. Lo único que logré averiguar fue que al otro día tendrían una comida alrededor del medio día y claro sin importarme la desvelada que se avecinaba, me hice el propósito de estar antes de la hora de inicio de la comilona de modo que con más ánimos que horas de sueño reparador me encontraba en la puerta del salón preguntando e investigando el nombre de la persona que se había encargado de colectar los boletos a la entrada y el destino de los mismos.
Además de colectar las invitaciones, esta persona era la encargada de montar luces y sonido del conjunto que armonizaría la reunión así que tuve que esperar a que entraran todos los comensales y hasta entonces me pude entrevistar con aquella persona.
- Disculpe, anoche vine a una Boda y necesito que me regrese mi boleto ya que ahí anoté algo muy importante para mí.
- ¿?
Tardo en entender mis palabras y creo que fue por la rapidez como se lo dije.
- Es que todos esos boletos ya están en la basura y es posible que se los hayan llevado en el camión, ah no espere ahora es domingo así que deben de estar atrás.
Nos dirigimos a la parte posterior de las oficinas que también era el traspatio de la cocina así que había de imaginar cómo se encontraba aquel lugar. Lleno de desperdicios de la noche anterior en no menos de una docena de contenedores de plástico, así que haciendo un lado el asco me puse a hurgar en la basura con el palo de una escoba que amablemente alguien me dio.
Después del quinto bote y a punto de hacer una gracia, la cual no se habría notado, vi un montón de boletos y ahí estoy buscando entre todos el que tenía anotado los datos de Alexis.
Más fácil hubiese resultado regresar a la parroquia de Alexis y volver a preguntárselos, pero el orgullo me lo impidió. Al fin lo encontré y tal como estaba lo guarde en mi bolsa. Pedí permiso en la cocina para asearme las manos y al salir le ofrecí a la persona que me ayudó, una generosa propina misma que amablemente rechazó.
- Bueno pues muchas gracias.
El resto del domingo lo dedique a asearme y me bañé hasta por tres veces ya que me sentía con el olor a la basura donde había buscado el famoso boletito. Bueno cuando menos aprendí que nunca debo de anotar ningún dato en las participaciones o en los boletos para entrar a algún banquete.
Los días pasaron y al fin pude ponerme en contacto con todos mis amigos de la infancia y desde luego con Alexis.
Casualmente la reunión que celebramos en mi casa fue aprovechando el puente del día dos de noviembre y como el primero cayó en domingo pues no hubo ningún problema en desvelarnos un poco más de lo normal ya que al otro día no tendríamos actividades, bueno con excepción de Alexis que tendría que oficiar misa desde temprano.
- ¡Ay Alexis!, ¿Cómo se te ocurre meterte de cura?. Fue la protesta que a coro todos le hicimos.
- Pues qué quieren esa fue mi vocación, como la de mi hermano es la de ser “cantinero”.
- “Barman”, corrigió inmediatamente Erick.
- Por cierto, les voy a relatar la manera más extraña de las circunstancias que rodearon mi reencuentro con este par de hermanitos. Figúrense que . . . y así en la misma actitud recordé nuestros experimentos cuando éramos niños, ¿se acuerdan?.
- Cómo no nos vamos a acordar si ese era uno de nuestros pasatiempos favoritos. Terció Momo siendo secundado por Sebas y por Angelita y Karem.
La reunión transcurría lo que podríamos considerar normal, cada uno de nosotros fuimos mostrando a todos los demás fotografías de nuestra infancia y a cual más la analizábamos a fondo soltando sendas carcajadas de vez en cuando al mismo tiempo de que acudían a nuestra memoria alguna de las travesuras en las que habíamos aplicado todo nuestro infantil criterio.
Así pasaron por nuestra mente los años idos, recordamos cuando nos hicimos la promesa de pasar una Noche de Muertos en la Casa de los Gatos, travesura que nunca llevamos a cabo ya fuera por nuestras ocupaciones ya que cuando alguien salía de vacaciones o como en mi caso que tenía Campamento o Acantonamiento de Scouts, pues el ánimo decaía y no nos reuníamos. Parece que había una norma no escrita en la que se estipulaba que ... Deberíamos estar todos para que cualquier acción se completara o la dejábamos para subsiguiente ocasión.
Entre bromas, botanas, cigarrillos, refrescos y una que otra cervecita y de vez en cuando un baile de aquellos de nuestros tiempos, como dirían nuestros papás, a eso de las nueve y media de la noche ya estábamos todos reunidos cuando Sebas se levantó y muy ceremonioso solicitó permiso para poder pasar al baño, actitud que todos celebramos con tremenda risa que contagio al mismo Sebas y por poco y hace una gracia en la misma sala.
- ¡Claro que puedes pasar!, No seas payaso, ya sabes donde está tantas veces que estuviste aquí jugando conmigo a las Barbies.
Comentario que causa aún más hilaridad entre todos acentuando al máximo la necesidad de que Sebas se trasladara inmediatamente al baño.
- ¡Ah! Y no se te olvide saludar a mi amigo.
- ¿Cuál amigo?, Preguntó Sebas.
- Ah, pues a mi amiguito que está allá afuera ya que sí no lo saludas correctamente y sin miedo no te dejará pasar al baño, ¡es muy maldoso!
Cuál no sería la reacción de todos pero en particular la de Sebas que hasta las ganas de ir al baño se le quitaron.
Alexis era uno de los mas divertidos con mi comentario y no se diga de Erick que no acertaba sí reír o prepararnos alguno de los cócteles de su invención los que por cierto le resultaban espléndidos,
- ¿Qué no les había platicado de mi amiguito?, Cómo es posible si desde que éramos niños me sigue a todas partes. Habrán notado que nunca me dio miedo el andar sola o el quedarme solita en mi casa aún cuando nadie aceptaba quedarse solo en nuestras casas cuando nuestros papás tenían algún compromiso. Pues mi amiguito es como un niño, siempre anda vestido con un overol azul y una gorrita de Sony que mi mamita trajo una vez a la casa ya que ahí trabajaba en ese tiempo. Mi amiguito siempre se aparece cuando más lo necesito ya que no solo es compañía sino que también me dejaba asombrada con las soluciones que daba a los mas diversos problemas que se me presentaban sin importar que fuese de localizar una calle, ya que como recordarán siempre he sido muy despistada, o de algún problema de computación, o de cocina, o del auto en fin cuando surgía algún problema siempre he contado con mi amiguito. En una ocasión tuve que atravesar al Unidad Tlatelolco ya muy noche y para colmo en una noche lluviosa y además con un apagón así que, la verdad, el miedo no se hizo esperar y el trayecto de la estación del Metro a mi casita se me estaba haciendo eterno hasta que de pronto apareció mi amiguito y tomándome de la mano empezamos a caminar pausadamente mientras le contaba de mis problemas y de la cantidad de trabajo que tenía y que me esperaba al otro día, o mejor dicho al poco rato ya que pasaba de la media noche, en mi oficina. Sentí tal alivio de su compañía que desde ese entonces cuando siento algo de temor inmediatamente lo invoco e invariablemente se presenta mi amiguito con su overol azul y su gorra de Sony.
- Una vez cayó en mis manos un libro de los que mi Papo acostumbraba leer y que tiene por titulo “El Callejón de Cañitas” y la verdad es que no me impresionó ya que está escrito como una novela, como un simple relato que más que otra cosa parece una sarta de charlatanería barata que trata de narrar una serie de hechos supuestamente sobrenaturales, sin embargo, al llegar al final de aquel relato la forma en que está redactado el epilogo y al estar leyéndolo sentí la presencia de mi amiguito y una sensación que me indicó que el relato que acababa de leer era cien por cien verdadero. En posteriores lecturas este ha sido el indicador de falso o verdadero de algún escrito ya que la presencia o ausencia de mi amiguito me indica la veracidad de lo leído.
- Lo más curioso es que nunca le he preguntado su nombre y cuál es el motivo de su presencia o qué es lo que desea y él a su vez tampoco me ha preguntado mi nombre simplemente somos amigos.
Mi platica los mantuvo en completo silencio, inclusive Alexis se mostraba absorto en los detalles de mi relato, nadie explayaba comentario alguno hasta que un ruido en el patio nos sacó a todos de nuestro interés.
- ¿Qué fue eso?. Preguntaron Caty y Karla al unísono.
- ¿Ese ruido?, Debe de haber sido una cubeta que movió algún gato.
Me adelanté a decir, aunque bien sabía que se trataba de mi amiguito que con ese ruido me indicaba que ahí estaba, vigilándome, cuidándome.
La apuración de Sebas por ir al baño se cortó de pronto y olvido su necesidad así que nunca supimos sí era mi amiguito o nunca había habido tal necesidad.
- ¿Se acuerdan que tenemos pendiente pasar una Noche de Muertos en la Casa de los Gatos?. Inquirió Erick.
- Desde luego, ¿Cómo crees que se nos va a olvidar?. Dijeron Luz, Samanta, Momo y Angelita.
- ¿Qué propones?
- Pues que como la Casa de los Gatos ya está habitada, . . . ¡Que vayamos a un panteón!.
- ¡Estas loco!. Dijo Alexis. Siendo esta la primera vez en la que no estaban de acuerdo.
- Pues la verdad no es mala idea y así cumpliremos nuestro propósito de infancia.
- Pues si que recuerdo aquella propuesta, pero yo tengo que oficiar muy temprano así que hasta aquí los acompaño. Dijo Alexis.
- ¡Alexis tiene miedo!, ¡Alexis tiene miedo!, Empezamos a corear todos.
- Anda que necesitaremos de alguien que nos ahuyente los malos espíritus. Dijo Samanta y todos reímos.
Nos apresuramos a buscar nuestros respectivos suéteres o chamarras y emprendimos el viaje a nuestro encuentro tomando rumbo al poniente, hacia la carretera a Toluca por la Avenida de los Constituyentes un poco arribita de la segunda sección de Chapultepec. Aunque éramos once nos acomodamos en la Van de Erick siendo él mismo el Conductor designado ya que en toda la noche lo más fuerte que había tomado fue una Coca-Cola eso si con mucho hielo.
Desde el abordaje empezaron las bromas o mejor dicho continuaron ya que solamente cuando yo les relate lo de mi amiguito todos estuvieron muy atentos y muy calladitos algo raro en el grupo.
- ¡Esperen!. Les dije ya a punto de subirme a la Van. Se me olvida mi amiguito.
- ¡No juegues!. Inmediatamente casi gritaron Sebas y Luz, siendo celebrado por los demás con sendas carcajadas y haciendo blanco de las bromas tanto a Sebas como a Samanta.
- ¡Ven!. Desde la puerta de entrada y dirigiéndome hacía adentro de mi casa le grité a mi amiguito y como si lo tomase de la mano y después me lo acomodara sobre mis piernas, cerré la puerta, puse el seguro y me coloque el cinturón de seguridad procurando abarcar a mi amiguito. Todos sin excepción se me quedaron mirando entre asombro y curiosidad.
- ¡Vamos!, ¡Listos!. Dirigiéndome a Erick casi le di una orden y por fin arrancamos a nuestro encuentro con nuestra promesa de reunirnos la Noche de Muertos.
El viaje no nos tomo más de unos quince minutos cuando que en un día normal y a eso que llaman Hora Pico, nos hubiese quitado no menos de hora y media. Si bien habíamos pasado ya bastantes horas bromeando, bailando y platicando, Erick condijo con bastante agilidad y con el máximo de precaución.
- ¡No des lata!, ¡Siéntate correctamente!, ¡No te safes del cinturón!. Fueron algunas de las indicaciones que hube de darle a mi amiguito ya que según yo, iba muy inquieto.
- Discúlpenlo pero es que va muy contento de ir al panteón.
- ¡Ya no sigas con tus bromas!. Dijo Caty.
- ¿A poco le crees a Pame?. Le preguntó Karla, siendo secundada por casi todos con excepción de Alexis que se mantenía callado y observador aunque divertido.
- ¿Y ahora por dónde entraremos?. Preguntó Momo.
- Pues por la entrada. Dijo Samanta.
- ¡Si como no! Casi dijimos todos.
- Nos brincaremos la barda por el lado de atrás que esta bastante bajo y por ahí no tendrán problema las mujeres.
- ¿Qué te pasa?. Dijimos todas. ¿Se te olvida que Angelita y Karem fueron magnificas basketbolistas y que yo misma destaqué en salto de altura?
- Perdón, perdón, solo fue un comentario en atención para tan nobles damas.
Reímos todos y abrigándonos para soportar el frío otoñal nos dispusimos a saltar la barda que en realidad estaba bastante baja.
Una vez adentro nos miramos y empezamos a soltar unas risitas entre inocente maldad y nerviosismo que se ahogaron en lo espeso de la neblina de la madrugada.
Empezamos a caminar primero bien asidos de las manos cual procesión de elefantitos en la selva africana o mejor dicho como cuando nos sacaban del Kinder a algún paseo que por lo general no iba más allá de dos cuadras hasta llegar a la Alameda de Santa María. Pues bien como nos resultase un poco incomodo el avanzar de esa manera nos fuimos, sin sentir, soltándonos de las manos hasta que estábamos todos desperdigados sin ningún plan o formación de modo que de pronto Caty se tropezó y fue a dar con toda su esbelta humanidad en un foso recién excavado por allá en la Sección de Sexta Clase según nos percatamos en un letrero que en su caída Caty había arrancado.
Fue tal la potencia del grito que pensábamos que alguien se habría de haber despertado pero, no a no ser el aleteo de alguna ave noctámbula, que espero y no haya sido algún murciélago de esos que resultaba muy propicio para tan tenebrosa y representativa noche.
Bueno recuerdo de eso de la Sexta Clase porque no cabe duda que por las condiciones de las veredas no habría de haber alcanzado otra categoría al contrario que de haber habido una clase más baja considero que debería haber estado en ella.
De pronto Caty, Karla y Samanta se pusieron a leer los nombres de las personas que estaban escritos en las placas que en la mayoría de las ocasiones se encontraban en la parte central de senda cruz la cual y tal vez por la oscuridad siempre resultaba de color negro.
El grupo se diseminó de tal manera que sin darnos cuenta no alcanzábamos a vernos ya fuera por la neblina o porque cada uno tomó rumbo distinto.
Lo único que sentía era que junto de mi siempre estaba mi amiguito con su overol azul y su gorra de Sony el cual no se separaba más allá del alcance de mi mano y aunque no lo tocaba yo sabía que ahí estaba él.
Alexis al perder contacto con cualquiera de nosotros optó por regresar y no supimos nada de él hasta el domingo siguiente que sin ponernos de acuerdo coincidimos todos en misa de doce que era la que normalmente oficiaba en la Parroquia de Nuestra Señora del Pronto Socorro a un lado del que le llaman el Árbol de la Noche Triste aquel ahuehuete en donde según la tradición lloró Hernán Cortés después que los habitantes de la Gran Tenochtitlán lo pusieron como campeón a él y a sus dizque conquistadores.
Pues volviendo a la noche anterior en la que estábamos cumpliendo nuestro propósito de reunirnos en la Noche de Muertos, Luz, Sebas y Karem se fueron por una vereda que los llevó hasta una especie de gruta que estaba como iluminada pero no había ninguna lámpara, ahí encontraron a unos trabajadores que estaban libando alrededor de un tonel igualito como aquel que una vez hace muchos años mi papo les hizo una cuna a mi mamita chula y a mi tía. Pues sucede que estas personas efectivamente eran trabajadores de la construcción y se encontraban jugando entretenida partida de baraja conocido como Brisca o Rentoy de manera que casi a cada depósito de alguna baraja en la parte superior del tonel, soltaban sendas carcajadas contagiosas al grado que sin entender lo que decían se unían en coro a aquella tertulia. Inclusive los invitaron a que probaran una especie de botana, misma que consistía en una salsa verde molcajeteada tan picosa que podía haber servido para remover cualquier pintura por terca y rejega que nos encontráramos o para abrillantar cualquier joya de oro o de plata.
Karla, Angelita y Momo, se encontraron de pronto en un río donde chapoteaban alegremente no menos de una docena de niños, cuando repentinamente les empezó a dar un calor insoportable al grado que no tuvieron más remedio que lanzarse las frescas aguas del río engrosando al grupo que hacía una delicia de sus juegos ya que a cada movimiento con sus manos, salpicaban a cuanta persona (¿?) Se encontraba cerca.
Samanta, Erick y yo escuchamos un suave repique y nos dirigimos hacía donde emanaba aquel rítmico llamado, de improviso nos encontramos en la entrada de un templo cuya construcción debe de haber sido desde el siglo antepasado o sea por ahí del siglo XXVII. Noté que aunque se escuchaban los repiques y de que el templo tenía dos torres con sendos campanarios, no había ninguna campana. Cuando entramos al templo, el mismo no contaba con techo, parecía como si estuviera sin terminar pero no en ruinas.
Sin pensarlo nos arrodillamos en el momento que un sacerdote salió por la sacristía y se dirigió precediendo a un acolito al altar donde empezó una ceremonia que supongo que era el correspondiente a misa y digo que supongo porque no se oía nada simplemente los movimientos eran los que se efectúan cuando un sacerdote católico oficia la misa.
Creo que debe de haber sido un monje franciscano ya que siempre tuvo puesta la capucha de su habito y a decir verdad la sombra siempre cubrió su rostro de suerte que solamente una sombra negra ocupó el sitio que debió de haber sido ocupado por el rostro de aquel sacerdote.
Sin embargo, en ningún momento sentí miedo o temor ya que la mano de mi amiguito siempre me mantuvo atenta y consiente de lo que estaba pasando, caso contrario de lo que sucedió con Samanta y Erick ya que los dos inclinaron la cabeza e inmediatamente entraron en un trance que transcurrió toda la ceremonia y solo cuando hubo de haber terminado empezaron a dar signos de estar al tanto de lo que estaba pasando pero que no recordaron posteriormente detalle alguno de la ceremonia es mas cuando me volteé a llamar su atención, de pronto nos vimos arrodillados sobre unas tumbas.
Luz, Sebas y Karem despertaron montados sobre unas ramas de un seco pirú, con la boca llena de ramas y haciendo muecas como si estuvieran preparándose un taco.
Karla, Angelita y Momo estaban chapoteando en una de tantas piletas o fuentes como las que siempre existen en este tipo de panteones y que sirven para que los dolientes no tengan que caminar acarreando el agua para las tumbas visitadas en los días en que acostumbran visitar a sus difuntos. Brincaban y se salpicaban a la vez que dirigían sus travesuras hacía imaginarios compañeros de juego y solo pararon hasta que se percataron que sus ropas estaban empapadas y que el frío del alba los devolvió a un estado de conciencia que más que frío sintieron algo de vergüenza de que los viéramos en tal situación.
- Karla, Angelita, Momo, ¿Ya vieron cómo están empapados? Y ustedes Luz, Sebas y Karem, ¿No les da miedo estar encaramados arriba de ese árbol y comiendo ramas de pirú?, ¡Guacatelas!, ¿A que les sabe?.
- ¿Qué pasó?. Dijeron todos casi al unísono.
- Creo que la botana nos hizo daño.
- O las cervecitas se nos subieron.
- Ja, ja, ja. Reímos todos.
- Miren no hemos avanzado nada estamos donde brincamos la barda.
- Creo que la broma ya fue demasiado lejos. Los voy a dejar en sus casas y ya nos reuniremos en otra ocasión. Dijo Erick.
- No mira como están mojados Karla, Angelita y Momo.
- Si, y Luz, Sebas y Karem aún están masticando ramas de pirú.
- Erick tiene razón, ya fuimos demasiado lejos dejemos a los muertos en paz que pasen su noche tranquilos sin que nadie perturbe su descanso, es más ya falta poco para que empiecen a llegar los deudos de estos difuntos.
- Pero, ¿Qué pasó?
- No sé, no recuerdo nada, solo que brincamos la barda.
Todos estuvimos de acuerdo ya que aunque era muy temprano, efectivamente las puertas del panteón aquel se abrieron casi al amanecer y las personas ya desfilaban por las veredas en busca de las tumbas de sus muertos, los que deben de haber pasado una Noche de Muertos muy diferente a las demás.
Ya no salimos por donde habíamos entrado es decir la barda del fondo del cementerio sino que en esta ocasión lo hicimos por una de las puertas laterales que da a la Avenida de los Constituyentes.
No fueron pocas las personas que cargando tupidos ramos de nube o de gladiolos se nos quedaron viendo un poco extrañados ya que a distancia, o como decía mi bisabuela “A Leguas”, y por nuestra vestimenta se nos notaba que no precisamente éramos visitantes además de las fachas en las que debimos haber estado.
Ya casi en la salida, volteé a dar un ultimo vistazo y claramente vi a mi amiguito que levantando su manita derecha nos decía algo así como “Adiós”. Con su overol azul y su gorra de Sony dijo algo que solo yo alcancé a entender al leerle los labios.
- ¡Pobres mortales!. No se dan cuenta que en realidad estuvieron en una autentica Noche de Muertos y que no recuerdan nada porque no lo entenderían. ¡Pobres Mortales!. No te preocupes Pame, que yo siempre estaré a tu lado, cuidándote.
Cuando nos encontramos con Alexis unas horas después nadie comentó algo al respecto solo unas cuantas bromas. Esperamos a que terminara de oficiar la misa de las doce y nos dirigimos a una Fuente de Sodas que está casi enfrente del templo y ahí tomamos unos refrescos y unos helados, bromeamos y quedamos que la próxima reunión sería en . . . ¡La Casa de los Gatos!.
- Ja, ja, ja. Reímos todos y nos despedimos prometiéndonos volver a encontrarnos al próximo año.
En la esquina de la Fuente había una Sinfonola y sobre de ella, con su overol azul y su gorra de Sony, mi amiguito me decía adiós.
La verdad me reconforta muchisimo encontrar por fin un buen cuento en esta pagina. Tienes mas cuentos?