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Noche de baile

El volumen de la música era el máximo... Mis oídos estaban a punto de estallar, pero yo seguía bailando, él seguía cantando y la escena estaba muy clara.
Mis manos pasearon por su cintura, él se estremeció pero siguió con el baile. Me acariciaba el cabello y, tras mis vueltas podía ver sus ojos viajando por mi contorno. La canción acabo. Su perfume me invadía. Comenzó la segunda balada de la noche. Él estaba cansado y se sentó al lado de sus amigos que comenzaron a hablarle enérgicamente y luego vi cómo reía y posaba su mirada en mis ojos, que estaban a una distancia impresionante.
Yo, por mi parte, estaba sola... si, había ido sola para aquel oscuro club.

Me fui a la barra y de ahí lo observé mucho más discreta. Tenía un calor insoportable y buscaba alguna bebida fría... Me atendieron, y pronto me encontraba con un vaso de ponche en la mano. Volteé a ver dónde se encontraba aquel misterioso hombre con quien bailé, pero no estaba ahí y, de improvisto, sentí que unos brazos se pasaban por mi cintura y una cabeza se apoyaba en mi hombro. No podía estar mas segura de que era él cuando pronunció suavemente en mi oído: “¿quieres volver a bailar?”.

Salimos a la pista, estaba llena, el mismo grupo tocaba.
Él me agarró de la mano y nos adentramos hasta llegar al centro. Ahí el me abrazó fuerte contra su pecho y comenzamos a bailar.
Tenía su cara muy cerca de la mía, sus brazos me contorneaban y sus ojos miraban a los míos. Yo estaba hechizada, creo que por un momento no bailé... sino hasta que sentí el cambio repentino de ritmos tras una canción a otra.
Sus cabellos castaños caían en sus ojos negro azabache, profundos y hermosos. Su boca carnosa estaba inmóvil, tenía una buena forma y era de un rojo intenso. Su nariz era recta y puntiaguda.

Me abrazó aun más fuerte y se acercó a mi cara para besarme. Cerré los ojos, la música era sólo un acompañante de ese impresionante momento. Me di cuenta de que enrollaba su dedo índice en mi cabello y también sentí cómo me acariciaba, con la otra mano, la espalda y el hombro derecho. Yo estaba estupefacta, estaba completamente fuera de mí y lo único que pude hacer fue seguirle la corriente.
Él me agarró de la mano y salimos a la calle. La luna estaba menguante, lo que hacía la noche oscura. Me dejé llevar por él. Las calles pasaban y pasaban... yo estaba perdida, no sabía dónde demonios me encontraba, pero seguí caminando y él volteaba a mirarme y me sonreía, con una sonrisa mágica, que me mostraba la perfecta dentadura que poseía, blanca y hermosa.
Yo me limitaba a soltar una risita bastante inútil, pero cada vez que lo hacía él apretaba más fuerte mi mano.
Llegó un momento en él que se detuvo y yo le pisé los zapatos. Él volteó y me besó, nunca entendí por qué... pero es que, aunque jamás entendía cada movimiento que daba, caía en su juego que comenzaba a gustarme.

Llegamos a un edificio viejo y abandonado, donde había poca luz. Él me guió hasta un cuarto y me encerró ahí, pero sin antes decirme:
- Espérame aquí, ¡no sabes lo feliz que estoy! – me tenía confundida. No sabía si era lo que él buscaba pero, siendo así, ya lo había encontrado.
Me senté en el piso, con las rodillas pegadas al pecho. Arrancaba las hilachas de mi vestido azul, jugaba con mi cabello, miraba al techo y comía mis uñas. Después de mucho tiempo de espera quedé dormida... sumida en un profundo sueño.
Una voz me despertó, una voz angelical... Un cántico hermoso. Abrí los ojos, no vi a nadie. La puerta estaba abierta, el sol se escurría entre las rendijas de las ventanas. Un gran pasillo estaba a mi espera.

“Quédate donde estas, fuera las luces”

Un grito, una lágrima, la oscuridad. ¿Qué ocurría? Un espejo gigante estaba frente a mi y en sangre estaba escrito: “soy una diva” ¿qué pasaba? ¿Qué era todo esto?
Un cuerpo sin vida yacía en el piso. Con miedo busqué la cara... Era una mujer, al parecer joven. Trague saliva... Busqué algún interruptor de luz, necesitaba ver que era lo que había a mi alrededor... De nuevo la música, de nuevo el cántico, la voz melodiosa.

“Quédate conmigo, ten fe en mí”

El miedo me invadía, se me heló la sangre y sentí mucho, mucho frío... Mi piel estaba pálida, tenía los labios azules. Aquel espejo cayó, se rompió y cortó mi cara y mis brazos. ¿Quién era aquel desquiciado hombre? ¿Aquel enfermo a quien yo seguí?
Grité pero nadie respondió a mi llamada... pisé algún líquido que comenzó a subir por mi pierna... corrí, me oculté tapándome la cara con las manos... ¿Qué había hecho? El llanto se apoderó de mí...

A lo lejos escuché pasos. Pasos leves, pasos lánguidos... pude creer que a penas tocaba el piso. Una mano agarró la mía. Aquel hombre de nuevo me estaba estrujando en su pecho. Creo haberme desmayado, porque al abrir los ojos estaba en otra habitación y en mi brazo izquierdo tenía cortaduras de una navaja... aquel había escrito con mi sangre en mi brazo su cántico, su frase...

“Quédate aquí, somos uno”

Lloré desconsoladamente y corrí por todo el edificio sin encontrar salida... Las ventanas estaban cerradas, las puertas igual. No había luz en ninguna parte y tropezaba con todo. Me sentía en un laberinto, me sentía en una película... yo era la victima y él un asesino... ¡oh! ¿Por qué mi incredulidad?
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuántas horas habían pasado? ¿Cuánto tiempo llevaba intentado escapar inútilmente? Y ¡oh! Esa luz radiante... El sol estaba frente a mi, una ventana estaba abierta de par en par... y, sentado delante de ella él, que me miraba con una sonrisa burlona en su boca carnosa y un cuchillo en su mano.
- Ven, no me tengas miedo... siempre te amé cariño. Ven.
Caminé con pasos nerviosos y él sonreía más y más... miraba mis pies. Tenía mucha dificultad en caminar pues, por alguna razón me dolía el pie derecho.
Cuando estuve lo bastante cerca el me abrazó y yo caí sobre él.
- Cariño, hago esto por los dos, piensa en mi que te amo... piensa en nuestro futuro. No seas egoísta que para llegar a la felicidad hay que sufrir. Ven dame un poco de esa sangre que sabes que derramarás.
¡Sentía pánico, pavor! Corrí lo que pude pero me alcanzó y clavó su cuchillo en mi muslo izquierdo. Yo grite.
- No hagas las cosas mas difíciles amor, así nada saldrá como lo planeado.

Y así pasé tres largos días, o quizá mas... no supe llevar la cuenta, la luz era escasa. Pero el cuarto día sostuvo mis manos en las suyas y me dijo:
- Ya, llegó el día... Eres tan perfecta. No sabes cuanto cuesta encontrar mujeres como tu... Me he equivocado muchas veces antes de conocerte... Ahora que te tengo por fin disfrutaré de un futuro feliz. Ven. – Me cargó, pues para mí era imposible caminar, y me sacó de aquel edificio diabólico. Entró en un pequeño parque y ahí comenzó a cavar en la tierra. Yo me iba alejando poco a poco, arrastrándome con mis brazos que también se encontraban débiles. Y, cuándo el hoyo ya estaba lo suficiente profundo para que él no saliera de ahí por unos momentos, yo me apuré en la escapada.
Ya, en la acera, fuera del parque, comencé a gritar, pidiendo ayuda. Él me oyó y oí sus pasos, corriendo hacía donde yo estaba. Pero, afortunadamente, antes de que llegara una mujer, mas o menos vieja, de unos cincuenta años, me había visto y corría por mi auxilio. ¡oh! Cuanto le agradezco...
Aquel infeliz corrió por miedo a que lo atraparan, pues sabía perfectamente que le sucedería, y dos o tres hombres fueron en su búsqueda.
La mujer llamó a la policía. Y la persecución fue sorprendente. Tenía miedo... mucho miedo.

Ahora, un mes después, siento miedo... A aquel hombre lo atraparon y lo condenaron a cadena perpetua. Y por mi parte... me encuentro en un hospital, en rehabilitación por los tantos golpes fuertes que recibí. Y en el psicólogo para perder el temor que me invade por cualquier hombre de cabello castaño y boca carnosa.
Y sus palabras me causan un trauma insuperable... su cántico lo siento en mi cabeza, como si un gran disco rodase en ella todas las noches.
Datos del Cuento
  • Autor: Camila
  • Código: 17311
  • Fecha: 03-09-2006
  • Categoría: Policiacos
  • Media: 5.22
  • Votos: 179
  • Envios: 7
  • Lecturas: 4003
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
alejandro
invitado-alejandro 20-03-2009 00:00:00

Me Encanto Este Cuento Si Tienes Libro Dimelo Me Encantaria Comprarlo

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