-¿Que té pasa? Hace tiempo te veo triste, ni siquiera me miras a la cara, no aguantas mi mirada.
-No es nada. Se me pasará.
-Dime algo. Háblame, no te quedes así. Hace días que no me hablas.
-No es nada. De verdad, solo es una mala época.
-¿No té parece que ya dura mucho? Estoy aqui ¿Lo sabes? ¿Te das cuenta al menos?
-Lo siento. No puedo evitarlo.
-Ten valor. Enfréntate al problema. Yo ya lo he hecho. Dime lo que sea, yo ya estoy preparada. Afrontaré lo que sea.
-Ahora no tengo ganas de hablar.
-Últimamente nunca tienes ganas. Supongo que algo estaremos haciendo mal. Cuando te apetezca hablar sabes donde estoy.
Salió apresurada de la habitación, dejándole con la mirada perdida en el vacío, como si estuviera completamente solo. Lo miró desde la puerta y salió. Se dirigió al parque donde se conocieron, necesitaba respirar, pasear y dejar de pensar un rato en los problemas que la agobiaban.
Mientras, en la habitación, él se levantó y se acercó a la ventana. La vió pasear por el parque con aire ausente y tomó la decisión que tanto llevaba meditando.

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-Ya has vuelto.
-Sí. Por lo que veo tu también.
-Tenemos que hablar.
-Llevo diciéndotelo semanas. Dime de una vez lo que tengas que decir.
-Lo siento.
-Con eso no basta. Necesito una explicación.
-Me voy.
-¿Té vas? Eso es todo...
-Hace tiempo que lo pienso. Ya no te amo como antes. Te quiero pero no te amo como debería. Lo siento.
-¿Lo sientes? Seguro ¿Cómo debo sentirme ahora? ¿Hay otra?
-No hay otra. Nunca te he engañado pero necesito irme, solo.Siento haberte hecho daño pero te aseguro que hay cosas peores y lograrás superar esto.
-Para ti es fácil, eres tú el que se va. Soy yo la que se queda sola...

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Recogió las maletas, que ya tenía hechas y salió del apartamento en el que llevaban un año viviendo juntos.
Ahora era ella quien miraba por la ventana y lo veía caminar por la calle sin ni siquiera volver la cabeza.
¿Cómo podía dejarla sola? Se preguntaba que había hecho mal y se sentía humillada ¿Cuando había dejado de amarla? ¿Cómo dejó ella que eso sucediera?

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Había pasado mucho tiempo y no había vuelto a saber nada de él. Imaginaba que que ya se habría olvidado de ella cuando recibió aquella visita.
No pudo ni mantener la compostura cuando escuchó esas palabras.
-Nunca té olvidó, nunca dejó de amarte. No quería que sufrieras. Siempre nos dijo que eras demasiado joven y frágil, que no quería hacerte daño. No quería que le vieras así. No quería que le vieras morirse. Por eso se fue- Sus lagrimas, de impotencia y dolor, se sumaron a las de la otra mujer- Vengo a buscarte porque aun estas a tiempo de decirle adiós.

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Apenas le dio tiempo a llegar.
Entre lagrimas le susurró al oido lo mucho que le quería.
Fue lo último que él escucho antes de irse para siempre, dejándola desolada.
Y, aunque ella le amó siempre, una parte suya nunca le perdonó que la apartara de su lado en sus últimos momentos, porque sentía que él le había robado su capacidad de decidir cuanto era capaz de soportar.
Ahora ya lo sabía. Se había hecho fuerte