Un Sábado más. Borracho, las tres de la mañana, andando en dirección a los autobuses nocturnos con unos amigos. La violencia y el odio a los semejantes se dejan oir en la avenida. Roberto es el corifeo a quien responden las otras voces. El se emborracha con una razón, por algo y desearía ser joven por siempre para hacerlo. Lo hace por odio por que detesta su vida, su familia maltrecha, su trabajo...no tiene novia por que sólo desea a las mujeres para desflorarlas y luego abandonarlas en el dolor del amor no correspondido. A su padre, que les abandono por una rubia platino, le desearía la más cruel de las muertes, con el mayor sufrimiento.
Allá en la esquina un mendigo huye del frío en la puerta de un comercio.
-Mirad aquél cabrón¿creeis que merece la pena que viva en esas condiciones?-Pregunto Roberto mientras se acercaban.
-Nunca, pobrecillo no debe sufrir-contestó una voz temblorosa por la emoción.
Llegaron al lugar donde se encontraba el somnoliento mendigo y sin darle tregua le pegaron una patada. Desde un poco más lejos Rober, como le llamaban sus amigos, esperaba su turno. Cuando el hombre estaba moribundo por la paliza sacó un rotulador y desnudándole le escribió sobre el pecho "lo hemos hecho para que no sientas el frío y no sufras más". A continuación le revento la cara con un par de patadas.
A lo lejos una sombra les observaba sin que ellos se percataran de nada, al ver el ataque de Rober la sombra sonrió satisfecha.
Esa noche Rober estaba hastiado de todo y deseó tener valor para huir de la ciudad, incluso para suicidarse. Estaba harto de ser el único que llevara su casa adelante, de una madre alcohólica que olvidaba a sus hijos y de unos hermanos que nunca agradecían nada.
El día le sorprendió en estos pensamientos y así, con ellos, pasó.
Llegó la noche y al volver a casa del trabajo en el taller, en el habitual callejón, el cual tenía que atravesar para llegar a su casa, sucedió lo inesperado.
Era una calleja oscura a pesar de que estaba poblada de edificios, nunca pasaba nada allí era la zona más tranquila del barrio y siendo de él era imposible que sucediera nada.
Pero al figura que le observara la anterior noche estaba alli.
-¿Me podrías decir la hora?
Rober pensando que sería algún homosexual buscando sexo le ignoró.
-Eres guapo y agresivo-dijo aquella persona-llevo días observándote y eres mi elegido.
-Para qué-dijo el joven asustado y tembloroso a la vez.
-Para ser mi hijo, alguien bello entre los bellos, inmortal y con la capacidad divina de dar la vida y quitarla, de vivir libre y sin más`preocupaciones que alimentarte de algunos de tus semejantes, y si quieres de vengarte por los siglos de los hombres. Yo te prometo todo eso y más.
-No te creo...pero ójala fuera cierto que eso fuera posible.
-Es cierto y posible...yo te puedo dar todo eso, pero antes debes morir, es la única condición. Te doy de tregua para pensarlo hasta mañana a esta hora. Si decides seguirme despidete de todo y de la luz diurna, y de esas amistades inútiles y de esa violencia sin sentido.
-Lo prometes, dame una prueba...-Rober estaba tembloroso por las nuevas oportunidades pero sentía miedo al dolor, a esa muerte que en otros momentos había deseado.
-Una prueba...sin más retraso el hombre se lanzó sobre él y le mordió solo unos segundos, pero lo suficiente para que el joven sintiera la muerte.

Acepto, acepto lo deseo- Dijo Rober en un estado cercano al éxtasis.
El día siguiente se despidió someramente de todos diciendo que había decidido viajar un tiempo y que era posible que no volviera.

Esa noche a la hora convenida en el mismo callejón solitario encontró a la figura y esta vez vio su faz. Era la de un joven de su edad pero detenido en tiempo, unos ojos claros como la luna y manos limpias como el agua.
-Antes quiero que te hagas unos cambios para ser digno de pertenecer a nuestro grupo, yo mismo los hare.
Le afeito al máximo, le arregló las uñas y le peinó de manera más clásica el largo pelo.
Después desapareció un segundo.
Rober estaba nervioso, se sentía emocionado y miedoso al mismo tiempo...tenía ilusión de hacer esos sueños realidad y vengarse por los siglos del género que tanto le había maltratado en aquellos veinte años de su vida.
Derrepente David, asi se llamaba el vampiro, reapareció.
¿Estas listo para la eternidad?
-Creo que sí-
Al oir esas palabras David mordió avidamente el cuello de Rober, más fuerte que la anterior noche. El dolor era inmenso mientras Rober sentía que la vida se le iba.
Derrepente el dolor cesó y cayo al suelo moribundo.
"te he desangrado hasta casi tu muerte, ahora debes decidir si quieres seguir con esto, si no terminaré contigo y te encontrarán mañana, muerto, si lo deseas serás miembro del poder"
-Si, por favor si lo deseo, dijo en un hilo de voz Rober desde el suelo.
David abrío su muñeca y dejó caer unas gotas de su sangre en los labios del joven que instantaneamente comenzó a libar el preciado líquido.

-Ya eres uno de los nuestros, eres mi primer hijo, te amo por ello.

Rober se levanto con el gusto de la sangre de su padre en la boca y vio todo nuevo, era lo mismo pero nada era igual.
-Ahora elige una víctima, es necesario que mates a alguien junto a mi para completar tu naciemiento y luego te neseñaré más cosas, todas las posibilidades que puedes alcanzar con tu nueva vida.

La víctima elegida fue su propia madre, a la que degustó en sólo unos minutos y de la que se rio viendo la cara de miedo al ver a su hijo haciendo aquello.

Así nació un insaciable vampiro, Rober que haría los mayores estragos entre los humanos y que creo una raza nueva convirtiendo en vampiros a algunos de sus amigos. Junto a David llegaron a acabar con pequeñas poblaciones al completo...