Soñé una noche, que en la espesura de un bosque me ponía a contemplar las glorias del creador preguntándome el porqué de tanto sufrimiento para al final dejar sin más ni más esta tierra para siempre. De pronto, por la planta de mi pie descalzo comenzó a introducirse algo que me causaba dolor, me incliné levantando un poco mi pie y pude ver una especie de liana o vejuco que entorchandose como un resorte se clavaba en mis carnes inmisericordemente, a medida que subía por mi pierna la liana giraba sobre si misma y a cada giro de 180 grados una terrible espina brotaba de su tallo, así emigró a lo largo de mi pierna rasgando musculo y tendones con cada espina que surgía y haciendome sentir el peor de los suplicios, subió por mi vientre hasta alcanzar mi pecho, allí, a través de mis costillas brotó asomando un pequeño botón entre mis carnes desgarradas, me sentía morir del dolor, mi garganta gritaba a través de mi boca cerrada, y mis ojos desorbitados miraban el pequeño botón, entonces ocurrió el milagro, el botón comenzó a girar abriendo sus petalos hasta tornarse en la más hermosa y aromatica de las rosas, me vi entonces desde las copas de los árboles y ya no me importó el dolor, fue un sueño muy estraño. Solo supe desde entonces que si no hubiera sufrido con estoicismo lo que no podía comprender no hubiera conocido a profundidad la belleza de una flor. Esa flor son los hijos que te dejan y luego te dan nietos, esa flor son la mujer que a través de tu vida te amarga con quejas vanas y al final se convierte en tu más fiel amiga, son los amigos que en la Universidad te despreciaron y que al final de tu vida comparten contigo los recuerdos riendo de buena gana de cosas que ahora no pueden comprender por que lo hicieron, son treinta años de trabajo, son el tiempo transcurrido para al final disfrutar de tu jubilación, y luego el descanso rodeado de niños, o quisas la rosa te consiga solitario, sin amigos, sin estudios, abandonado, todo dependerá de como hayas tratado y soportado el dolor causado por la migración de tu liana. Vive, vive tus espinas, que ya llegará la rosa.