Soñé, o no se si viví lo que creo que soñé, soñé que un día era libre, libre para siempre de las ofensas y desprecios de aquella que una vez fue mi amada, soñé que era libre de una relación malsana e hiriente; por un momento me vi caminar por el más verde de los prados, con brisa suave con olor a azahares, con pétalos que flotaban en el aire difundiéndose como mariposas, con canto de aves y nubes lejanas, caminaba sin cansancio, con la frente en alto, con el pecho erguido, con la fuerza viva del que se sabe libre, finalmente libre. Pero se acumularon las nubes, se fueron las aves, mi sueño se tornó oscuro, el viento cambió sus azahares por tierra mojada y fango suelto, de repente comenzaron a llover pajarillos muertos, un horizonte negro me mostraba un futuro incierto, y allí, al frente de mi se levantó imponente una nube de la que salieron varios espíritus, Lucha, Odio y Venganza eran los más fuertes, Perseverancia y Sutileza los más débiles, comenzaron a luchar entre ellos, y la sangre que corría se tornaba putrefacta, los pajarillos que caían pronto se tornaban en terribles gusanos que todo lo comían, y en medio de aquella lucha implacable, surgió el más debilucho de los fantasmas, se llamaba Perdón, se acercó a mi y me dijo:
- regresa, y llévame contigo en lo más profundo de tu corazón, de lo contrario morirás, porque esta lucha es por saborear tus huesos y mancillar tu alma, los espíritus que te defienden, débiles son.
Regresé, en mi sueño volví sobre mis pasos, llevaba en mi corazón un huésped nuevo, que me dictaba suaves palabras de comprensión, y vi mientras más caminaba desandando mis pasos, como los gusanos se tornaban en aves, las nubes en suave viento, y el olor a lluvia en aroma de azahares, más al pasar sobre un charco cristalino no reconocí la cara que allí se mostraba, era un hombre nuevo, es seguro que soñaba.