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PINGÜILUCAS

Pingüilucas vivía en Australia. Una mañana su mamá le pidió que saliera a buscar pescado, pero que no se acercara a las aguas profundas, ya que ahí nadaban las orcas y podrían comérselo.

– No te preocupes mami, yo soy grande. – Dijo Pingüilucas.

Cuando llegó al mar pensó que sería mejor ir a las aguas profundas para terminar más pronto, y así fue. Pescó una trucha grande, pero cuál fue su sorpresa, que cuando apenas salía del agua una gaviota lo estaba observando, la cual le robó su alimento en menos de un minuto.

– ¿Qué le diré a pinguimami? Ya tendré que mentir diciéndole que me encontré a un pingüino muy viejo que me suplicó que le regalara el pescado porque no tenía fuerza para pescar.

Su madre le creyó y lo felicitó por su buen acto.

Por la mañana su mami lo envió a comprar atún para su desayuno, pero éste se compró en la tienda unas paletas de gomitas; y cuando llegó a casa le dijo a su madre que unos niños se las robaron.

La mamá no lo regaña, le decía que no se preocupara, que ella iría a comprar el atún.

Cuando llegó a la tienda, la foca le dijo:

– Pingüilucas desayunó gomitas muy temprano.

Entonces la mamá lo castigó sin salir a jugar fútbol, lo cual lo pone triste al tener que ver a sus amigos por la ventana.

Al día siguiente tenía que asistir a la escuela pero al guardar sus libros se acordó que no había realizado la tarea, entonces decidió llorar para inventar dolor de estomago, su madre se preguntaba que alimento le causo daño a su hijo, así que lo llevó al doctor, el cual indicó que se tenía que inyectar

– ¿Inyectar? –grito Pingüilucas – ¡Pero si yo me siento bien!.

Entonces pinguimami se enfadó por haber sido engañada y lo envió a la escuela al enterarse que era escusa por no haber cumplido con su tarea.

Ese día unos amigos lo invitaron a nadar en las aguas profundas después de salir de la escuela y Pingüilucas se fue con ellos.

Cuando se encontraba nadando una orca pasó cerca y le mordió una aleta, entonces comenzó a llorar porque le sangraba, sus amigos tuvieron miedo cuando observaron los dientes filosos y le dijeron a Lucas que corriera a su casa, pero que no los acusara. Cuando llegó a casa pinguimami preocupada le dijo:

– ¿Por qué llegas tarde?.

– Hay mami, si supieras…, la maestra me puso tanta tarea que fui el último en salir de la escuela.

– ¿Pero por qué te sangra tu aleta?.

Así que Lucas contó la verdad y el doctor le vendó la herida para evitar el sangrado y le dijo que había tenido suerte porque habría podido perder su aleta, lo que le impediría poder nadar.

Pingüilucas le pidió perdón a su mamá y le prometió no mentir más. Ahora Lucas cuenta su experiencia a los niños para que sean obedientes y no mientan.

FIN

– Moraleja del cuento: Si mientes, problemas tendrás y a muchas personas podrás perjudicar.

– Valores del cuento: Sinceridad. Honestidad.

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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