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Un burro veterano le decía a uno mozo:
"Yo ya pronto dejaré de darle vueltas a la noria. Tú me reemplazarás. Trabajar es duro, pero no hay nada más importante en la vida de un borrico. Con ese esfuerzo además de producir riquezas para la sociedad, nos ganamos el propio sustento.."

Llegó el día en que el burro joven se hizo cargo de la noria.
El primer año pensó que aquello era lo más aburrido y pesado del mundo.
El segundo se entretuvo imaginando cosas en el suelo e intentando de reojo ver algo más allá.
El tercero agradeció llevar esas piezas de cuero que limitaban su campo visual porque así no se distraía con quimeras.
El cuarto por fin se dio cuenta de que lo mejor en ese trabajo era no pensar y dejar que el tiempo pasara.
El quinto y el sexto y todos los demás ya fueron lo mismo. Aceptado su destino giratorio no se preocupó de otra cosa que no fuese la noria, ya que no valía la pena.

Pero un día ya viejo y cansado el burro, llegó al lugar un hermoso, ágil y valiente caballo que le dijo:
"Las cosas han cambiado, viejo burro, ya no es necesario que mueras a pie de noria. Puedes salir del círculo y vivir lo que te reste como gustes. Ya has trabajado bastante. Eres libre."

El burro se sacudió la anteojeras, los correajes, el yugo y la costumbre. Miró en derredor y nada conoció. El paisaje abierto le pareció bonito pero extraño.
Y el pobre borrico no supo qué hacer.

Moraleja:
Si hay que trabajar, se trabaja.
Si se puede hacer bien o mal, mejor será bien.
Pero,ay de aquel que se confunda y crea que el trabajo es la vida, porque si algún día ésta se le presenta realmente, ni la podrá reconocer ni sabrá qué hacer con ella.
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