- Ay que me quemo, joder, estuvo cerca.
- Saca el culo de la chimenea y súbete al tejado, que vienen las hadas.
Pom el antílope subió por la cañería y cogió un catalejo que había encontrado en el pueblo para echar un vistazo al puente de madera.
- Las hadas, putas estúpidas, podían pudrirse en el bosque, ¡debieron perder la guerra contra los eunucos escapados de la fortaleza! Pero no, vienen a tocar los huevos a dos manos, zorras aladas, comed metralla!!
Pom se rascó el culo y cogió una ametralladora. Abrió fuego contra los árboles, que empezaron a saltar intentando esquivar las balas.
- Quieto, ostia - dijo Pam, la ardilla tuerta, espera a que vengan los cuervos - Ellos dirán qué hay que hacer.
El suelo retumbó y el ogro sanguinario apareció con los pantalones bajados.
- Qué ñordo he echado. Se podría pavimentar media ciudad con eso. Bueno, qué, ¿cuándo papeamos?.
- Métete en la choza, que está a punto de llover.
Pom miró por el catalejo.
- Ahí están, Pam, ¿puedo ahora?
- Haz lo que te salga del ojete, rico.
El antílope disparó otra vez, y las hadas empezaron a caer como moscas.
- Me cago en tu puta madre. Que sólo hemos venido a pediros azúcar.
- Vosotras lo que queréis es farlopa, y no la vamos a compartir, así que iros a cagar por ahí.
- Pues ala, toma tú, Pom cabrón.
Una de las hadas se convirtió en un dragón verdoso y convirtió la cabaña en una barbacoa.
- Mira la que has liado - dijo el gigante, cabreado - Estaba plantando un pino, y ahora tengo todo el culo lleno de caca.
- Joder, estas todo el día cagando, qué comerás por ahí.
El dragón se descojonó de la risa y se marchó al bosque con las hadas.
- Ale, nos hemos quedado sin farlopa y sin cabaña, cojonudo - dijo Pam - ¡Me vengaré!
- Pues ale, y de camino compras papel higiénico en el super - dijo el gigante.