Hace un frío atroz y me gusta, es como si estuviera mas estúpidamente despierto, congelándome sobre una loza, encadenado como un perro a una estaca de acero y en medio de la plaza principal del pueblo, con el cuerpo lleno de cortes, moretones, producto de aquel accidente que tuve mientras cogía con mis brazos y manos el rostro de la mas bella mujer, queriendo tan solo besarla, aunque ella se negara, arañándome la cara y los brazos, mordiéndome las manos porque yo, tan solo deseaba tocar mis labios con los suyos... Y todo ocurrió, es decir, empezó para ella, mientras caminaba rumbo a la Iglesia del pueblo acompañada por un pequeño grupo de bellas y vírgenes jóvenes, como ella que, al ver que yo cogía a la chica de todos mis sueños, cargándola rumbo hacia el bosque con la idea de echarla en el verde pasto y besarle sus carnosos labios, pero no se pudo, pues todas ellas comenzaron a gritar pidiendo ayuda, auxilio... Y fue allí, casi por llegar al bosque cuando una masa de gente, hombres, viejos, muchachos, señoras, muchachas que era la gente que estaba por entrar a la iglesia con sus rosarios, sus cruces, sus biblias, me cogieron y con sus cruces, palos, piedras, manos, piernas me la arrancaron de mis brazos sin poderle dar un roce con mis labios, y me rellenaron todo mi cuerpo con todo el odio que tenían guardado en sus almas... Aun recuerdo a uno de ellos que con el taco de sus zapatos me pisaba el rostro, mientras muchas manos de aquella monstruosa masa me arrancaban pedazos de cabello hasta perder la conciencia...

Cuando recobré la razón, ya estaba aquí, clavado como un condenado, desnudo, con una horrorosa herida en forma de cruz en mi frente y un letrero blanco cerca de mi que decía: "violador", muriéndome de frío y vergüenza... Podría llamarse que estoy loco, vehemente, pero cuando les cuente que todo esto comenzó en un sueño, uno hermoso en donde una tierna voz me contaba que si mis labios besaran a la virgen las hermosa las puertas del cielo se abrirían para mí... y mientras lo escuchaba yo corría tras el cuerpo de una chica y cuando estaba casi por tocarla y mirarla, despertaba... Era un sueño, nada mas, pero lo extraño fue que comenzó a repetirse y repetirse, no con frecuencia pero siempre cuando llegaba a mi cuartucho, agotado, aburrido, por hacer siempre de mi vida, lo mismo, sintiendo que yo jamás sería nada, ni encontraría la dicha ni la libertad... Me ponía a reflexionar cuando el sueño ocurría, que, podría abandonar el trabajo, mi familia, amigos; irme a cualquier lado, pero, ¿para qué, hacia adónde? En verdad, me sentía atrapado tras las rejas invisibles de la ignorancia, del temor al qué dirán. Era un esclavo, yo lo sabía, pero este sueño ocurría justo cuando me sentía de aquella manera. Creo que mi vida transcurriría igual que la de cualquiera que no sabe lo que quiere, ni sabe por qué aguanta su pusilánime existencia sino fuera porque una noche, mientras el sueño ocurría, sucedió algo maravilloso. El sueño dejó de serlo, y pasó a ser una "realidad", es decir, empecé a vivirlo... en mi carrera pude llegar hasta la hermosa virgen y pude verle el rostro. Era tan puro y precioso que, una vez que nuestros labios se tocaron sentí que yo empezaba a flotar por los cielos hasta convertirme en un ave y volaba y volaba, dirigiéndome hacia aquel astro dorado que nos alumbraba...

Cuando desperté, me sentí el hombre mas libre de todos los hombres, lleno de una sencilla alegría, y con un sentimiento de gran contentamiento... Fue entonces que salí de mi cuarto, tal como estaba, es decir, casi desnudo, y corrí y corrí como si ya supiera que me iba a encontrar con la hermosa virgen de mis sueños, y ocurrió, pero, con un frío y duro final...

Y, aquí estoy, viviendo el infierno de un sueño. Es terrible, pero, percibo en medio de esta desgracia, algo especial, algo que se me ha caído como si siempre hubiera tenido escamas en los ojos y ya no están mas... pues, aunque estoy desnudo, golpeado, temblando de frío, tengo como un sentimiento de libertad, una tierna locura que ha arrancado lo que toda mi vida arrastraba y, siento que es extraordinario que a pesar de ser lo que ahora soy ante los demás, siento que yo, soy increíble... y aunque no lo entienda, sí lo puedo sentir... ¡Y es maravilloso!

¡Fue asombroso! Apenas me llegó esta revelación empecé a reír sin parar, sintiendo la lluvia como una electricidad que me cargaba como a una batería, de energía. La loza la sentí como si fuera el pulpito sagrado del creador... ¡Estaba en las puertas del cielo! De eso me di cuenta mientras continuaba riendo. Luego, callé y me puse de rodillas, cerré los ojos y traté de escuchar la voz de mis sueños y entendí que aquella voz, era la mía... Me paré y sin dudar comencé a gritar que el reino de los cielos estaba aquí y ahora, en la tierra, en cada uno de todas las personas, que rompieran sus cadenas y dejaran de sufrir la lluvia de temores e ignorancia, que todos los seres humanos estamos llenos de luz y bondad, y luego volví a gritar: ¡Suéltense de sus cadenas!... Al principio recibí de la gente que me rodeaba puñetes, patadas, tomates, basura, palos, luego, todos se agotaron y empezaron a diluirse como espesas sombras por las calles del pueblo, como fantasmas desanimados...

Pero yo continué clamando durante toda la noche, observando la luz de sus ventanas de casi todas las casas del pueblo, sintiéndome escuchado y acompañado en mi tierna alegría... Y cuando la mañana, lentamente, empezaba a florecer vi que la chica de mis sueños se acercaba hacia mí, con una llave en las manos. Abrió mis cadenas, y luego, me dio un tierno beso en los labios... No dije nada, la dejé alejarse y vi que empezó a transformarse en una hermosa paloma, volando por los cielos hasta desaparecer totalmente de mi vista... Me quité las cadenas, y comencé a caminar sin rumbo ni meta. Miré a los cielos, y sentí ganas de respirar aquel aire, una y otra vez, como si fuera un aroma celestial. De pronto, vi que todo lo que me rodeaba se transformaba en una luz más brillante y más hermosa que todas las luces...



Lince, julio del 2005