Cada día que pasa, mi fragilidad aumenta por segundos. Hoy que debería ser una mujer fuerte, me descubro siendo más niña, necesitando más unos brazos que me protejan. Yo, que mi vida la manejo sóla, que no me hace falta nadie, que soy autosuficiente. Yo, que lloro sin saber porque (aunque en el fondo lo sé), que necesito que me abracen cuando duermo, esa soy yo.
El, que me juró que volvería, que me dijo que me quería. El que me dejó esperando, que no me dió una explicación.Hoy luce feliz con otra, lejos de mi vida, lejos de mí.
Mi corazón busca otros brazos, mi alma otra sonrisa. Necesito sacarlo de mi mente, necesito olvidarlo.
Con cada nuevo amor, hay una nueva ilusión, pero al verme atrapada, me asusto, me resisto a dejarme llevar.
Acordarme de él, seguirle queriendo, me aleja de amar, porque con él todo esta perdido y sabiendolo me centro en él, lo idealizo. Así no corro el riesgo de amar.
Mario sigue siendo el centro de mis pensamientos pues pensar en él es una rutina, una solución cómoda a mi vida.
Pero en las noches en las que no hay ningún Mario, en esas en las que estoy sola.En esas me aferro a mi almohada, soñando que unos brazos me rodean, que me acunan, que me llevan al sueño, ese sueño donde lo encuentro, donde encuentro el amor.
Querida Pilar: Es otro bonito cuento. Vas evolucionando hacia el olvido... Bueno, no lo vas a olvidar del todo pero comenzaras a vivir y ser felíz con quien Dios te ponga al alcance. Cariñosamente... Joaquín