No puede ser, me encuentro en laberintos de deseos, en desórdenes de voluntades, no puede ser, por un lado se me agita el alma, no te veo, es cierto, no puedo verte, es más cierto aún, no me importa que tus ojos miren ahora mi congoja, no me avergüenzo para nada de sentir cómo siento, yo lo sé, lo lucharía, lo enfrentaría a mil tempestades, nada tengo, nada temo, pero nada puede llegar a ser un mucho de locura sin rumbo, a solas, cuando los vientos de furia unidos soplan a ráfagas... tratando, con obsesivo enmpeño, de hundir una ilusionada barca.

Un intento de concordia que zozobra, una confianza que enfurece, tal vez esa sea la única verdad, nadie va a regalarme ese minuto de miradas encontradas, nadie quiere que tus manos se estrechen a las mías con facilidad deshaciendo tantos meses en segundos confiados de cercanía y sonrisas, nadie quiere ese instante de voluntades extendidas y ese nadie golpea en mí, como las olas golpean el pecho cuando uno se adentra de forma inconsciente poniendo por timón su corazón y navegando sola con temor en el Mar de sus emociones de olas encontradas.

Y yo no quiero, no puedo, de veras, humanamente no puedo permitir que las tempestades, vuelvan a destrozar contra las rocas la quilla de la barca de tus ilusiones, yo lo sé, te romperían en astillas la voluntad y la calma.

A veces es cierto que me entretengo tejiendo sueños de esperanza, pero no quiero que veas en mi tan solo la quimera de unas frases lanzadas por la borda, el corazón ondulado por la belleza de unas palabras, sucede que a veces al escribir me siento bien y no hago ningún mal por anhelar vivir otra realidad lejos de la que tengo, tal vez un deseo de aguas más dulces, no tan amargas. Voy navegando entre mis líneas como una pescadora de sueños, y por unos segundos mi cuerpo se inclina y mis dedos acarician la sedosa piel de una ilusión sin escamas...

Nadie puede observar en este reducto que con ardiente cariño se ha quedado prendida en el sedal de una increible confianza, tensada con buena plomada una pequeña gota... una mirada mojada por una sonrisa, eso que algunos, en su realidad obtusa consideran simple gusana, y otros en su poética desesperanza llaman... lágrima.

Pero si con todo ello, tú recuperas la calma, te fortaleces por dentro y tomas rumbo a las estrellas de una sincera mirada... valdrá la pena mi alocado esfuerzo construido con palabras.