Los dos personajes que conocemos con este nombre en la mitología grecorromana son el hermano de la reina Dido de Cartago o Fenicia, y un escultor que vivía en Chipre y que, como estaba tan dedicado a su profesión, no tenía tiempo para las mujeres, por lo que permaneció soltero y dedicado a realizar una bella escultura que representaba a una mujer en marfil blanco. Consiguió darle un aspecto tan real que Pigmalión se enamoró de ella y la trató como si se tratase de un ser vivo. Según Ovidio, «La besaba y el beso era devuelto; le hablaba y la abrazaba, imaginando que sus dedos presionaban sus extremidades y teniendo cuidado de no dejar señales en su superficie». Pigmalión terminó haciéndole regalos a su estatua y vistiéndola con hermosos ropajes. Incluso llegó a acostarla a su lado. Tal era su comportamiento que la propia Afrodita se apiadó de él y, durante las celebraciones anuales que se hacían en Chipre en su honor, transformó la escultura en una mujer de carne y hueso. Pigmalión se casó con la mujer de sus sueños y con ella tuvo una hija a la que llamaron Pafos.