Para Gaby
La pila de pólizas y expedientes se habían apilado de forma que no veía del otro lado de mi escritorio de modo que cada vez que tenía que consultar algún dato con mi compañero tenía que levantarme y dar vuelta por todos los escritorios hasta poder indicarle a Alejandro gráficamente, qué es lo qué necesitaba. Así se fue sucediendo una y otra vez hasta que en una de esas todas las pilas rodaron por casi, sin exagerar, toda la oficina.
Estimo que debimos de haber estado a unos cuantos minutos de haber cerrado el balance anual en el que ya debimos de haber invertido unas dos semanas y que decir de los tres últimos días incluyendo el fin de semana durante los cuales salimos al baño refrescante y el consabido cambio de ropa ya que después de doce horas encerrados en la oficina y de cuatro pizzas y no menos de cinco o seis cajetillas de cigarro el humor tanto propio como de la misma oficina, eran verdaderamente insoportables.
Lo bueno de estos momentos que afortunadamente es que se presentan allá cada año y a lo largo de mi paso por estas actividades me doy cuenta que sirven para hacer una natural selección de las personas a quien se les puede considerar como parte del equipo y las que o soportan el ritmo, pues simple y sencillamente, solitos se cortan.
Habíamos puesto nuestras reglas propias y a querer o no, todos las acatábamos ya que eran por demás convincentes; la primera, cuando empezábamos de simples, es decir, a reír hasta porque la mosca voló debería tomar un descanso de cuando menos el tiempo necesario para ir a tomar una buena cena y después caminar un buen rato por los pasillos del centro comercial que distaba escasas cuadras de la oficina y que por azares del destino o por demanda propia del rumbo, ya que no éramos la única oficina que laboraba en ese tremendo horario pues sucede que los Contadores y sobre todo los que estamos metidos en el área administrativa o financiera, y sucede que por angas o por mangas, siempre éramos el último departamento en recibir la información contable para efectuar el cierre tanto mensual como anual.
Pues en esta ocasión no era la excepción de la regla ya que para el informe que deberíamos enviar a la oficina Matriz el día diez, hemos de haber recibido la última información el día ocho, y la verdad por muy eficiente que sea un departamento, nadie podrá procesar toda la información en dos días.
Otra de las reglas no escritas que nos decía que ya era de tomar un descanso o de ir a casa a darse un buen baño, descansar unas cuantas horas, cambiarse de ropa y darse una manita de gato, era que cuando las calculadoras empezaran a dar por resultado que dos mas dos son “Casi” cuatro, inequívocamente le parábamos.
El servicio de limpieza tenía ordenes expresas del Director en el sentido de que por ningún motivo fuésemos interrumpidos para las labores propias de limpieza y solo en el caso de que voluntariamente dejásemos las oficinas, entonces podrían entrar a limpiar así que además de nosotros, el personal de intendencia se mantenía en auténtica vigilia y guardia permanente esperando el momento en que pudiesen cumplir con su cometido.
En esta ocasión para complementar la tarea en ocasiones tediosa de captura, el sistema se había caído hasta en dos ocasiones, lo que nos llenaba de un gusto que no se los puedo describir y es cierto ya que nos veíamos forzados a retirarnos para que el Departamento de Sistemas entrase a reparar y formatear de nuevo los sistemas computacionales.
Después de un sin número de pólizas, Cuentas, Clasificaciones, Reclasificaciones y varios intentos fallidos de encuadre por fin parecía que al fin el balance final correría satisfactoriamente cuando de pronto y después de estar corriendo por espacio de una hora con cuarenta y tres minutos ... como maldición de la bruja que convierte a los contadores en macetas o calabazas y que cibernéticamente se chupa los sistemas y los programas, ... no vimos nada, ... todo oscuro, ni una luz a no ser por el cintilante resplandor de la colilla en boca de Armando que me imaginaba ya sea como una máquina de aquellas de carbón o francamente como un autentico burel a punto de embestir a su más fiero enemigo, ... en otras palabras ... ¡qué se cae el sistema!.
- ¡Oh, no!, ¿Por qué a estas horas?.
Gemí entre desconsolada y cansada. Literalmente me dejé caer sobre el teclado de la computadora y cuando creo que estaba a punto de soltar el llanto el resplandor de las lámparas del personal de intendencia inundo la oficina dándole a la misma un cierto aspecto de algo muy parecido a una mina, bueno me imagino ya que nunca he estado en una. Con sus típicos overoles color naranja fluorescente y ralla azules y unas lámparas adaptadas a sus escobas iniciaron una alegre danza que animaron con sus silbidos, eran graciosos elefantitos ... ¿? ... ¿elefantitos? ... ¡Si! ... E-L-E-F-A-N-T-I-T-O-S, ... Pero,
- ¿Qué hacen aquí tres elefantitos?.
- Bueno, somos dos elefantes y una elefanta.
- Es verdad, disculpa, lo que pasas es que no había visto tu hermosa diadema.
- No es diadema es una balerina que me compro mi Papito en Coyoacán el domingo que fueron a pasear.
- Pues si que está muy bonita.
- Gracias
- De nada
- Pero, díganme ¿Cómo es qué están ustedes aquí en Intendencia?
- Ah, pues eso es fácil de explicar, Nosotros somos estudiantes y vimos un anuncio en el periódico en el que solicitaban Personal para Servicios y nos presentamos a llenar nuestra solicitud y fuimos aceptados inmediatamente así que esa es a forma en la que iniciamos a trabajar aquí.
- Momento, momento, vamos por partes, primero cómo es eso de que son estudiantes, ¿En dónde estudia y qué estudian?
- Pues estudiamos en la Universidad Todo Elefantes Contadores o sea la UniTEC.
- ¿Cómo crees? Yo también estudié en la UNITEC solo que quiere decir otra cosa y también estudié para Contadora.
- ¿Tu eres Contadora?
- Si, efectivamente soy Contadora.
El tiempo pasó rápidamente sin sentir por lo ameno de la charla. Durante la plática me comentaron cómo es que se habían decidido a estudiar y cómo la pasaban en la oficina, los problemas para hacer la limpieza de las diferentes áreas ya que en algunos recovecos el paso es muy estrecho y pues no faltaba la ocasión para reacomodar alguno que otro escritorio dejando aquello en un armonioso desarreglo totalmente diferente a como lo encontraban en un principio,
De pronto y sin darnos cuenta de la hora ya que la oficina esta situada bajo el nivel de la calle y sin ventanas que den al cubo de luz que se ubica en el extremo opuesto al lugar donde estaba el Departamento de Finanzas.
- - A propósito y ¿cuales son sus nombres?
- Ah, pues yo me llamo Vanesa. Se adelanto la elefantita.
- Y Yo soy Armando. Dijo el segundo elefantito.
- Y Yo Ramiro. Dijo el tercero.
- Y, ¿quién es su jefe?
- ¿Cómo, no sabes quién es nuestro Jefe?, Pues se llama Elmer Homero pero él solo supervisa ya que no hace ningún otro trabajo.
- Bueno suele suceder y eso se los digo porque no solo en su departamento si no en otros también se da el mismo caso, bueno eso es lo que me han platicado.
- Pues has de saber que siempre hemos tenido problemas para conseguir trabajo, tu sabes, la falta de experiencia, que no pueden contratarte de tiempo completo, que si el horario, que un montón de trabas que te ponen, aunque afortunadamente aquí si nos dieron oportunidad de trabajar y pues va saliendo para complementar la beca.
- ¡Que bueno que tienen beca!, Es fabuloso.
- Pues si que los es, porque además de ayudarte te sirve de acicate para no perder el promedio y no digamos una materia.
- Pero no nos has dicho cuál es tu nombre.
- Perdón, me llamo Gabriela pero me dicen Gaby, así que sí gustan me pueden decir Gaby.
- Claro que así lo haremos, para nosotros serás Gaby.
- Bueno Gaby tenemos que aprovechar esta interrupción para escombrar un poco este “desordenado” orden y vaciar los ceniceros que, no es por nada pero, parece que fuman por contrato.
- Bueno tu sabes que con esto de que no te checan algunos encuadres tenemos que calmar los nervios.
- ¡Si, como no!, Se me hace que son puros pretextos.
- No, de veras.
- Bueno pues me hago a un lado para que puedan realizar su trabajo.
En eso los tres elefantitos empezaron a moverse por la oficina y cuando llegaron cerca de mi escritorio, una de las pilas de pólizas y demás papeles empezó a caer y tras de ella una y otra y otra, algo así como dice Norsi, un Efecto Dominó. Corrí a tratar de salvar el ordenamiento en el que se encontraban apiladas las pólizas.
- ¡Noooooo!. Mi grito se confundió con la voz de Norsi que me decía.
- Gaby, Gaby, despierta creo que ya es hora que te vayas a la camita te quedaste dormida en el sillón, ven estas muy cansada y así te vas a torcer además estas hablando demasiado, despierta.
Me había quedado dormida viendo un programa de televisión sobre ... ¿Elefantes? ... Si ... E-L-E-F-A-N-T-E-S.
Verano del 2000