Suena de fondo “die young”, es el mismo bar donde Javier y Ernesto suelen beber todas las noches. Tras innumerables cervezas ahora les ha dado por el tequila...
La canción les hace hablar de “lo jodido que debe ser morir joven”. “Lo jodido que debe ser morir” les hace hablar de muertes jodidas. Al final acaban relatandose el uno al otro muertes absurdas. Entre tanta muerte absurda y demás payasadas, salen temas diversos, como son supersticiones, rituales satánicos y ese tipo de historias que todos conocemos, que de pequeño tanto nos afectan y con el paso del tiempo parecen perder todo su “encanto”. Suena de fondo “bed of roses”. Con ese tema suelen cerrarles el bar, y casi siempre acaban discutiendo con el dueño para tomar otra más, pero esta vez no es así.
Nuestros amigos han hecho un pacto ridículo, de esas cosas que todos conocemos de pequeño, y que tanto nos afectan en su momento, pero que ahora parece una tontería más. Han decidido que al llegar a casa, se pondrán delante del espejo, con una vela encendida y hay que decir doce veces “Verónica”. Ernesto le dijo a Javier que si haces eso, verás tu muerte reflejada en el espejo. Javier le dijo a Ernesto que lo que quería ver es a su hermana en pelotas.
Tras decidirse a marchar a casa, ambos amigos, juraron hacer este singular ritual nada más llegar a sus casas. Ernesto hizo hincapié en que no era ninguna broma, y que si el otro no lo hace, el espíritu del otro, aparecería en su casa para acabar con él. Tras estas sabias palabras, Javier tuvo que vomitar. Los últimos 3 tequilas le sobraban en su organismo.
Una vez llegados a su casa, Javier fue al baño. Como de costumbre echó una larga meada, se lavó la boca, la cara, y tras mirar al espejo mucho tiempo, decidió irse a la cama. No estaba en estado de hacer cosas de niños.
Ernesto en cambio, llegó a su casa. Con gesto serio tomó un par de velas que tenía en la habitación. Camino al servicio, donde tenía el espejo más grande de su hogar, see encontró con su madre en el pasillo: “cómo vienes hijo” le dijo esta, a lo que él la respondió con un “mamá, deberías estar dormida”.
Así sin más que hablar, llegó, colocó las velas, las encendió... Apoyado en el lavabo y con gesto serio comenzó el ritual: “Verónica, Verónica, Verónica...” así hasta doce veces.
Al poco tiempo la madre de Ernesto, que aún no había conseguido dormir, escuchó unos golpes. Toc, toc, toc, toc... Provenían del dormitorio de su hijo, y allá que fue, con la intención de decirle que parase de una maldita vez.
Al abrir la puerta no encontró nada extraño. Sólo un detalle la hizo pararse. La cama estaba abierta y su hijo no estaba sobre ella. Entonces una gota roja cayó sobre las sábanas blancas. Ernesto estaba clavado en el techo. Pálido como si llevase días muerto. Sin ropa, sin labios, sin nariz, sin ojos.
Al dia siguiente muchos estuvieron de luto. La madre de Ernesto tuvo que ser ingresada por un ataque de ansiedad. Javier estaba desencajado, su colega había muerto, y él no sabía por qué. Los datos conseguidos por la policia eran secretos hasta para sus más allegados. Así el pobre Ernesto fue enterrado en una tarde de lluvia.
Javier no sabía qué había pasado, pensó mucho en aquello que quedaron en hacer y si eso pudo ser lo que le matase. También pensó mucho en el mal estado psicológico de su ahora añorado amigo. Esa misma noche, cuando se disponía a dormir, sintió unos golpes en la puerta. Echó un vistazo por la mirilla pero no vió nada. Al abrirla algo estaba ante él. "Hola Javier, ¿preparado?" .Era su querido amigo Ernesto... sin ropa, sin labios, sin nariz, sin ojos...