Los amigos no son islas, son puentes de cariño y buena voluntad que se tienden en lo momentos malos entre quienes nada se hicieron más que apreciarse y respetarse. Si no tiendes puentes, nada construyes cercano, no circula ni se expande ningún aprecio, un día te convertirás tú en la isla hacia la que nadie quiera poner su rumbo porque ya se conoce todo lo que contiene, porque nada nuevo tienes que ofrecer.

Los amigos no son tesoros extraños que hay que guardar celosamente bajo llave. Porque un buen día cuando estén cansados de sentirse propiedad volarán tan lejos y con tantas ganas que nunca volverás a verlos.

Los amigos no son espejos de los fallos de los demás. Son el fiel reflejo de nuestras costumbres, de nuestros anhelos, de nuestras diversiones, de nuestros momentos más bajos, de nuestras alegrías más inmensas, de nuestras equivocaciones más sonoras, de nuestros aciertos más nobles.

Los amigos no son cartas, ni correos, ni frases literarias, son simples letras enlazadas en palabras que si no terminan en un beso, en un abrazo, en una palmada de ánimo, se convierten en cuentos solitarios.

Los amigos no se cuentan con los dedos de una mano, se cuentan entre las estrellas, es con la soledad de la noche cuando más necesitamos verlas y cuando el cielo está nublado, conseguir ver tan solo una, inunda nuestro alma de gozo, sabiendo de quizá veamos una mañana iluminada de Sol.

Los amigos no se hacen y deshacen como los rompecabezas, no son piezas inmóviles que solo ocupan un lugar, los amigos se desplazan, abarcan muchas posiciones, cambian muchas veces de orientación pero siempre forman parte del paisaje enlazado de colores y emociones que vivimos.

Los amigos, son esas gotas de rara esencia que nos perfuman el cuello, son esas cómodas y calientes zapatillas que nos ponemos en casa en invierno, son la bufanda que abriga nuestra garganta para que no perdamos la voz cuando la necesitemos, son nuestros oidos cuando nos sentimos cansados de escucharnos a nosotros mismos.

Los amigos no son billetes de autobus que ya gastaron su viaje y se vuelven inservibles e inútiles para recorrer más camino. No son trozos de papel que se arrugan y se tiran, no son boligrafos sin tinta ni plumas con la punta rota de tanto haberla usado.

Los amigos no son olvidos de un cumpleaños, son los felicidades con muchas exclamaciones por esos días especiales en que necesitamos compartir sonrisas, son los gracias por un regalo, por un detalle, son los perdona cuando, sin querer, nos olvidamos de algo importante o hemos lastimado. Son los "te necesito" cuando nos aprieta el alma, son los "te aprecio" cuando los sentimos cercanos y son los "te quiero" cuando nos llenan el corazón, cuando nos hacen vibrar de emoción o cuando nos enamoramos, a veces se convierten en pareja, a veces se convierten en fieles amigos, a veces se quedan como simples caricias a nuestro corazón en los momentos malos.

Sin amigos de verdad, no somos nada, no tenemos identidad, porque nosotros somos lo que somos por lo que sienten hacia nosotros nuestros amigos.

Quién no nos quiere bien, no es nuestro amigo, quien al ver nuestras lágrimas hace esfuerzos para que no se vea su sonrisa y en su cara solo se refleja orgullo, no alberga la intención de comprendernos en nada. Quién llora por el abandono de un perro y ríe a carcajadas por el malestar que le causó a una persona, siendo consciente del daño, sintiéndose a salvo... tiene encogida su alma, no es amigo.

Quien no ve la herida que tiene un amigo, no ve quien se la produjo, no ve las lágrimas derramadas por ello ni alcanza a entender la cruda realidad de su escondido motivo. Solo piensa que esas lágrimas tan lejanas no van con él, aunque sea él el origen y el horizonte de ese profundo mar salado en el que navegan las insensibilidades y las mentiras de quien no nos quiere bien, de quien necesita hacernos daño en lo más íntimo, de quien siempre lo conseguirá destrozándonos en nuestro punto débil, el corazón.

Los amigos no son cruces o tachones en el mapa de nuestros aprecios, son puntos que se unen en líneas formando el dibujo en tres dimensiones de una sana, limpia y sincera amistad. Quien hace borrones de la gente que le aprecia... solo verá continuas rectificaciones manchadas de honestidad en el rumbo de su vida.

Quien tacha por necedad un aprecio, anula un puente, anula un camino, todo se corta, se hunde en si mismo y solo se ve el agua de una decepción, tal vez sean simplemente las gotas de una lágrima ajena que emborrona la tinta escrita de una lealtad.

Los buenos amigos son como los pétalos de una flor... al desprenderse y caer, incluso aunque los arranquen con rabia, son ligeros, siempre se quedan reposando muy cerquita de nosotros.