...y sus ojos contemplaban el cielo, un aullido salió de sus fauces y la luz de la luna llena lo embriagó en un sueño de fantasías...
Oris y Felicitas reposaban tranquilas en una habitación grande y lujosa , cada una tenía la mano de la otra y sus cabellos revoloteaban pues los tenían sueltos y la brisa los movía de un lado para el otro. Oris era la mujer hermosa de cabellos dorados y piel blanca, mientras Felicitas era la mujer mas atractiva de piel dorada y cabellos negros. Sus ojos contemplaban los de la pequeña rubia y, los de esta miraban la negrura de los de su compañera.
Una ráfaga de viento golpeó las telas del lecho, la luna llena iluminaba la habitación, pues las velas ya se habían consumido, y los lobos cantaban una serenata a sus amadas mujeres que los observaban a cierta distancia desde el balcón.
Ellas reían con sus risas encantadoras, con un tono melodioso. Las estrellas se reflejaban en la cristalidad de sus ojos y, por cada pestañeo, se veían mas brillantes en estos.
La música que habían creado los lobos retumbaba, las risas de las mujeres los atraía y, el lobo gris de feroces fauces, el jefe de la jauría, saltó hasta llegar a los aposentos de las pobres criaturas que gemían por la visita del ser espeluznante.
Felicitas abrazaba a Oris y ella ocultaba su rostro bajo sus pequeñas manos. El lobo se les acercó y se sentó sobre sus patas frente a ellas, contemplándolas.
Felicitas se levantó,hechizada por él, y acarició al animal, que la contemplaba con ojos rojos, repletos de ternura, quién iba a pensar que fuese un asesino.
Oris se arrodilló ante aquel ser y comenzó a mimarlo, exactamente como hacía su compañera. La noche transcurrió... la luna desapareció y, en su lugar se encontraba glorioso el sol.
Las mujeres seguían dormidas y, entre sus brazos reposaba un hombre alto y apuesto, de piel morena y cabellos largos, rizados y castaños. Su piel estaba repleta de cortaduras y tierra. Sus brazos fuertes tenían barro por doquier y sus piernas de igual manera.
La sorpresa fue impresionante, los ojos de Felicitas se abrieron y los de Oris contemplaban al que yacía inmóvil entre ellas... Aquel lobo que de noche las visitó dormía plácidamente entre sus brazos.