Rodrigo estaba haciendo la siesta en la sala. Una melodia de Vivaldi, lo arrullaba llevandolo a otros espacios y a otras vidas anteriores, este relax lo hacia olvidar por esos momentos que arriba, en el cuarto matrimonial su esposa dormia, con el cabello aun enrulado y su rostro embadurnado de mascarilla de aguacate, su fruto preferido para estos menesteres y que a él le repugnaban, pues la hacian ver como una extraterrestre.

de pronto sono el timbre de la puerta. Con mucha pereza se levanto del sofa y fue a abrir la puerta antes de que lo hiciera su esposa, la señora Apolonia Callejas de Alameda, apellido que ostentaba con mucho orgullo, pues decia que eran de mucho linaje, no como los de él que a duras penas contaba con uno solo, Mendoza.

Cuando abrio la puerta, susorpresa no tuvo limites, parado frente a el, habia un hombre con su misma cara, su misma contextura, usaba anteojos, como el y llevaba en la mano un maletin y un gaban( hacia un poco de maltiempo)

El hombre le sonrio amablemente y le dijo: vengo a solucionar sus muchos problemas, asi que dejeme entrar y empecemos de una vez.

Entonces Rodrigo se acordo que su principal problema radicaba en la falta de amor que habia ya entre el y su esposa y al ver a ese hombre tan parecido a el mismo decidio de inmediato que un cambio de vida, le haria mucho bien.
El otro hombre, el visitante, adivinando supensamiento opino: exactamente, a eso vengo. Mire en esta maleta encontrara todo lo que usted necesite para emprender un largo viaje. Tomando la maleta y luego el gaban, odrigo se despidio del hombre y de prisa salio de la casa, sin mirar ni siquiera un momento hacia atras para decir adios. No se dio cuenta que muy extrañada su mujer lo miraba partir.

Apolonia descendio las escaleras y le pregunto a su supuesto marido que quien era ese hombre rubio que acababa de irse, el supuesto marido le respondio que era un vendedor, mientras que se pasaba la mano por su cabello negro. Luego se acerco a la mujer que ya se habia quitado la mascarilla y se habia desprendido de los rulos, la tomo por la cintura y besandola en los labios le dijo: ven mi amor, es hora de empezar otra vez nuestra vida conyugal. Apolonia muy encantada le respondio: Si Rodrigo, es la hora de perdonarnos y olvidar el desamor. Muyabrazados iniciaron el camino a su caurto matrimonial.
Entre tanto en la estacion del tren un hombre rubio de ojos grises, sonreia complacido por su nueva vida.