Pensaba no volver a esta página y olvidarme de tanto vacío de sentimientos en personas que jamás hubiera pensado me atacarían.

De los “loquitos” de siempre no me extraña ni me incomoda.

Me duele la falta de lealtad.
Me duele que una sarta de “buenos para nada” se crean con derecho a entrometerse esgrimiendo “libertad de expresión”.

La libertad de expresión no es “libertinaje” donde viene un fulano a insultar o a calumniar o a usurpar identidades.

Hacer lo que se les da la “real gana” no es libertad de expresión.

La libertad de expresión no admite el delito y aquí hay personajes que se han permitido delinquir y tienen el tupé de continuar manifestando.

Tenía pensado retirarme de la página pero sería dejar a estos miserables sin freno.
Porque yo he sido el freno para estos inadaptados.
Ellos se presentan en la obra de tal o cual autor a insultarlo o a decirle de manera grosera que su escrito le parece una “basura” y todos miran para otro lado.

Miran hacia otra parte rogando que no vayan a sus cuentos a meterse con ellos.
Esa es una actitud muy cómoda... pero cobarde.
Yo no puedo ver hacia otra parte... voy donde esos miserables ofendieron a mi colega a meterme con ellos.

Ustedes son testigos porque han visto más de una vez mis defensas a mis colegas.

Yo admito la crítica adversa cuando no es insultante y cuando de ella se puede sacar un provecho.

Lamentablemente existen estos personajes y muchos podrán correr ante su presencia... a mi me van a encontrar de frente.

Yo me pregunto... ¿Por qué tenemos que soportarlos?

En cuanto al “problema” con una escritora de ésta página también son testigos de que la defendí mil veces de estos tipos.
Quiero dejar en claro que mis problemas con ella no los voy a discutir públicamente... tampoco en privado.

Jamás la mencioné... fue ella la que vino a descubrir su otra identidad y claro que tiene una tercera. No la usa para escribir pero la usó para escribir al menos dos comentarios.

Quiero que ella sepa que de mi no saldrá un ataque.
No tengo interés en herirla y no quiero hacerlo.

Solamente quiero decirle que si hay un Dios... a él le pido que la haga feliz.

También quiero decirle que no me dedique sus comentarios ni con su nombre ni con el otro, ni con el otro.

Olvídese de mí y yo me olvidaré de usted... ¡Qué Dios la bendiga!