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Categoría: Historias Pasadas

Que antes prefiero la muerte

Todo terminó ¿Es un final feliz? Claro que lo es. Si se viera la cara ese viejo. Me dio una satisfacción. Ahí con los ojos con unas pequeñas venitas de sangre. Qué rojas que se le habían puesto, creo que fue mucho, sin embargo se lo merecía. Cuántas mañanas lo maldije, siete años de mi vida. ¿Por qué soporté tanto? No sé. Bah si sé. Por tener un espíritu débil, mediocre. Bueno pero al fin al cabo es pasado. Cuando no quise salir a laburar… como se puso el viejo. Yo paradito y él con ganas de partirme la cabeza contra el suelo. Y los otros. Que miedo que tenían. Los entiendo tienen los pibes en su casa esperando algo para comer, esa es su excusa. Cada uno que haga lo que mejor le parezca. Yo no tengo a nadie y ya no tenía fuerzas. Fueron muchos días. Interminablemente sufridos. Renegar y renegar, odiar a la gente, odiarse a uno mismo, pensar en todo lo que no se puede hacer. Pero ya acabó. Esos veinte pasos hacia el portón de salida, dejaron la carga donde debía quedar. Tomé mi auto y ahora estoy en la ruta. Ya no tenía fuerzas. Pobres los muchachos seguirán en su esclavitud. Su problema es depender tanto de él y creer que sus míseras vidas son tomadas en cuenta. Lo mío era cobardía, que creo que es peor. A veces pienso que mi madre influyó de cierto modo. ¿Y qué iba ha hacer? La pobre me educó como pudo. No ve el mundo como yo. “Cuando termines el secundario trabajarás con don López” me dijo, sin saber que mis ambiciones llegaban más allá de sus ojos y mis ideas se agolpaban en mi cabeza para ver la luz. Me educó para servir la pobre. Igual yo no le reclamo nada; en mí queda saber si tenía razón. Necesito demostrarme que yo tenía razón. Que este vendaval debe llegar lejos, que no volverán a explotarme por nada del mundo; que antes prefiero la muerte. Pero ya está todo arreglado; sabía que ese infeliz me serviría para algo. Yo no le tenía fe y llamó. Sus palabras me parecieron armónicas, diría que hasta dulces” ven a trabajar conmigo” y desde ese conjunto de sonidos supe que era libre. Saldrán al jardín mis palabras, verán el sol revolotear por el cielo. Pobrecitas tantas tinieblas y frío tuvieron que soportar. Y pensar que ahora se asoman, que llegan sus días.

El hombre libre dejaba volar sus pensamientos sobre la ruta. Sus anhelos comenzaban a colorear su realidad. Era una ruta oscura con una banquina empedrada. El ensueño, las ansias, la frescura del pasado le parecieron hermosas, casi narcóticas. No vio llegar la imagen que venia a fundirse con las luces. Sintió el funesto dolor de un fuerte golpe. El automóvil perdió la calma, siguió varios metros, frenó y la noche se tornó incierta.
El libre bajó del auto algo deshecho. Sobre el asfalto agonizaba un joven con ropa de trabajo cubierta de sangre.

Camino algunos pasos. La ruta demostró su soledad. Subió al coche y aceleró murmurando” Que este vendaval debe llegar lejos, que no volverán a explotarme por nada del mundo; que antes prefiero la muerte”.
Datos del Cuento
  • Autor: gonzalo
  • Código: 26750
  • Fecha: 18-01-2013
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