Quiero descubrir quien eres el que con dolido gesto pellizca los sueños de otras personas, incluida yo, soltando una solitaria nota que hace que el valor de un cuento, es decir, la alegría y el empeño puestos para que se convierta en algo brillante en el corazón de quienes lo reciben, algo lleno de esperanza y bondad, se desvanezca con el simple contacto de los ojos a una intención, una fija intención.
Y me atrevo a adivinar quién eres, porque sin conocerte, ni saber tu nombre, ni tu historia, ni tus dolidos pensamientos puedo adivinarte entre las sombras de una certeza... porque reconozco ese sentir.
Eres... alguien a quien el amor más sincero y entregado traicionó, o al menos tú te sentiste traicionado, abandonado, eres el momento paralizado de una ilusión, la ilusión de sentirte querido que tanto esquivaste. Creiste que amando como tú amabas ya era suficiente para alcanzar cualquier deseo pretendido, para convertir un sueño en realidad y mantenerlo el tiempo que lo necesitaras. Creiste que las estrellas del cariño solo emitían luz a tu paso con solo mantenerte cerca de una persona, sin ofrecer más que lo que en tu descuido, en momentos robados a la soledad, con provocadas coincidencias, desprendías de tu vida. Creiste que los abrazos no marcaban con fuego a las personas, creías que el "contigo pan y cebolla" era esa frase romanticona, carente de seriedad en la vida, que no iba contigo, que para partir a medias algo había que llevar la misma dirección, la tuya, el mismo pensamiento, el tuyo, las mismas ideas y motivaciones que tú tenías, sin declarar abiertamente a nadie cuáles eran, porque quienes te apreciaban debían descubrirte si querían formar parte de tus afectos, y todo aquello que se salía de tus expectativas, todo aquel o aquella que no alcanzaba el cielo de tus escondidas realidades, debía terminar roto, olvidado, descuidado en el tiempo, superado con encorsetados sentimientos.
Pero hallaste a alguien en tu camino, un ser que nada te pedía, alguien a quien la sonrisa simplemente se le hacía enorme al verte, que por sentirte sin desearte, que por escucharte sin entenderte, que por vibrar al entregarse, brillaba... y sin dudarlo un instante deseaste apropiarte de ese tesoro que te regalaban, pero buscando satisfacer tus ansias de algo diferente sin comprometer tus esteriotipados pensamientos, te limitaste en tu sentir, amordazaste los momentos más auténticos tratando de convertir en duda o desasosiego todo aquello que se desorbitaba de tu estudiada lógica, volcaste en la piel las ansias de tu alma.
Pero al despertarte cada mañana te quedabas sorprendido viendo que tu cuerpo reclamaba para sí al día siguiente su delicioso premio de agradable compañía transparente y así, cada vez que pensabas haberlo guardado en la caja de los polvorientos objetos que etiquetabas como "cristales desgastados para siempre" te descubrías con ganas de volver a tener esa sensación entre tus brazos. Eso podía contigo, podía con tus pretensiones de ser inalcanzable, enigmático, impredecible, imposible de comprender... esa punta de iceberg que reposaba sobre confuso y profundo fondo desconocido, porque alguien te conocía tanto, por dentro, por fuera, por todos tus lados más escondidos, que no podías desconectar, controlar, tú que todo lo controlabas, te hallabas a la deriva de los sentimientos, sin dormir por las noches, sin descansar los deseos, paralizado en tus movimientos, impactado, angustiado si te proponías olvidar, rebelde para volver a sentir lo que habías sentido, convertido en dualidad, en contraste, creyendo en tus propios fantasmas, huyendo de las certeras palabras, aliviado ante los pensamientos equivocados.
Como respuesta, buscabas la manera de decepcionar, frustrar, engañar, para que al advertir una mueca herida como respuesta tú mismo te afianzaras en lo absurdo de tus deseos, en lo que no podía ser y así regresar a tus lunas plateadas que no te atemorizaban tanto como ese calor que sentías por ese Sol despierto... que te cegaba con su ilusión. Pero la mueca herida, el reproche que tanto buscabas, apenas asomaba en contadas ocasiones, en su lugar te regalaba comprensión, dulzura, entendimiento, superación, valentía, calladas lágrimas y eso te revolvía por dentro porque el malestar por tus intenciones golpeaba en tus propias espaldas haciéndote bajar la cabeza, sintiendo tú la frustración, la decepción que tanto buscabas provocar en pensamiento ajeno.
Y después de haber amado, de forma escondida, cualquier atisbo de su cercanía, cualquier descuidado roce de sentimiento esquivado pero enamorado, después de que tu corazón explotó, tú decidiste amordazarlo para no oir sus descarados latidos y empezaste, sin saberlo, a odiar, a odiar gestos, movimientos sinceros, palabras recubiertas de bondad, brillos de miradas, empezaste a sentir malestar, rechazo, agobio por todo aquello que te suponía una sobre carga de responsabilidad, un afrontar con decoro, madurez y valentía todo aquello que con tus silencios provocabas.
Y ahora... eres ese pedacito de estrella que desea volver a sentir lo que sintió, que le digan que es ese cielo abierto y extendido en la mirada de quien no le olvidó y cuando lees algo que mínimamente te recuerda todo lo pudiste sentir, todo lo que te negaste a ti mismo, tu mano se adelanta a tu corazón y con rabia, más bien con dolido sentimiento, no puedes hacer otra cosa que expresar tu daño sustituyendo con un número lo que te gustaría decir con palabras.
Y aún siendo como eres, no puedo evitar enviarte mi sonrisa... porque te comprendo... aunque necesites volcar tu rabia en cuentos humanos, sentidos, y hacer sentir con ello el equivocado camino de esperanza, porque sé lo que se sufre pensando que el mundo es injusto, que la sencillez de un te quiero, un abrazo, ese beso que hace vibrar de emoción no es tan dificil de obtener de quien quieres, solo has de pedirlo y después esperarlo con confianza y sin embargo, la vida te aprisiona para hacerlo y encuentras mil excusas para rechazar hasta la locura de intentarlo, la vida no te permite darlo porque alguien ha decidido por ti, ha despreciado tus sentimientos escribiendo en el cielo de todas sus compañías que... que no te quiere. Y donde tú pones a los cuentos, a los comentarios, esa dolida nota... yo pongo llanto, pena, tristeza, rabia, congoja o pensamientos derrotados y mi mano se encadena a mi alma para no tocar ni una tecla para no lanzar ninguna nota, callar y sentir lo que duele no poder gritar y al final...cada uno a su forma, con un uno, con un diez, con un grito ahogado entre letras de poema, con un silencio... pone lo mismo.
Y bien podrías ser hombre... y bien podrías ser mujer... y bien podrías ser amigo y bien podrías ser extraño, porque eres tan persona como todos los que necesitamos, en esta vida, expresarnos.
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Nota de autor: Y bien podrías ser Tú, y bien podría ser Ella, porque desde el principio todos nacimos de un mismo corazón, pero algunos andan, como tontos, intentando descubrirnos, inquietarnos, desilusionarnos... para que exista un acertado motivo por el que olvidarnos.
Y si, siendo honesto contigo mismo, en nada de esto te sientes así... acepto tu dolida nota, de nuevo con una sonrisa.
He pinchado no sé cuantas veces el comentario de Joaquín para entrar a este cuento. Pero lo logré. Y me encuentro con esta dolida nota. No he podido entrar a comentarios ni cuentos, pero aunque me tome más de una hora, lo intentaré. Pero sin leer tus dulces pensamientos volcados, debo decirte queno te preocupes por los unos, por actitudes infantiles. Tú, eres tú. Ay se me olvidaba decirte, ji ji ji yo sé que a veces el nombre se queda en la lista cuando uno se ha ido. Como lo sé. Pues tengo una peluca, me la pongo y aparezco con peluca y sin peluca. Pero hay un problema, como los dos están bajo mi correo y mi nombre, si comento pongo un huevo porque palabras de una salen de otra. Ya puse el huevo con Joaquín y no me acuerdo con quien más. Estoy trovando, allá te digo. Shhhh creo que Joaquín está enchismao conmigo. No le digas nada eh. Perdona, no me atrevo dejar de escribir porque no sé cuando mi navegador pueda volver a bajar un comentario o un cuento. Un abrazo enorme para esa linda sonrisota. Te ví, imaginaba tu pelo negro ondulado. Me despiiido :( o_o :) Por cierto. Exelente cuento, exelente redacción y exelente limatón.