Sábado por la noche en una ciudad cualquiera. Dos ventanas iluminadas. Dos mujeres dispuestas a pasarlo bien se visten, se peinan, se maquillan.
Una es muy joven y la esperan. Es su primera cita , el escote del vestido de color negro deja al descubierto unos hombros perfectos, la corta falda unas piernas largas y esbeltas. Realmente es todo una mujer aunque aún sea casi una adolescente. Pero la ropa y el maquillaje le han puesto años a su juventud.
La otra mujer ha llegado a esa edad en que ya es casi invisible para los hombres. Lleva un vestido rojo, elegante, un vestido caro.El nuevo corte de pelo le sienta bien. Tenía razón el peluquero el corte era juvenil. Le había quitado años.
Las dos salen a la calle y llaman a un taxi, lo comparten,¡qué casualidad!, van en la misma dirección y... a la misma fiesta.
Ya han llegado; el anfitrión sale a recibirlas.
A la mujer de rojo le besa la mano, a la de negro la besa en la boca.
Es curioso cómo has puesto el paralelismo entre la joven y la adulta. Además de esta forma tan poética has descrito la realidad cotidiana. Saludos.