Soñé que me robaban todas mis cosas que cargaba sobre mi auto, cuando me disponía mudarme a otra ciudad. Miré a todos mis vecinos. Estaban en silencio, compadeciéndose de mí.

No sabía si reí, llorar, esperar o despertar. Me acerqué hasta mi vecino más próximo, lo abracé y sollocé. Después, desperté.

Mis ojos lentamente reconocían el lugar en que me hallaba. Estaba en un salón grande y limpio, con cuadros valiosos, muebles antiguos y cuidados, en un ambiente silencioso y cristalino.

Escuché el chirrido de una de las grandes puertas, y un elegante señor acompañado de una joven vestida toda de blanco se acercaron hasta el borde de la cama en que estaba. Ella me cubrió y me dio de comer en la boca lo que traía en una linda azafata adornada por un clavel, ante la juiciosa mirada del elegante señor, que, luego, pude reconocer como mi padre...

Cuando terminé de engullir los alimentos, mi padre me dio un frío beso en la frente que me hizo sentirlo como un sonámbulo; luego, se retiró, siempre, caminando con elegancia y acompañado de la joven vestida de blanco.

Cuando cerraron la gran puerta traté de moverme y no pude. Asustado, traté de gritar y no pude. Entonces recordé mi terrible accidente. Cerré los ojos recordando el frío beso de mi padre, el cálido abrazo de aquel vecino onírico... y volví a dormir...


JOE 19/05/04