Recuerdo tantas imágenes que brotan como proseción de hormigas, gritando con los dientes filudos, haciendo que mis oídos se llenen de aquella vibra como el chirrido de una puerta oxidada que suena sin misericordia...

Recuerdo a mi madre sentada en el cuarto más claro de la casa de una tía... Vestida y peinada con clase, con un rostro lleno de ese esmalte sin tiempo como una vasija de porcelana china y con una sonrisa medida y elástica. Mientras yo me acerco a su clásico cuerpo con esos brazos elásticos abiertos, despidiendo esos perfumes, coloretes y sudor. Al continuar acercándome siento que mi diminuto cuerpecillo arde como el ají, llenándome de odio y temor. Mis piernecillas aprietan el piso como si quiseran salirme raices bajo el piso. Cada paso que doy ante el cuerpo sagrado de ella veo que su rostro crece y crece como imagen de luz ante el ecran de mis ojos. Ya cerca de su existencia me detengo, mientras ella continua con su medida sonrisa. Yo, sin saber quien soy, medio allí medio allá, o sea en el filo de la duda, veo que un demonio amigable me posee, acercándose hacia mi madre con ojos llenos de odio y dolor hasta llegar a su lado, y dejar que mis piernecillas se levanten y le den dos patadas, cargadas por el odio de alguna imagen recordada en alguna película de acción... Veo a mi tía quedarse líbida. Veo a mi madre lanzar un alarido de dolor. Mientras yo, incrédulo, sonrío lleno de esa amarilla estupidez, diciéndome: "¡Qué hice¡"... Veo a mis tías llevarle compresas congeladas a mi madre, poniéndosela en su morada canilla. Luego, mi madre de rostro serio y clásico se levanta con ayuda de sus hermanas. Se dirige hacia mi existencia y aun lagrimeando coge mis cabellos, agitándome por los aires como bandera enemiga. Me regala muchos golpes y patadas llenos de ira, impotencia y rabia. Me coge de los hombros y me lanza como un plato sucio, y yo vuelo por los aires como avion de papel, estrellándome contra un muro negro, muy negro, como el color de mis sueños, y duermo, duermo, duermo... No deseo despertarme hacia aquella marcha de seres cotidianos que no sé hacia donde van. Duermo, duermo porque puedo olvidarme de mis camaradas demonios y de mis hermanos ángelicales... Duermo, duermo y recuerdo....

JOE 31/98/04