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Recuerdos en la arena

En una conferencia de prensa, un turista mexicano dijo,

"Me llamo Pedro, soy un hombre mexicano. Como muchos en Europa y en América, siempre he sentido fascinado por la cultura egipcia. Así que cuando terminé mis estudios en la universidad decidí viajar a Egipto. Allá visité el museo egipcio situado en el centro. También, visité todos los lugares turísticos en Luxur y Asuan… de verdad, me fascinó todo. ¡Y finalmente mi sueño! Frente a mí "Las Pirámides" ¡Qué impresionantes se ven! Jamás pensé que serían tan grandes.

Al final de la visita, pensé que ya había visto lo más emocionante, pero lo mejor aún estaba por venir…

A medio día, los guías turísticos nos llamaron al autobús para ir a comer. Pero yo, sin quererlo, me quedé viendo algunas cosas que me llamaron la atención.

Cuando de pronto, estaba perdido –o al menos así lo creía. Intenté correr, pero no era fácil correr en la arena. ¡De repente! Estaba en medio de una tormenta de arena… me sentía muy emocionado, pero claro, estaba más asustado que emocionado.

Y fue ahí donde encontré el más extraño tesoro que jamás imaginé.

Eran tres hojas de papel… muy raro papel… estaban escritas en árabe.

Entonces levante la mirada, me di cuenta de que había algunos turistas que vinieron conmigo en el grupo ¡Por fin alguien conocido! Así que corrí hacia ellos, y me subí en el autobús. Todos ahí me regañaron por haber tardado. Les dije que estaba en una tormenta de arena, pero a nadie le interesaba. También les conté sobre las hojas que encontré, pero parecían muy hambrientos, y nadie me hizo caso, excepto el conductor.

Me dijo que el tío del primo de su abuelo sabía leer lo que decía. Entonces me llevó a una casa pequeña, llegamos caminando entre calles apretadas del centro del Cairo. Estaba muy emocionado por saber lo que decían las hojas. El hombre comenzó a leerlas. Era increíble lo que relataba. Mi familia en México jamás me creería lo que me leyeron en ellas. Y bueno, tal vez tampoco lo hagan ustedes si lo leen. Pensarán que sólo es fantasía pero les aseguro que es verdad.

El anciano empezó a leer, y era esto lo que decía… … … …

Mi nombre es "Kiko".

Mi edad es de cincuenta años, aún soy un jovencito.

Nací en una ciudad egipcia, se llama "Shoubra" en una tienda pobre

Mis padres son de origen desértico, y sus padres eran descendientes de "Las Grandes Tortugas".

A la edad de cien años, los llevaron a las tiendas del centro, para que se casaran y empezaran su nueva vida. A mi me trajeron treinta años después.

Cuando llegué a los cuarenta y cinco, me llevaron a otra tienda mejor que la primera, en otra zona que se llama "Misr al Yadida". Allá, pasé cinco años, hasta que vino una familia para adoptarme.

Viví alegremente en la tienda sin molestias ni nada. Todo el día me daban lechuga de buena calidad y agua. Hacía los ejercicios de la mañana cerca de la puerta de la jaula, escalando las barras. Además, el hombre que siempre se sentaba allá viendo la televisión, nos dejaba ver a la gente que iba y venia caminando por la calle. Para nosotros era exactamente como la televisión. A veces me perturbaba y me despertaba a medio día, pero generalmente era un hombre amable y amistoso. También era divertido sentarme a charlar con mis hermanos y mis primos, algunos conmigo en la jaula, y otros de otro tipo de tortugas, viven en el agua… luego os explicaré la diferencia.

Lo más importante es que vino una familia muy pequeña para que me adoptaran -de verdad jamás vi una familia tan pequeña así, eran sólo cuatro miembros… nosotros y mis hermanos éramos treinta, cinco se murieron, entonces quedamos sólo veinticinco. Yo estaba muy emocionado, pues, me llevarían a un lugar nuevo, saldríamos a pasear y me traerían lechuga y pepino.

Oí a una mujer mayor, y al lado de ella había un hombre que parecía bien educado, preguntando al hombre de la tienda sobre alguna cosa que no entendí. Él les respondió con un número… cincuenta creo.

Y vinieron otros humanos, menores que los otros de estatura. Me despedí rápidamente de mis parientes en el agua y mis familiares en la jaula, y ya me llevaron. Uno de ellos me llevó, y andaban hasta que llegaron a algo enorme que se parecía a la jaula pero más grande y sin barras. Entraron, se sentaron, y de repente esa cosa empezó a moverse.

Los pequeños humanos peleaban al principio sobre quien me lleva. Realmente me sentía muy feliz y orgulloso.

Luego, esta enorme jaula se paró, y todos salieron de ella. Los pequeños me llevaron, y anduvieron hasta que llegaron a una tienda enormísima… pero, estaba tan vacía, sin gente que fuera y viniera ni nada.

Tiempo después, me pusieron en una jaula grande de color marrón, pero sin barras. ¡Qué raro! Es muy floja… no sé de qué está hecha. ¡Qué lástima! Ya no podré hacer los ejercicios de la mañana… pero no hay problema, encontraré alguna forma. De momento, pusieron algo debajo de mí, que no sé que es. Algo largo que cuando se pliega o se extiende hace ruido. Estaba lleno de arena negra extendida… pero ¡Qué extraño! Cuando la tocaba, no la encontraba… como si hubiera fusionado en esa larga cosa.

Y ya, me pusieron dos platos de lechuga. Tomaron la jaula, y la pusieron en una parte de la tienda donde hacía frío… pero no importaba, me escondí debajo de mi caparazón. ¡De repente se fue el sol! No supe cuándo vino ni cuándo se fue… pero bueno, me dejaron, me comí la lechuga, hice pipi, y ya me dormí.

Así, empezó mi nueva vida con esa familia.

***


El primer día:


Desperté por la mañana por la bonita luz del sol. Salí del caparazón, y bostecé fuertemente. Lo mejor de esta jaula es que estaba abierta al cielo. Veía todos los lindos colores y a nuestro vecinos, los pájaros, cantando arriba. De verdad, era una escena preciosa.

Miré alrededor, y encontré que la lechuga se había acabado, y nadie me había traído nada de desayunar. Me quedé esperando tantito, hasta que vino uno de los pequeños humanos, que me llevó…. ¿hasta dónde? No sabía.

Lo grité:

-" ¡Tengo hambreeee!"

Pero no me hizo caso.

Esta tienda se veía grandísima, tenía muchos suburbios aquí y allá, que estaban completamente vacíos. No vi ni un género de los animales, nuestros amigos. Me parecía que a las personas aquí les gustaba la soledad.

Bueno, me llevó a un lugar pequeño y me puso sobre algo liso y demasiado frío. Y ¡De repente! Encontré agua-de la que bebemos- cayendo sobre mi cabeza. Me asusté mucho, y le dije,

-"¡Suficienteeee! Llévame fuera de aquííí… mamá míaaaaa… aaayyyy".

Pero actuó como si no hubiera oído nada.

Entonces, puso algo de color extraño sobre mi caparazón… me parecía que quería tomarlo para sí mismo, pero le grité fuertemente:

-"¡¡Déjalo… es mío!!".

Y ¡que bien! Creo que se asustó por mis gritos, pues lo dejó inmediatamente… pero… agarró una cosa grande con muchísimos dientes que me dio miedo

-"¡AY!"

Entonces la movió varias veces por todos lados. De tanto mover, vi burbujas saliendo de esta cosa, se veían como aquellas de que me contaron mis primos en el mar… me alegré mucho

-"Yupiiii yupiiii".

Intentaba acercar mi cabeza a las burbujas, y apenas me tocaron los ojos… ¡me ardieron tantísimo!

-"¡Mamá míaaaa! aaayyy".

Pero poco después, el pequeño me puso debajo del agua, y ya se fueron las burbujas, aunque me quedaron ardiendo mis ojos.

-"Yaaaa… llevadme de aquí… ¿qué estás haciendo aún, chiflado?... devuélveme a mi jaulita… ¡tengo hambreee!".

El pequeño rodeó mi caparazón, y siguió haciendo lo mismo

-"¡Dioooos! Es increíble… deja ya mis manos y mis pieees".

De hecho, se quedó moviéndome tanto tiempo hasta que me causó vértigo. De verdad, no sé por qué hizo eso. Finalmente, cuando ya acabó, me agarró y me puso sobre una cosa suave y muy tierna. Me secó los pies, las manos, y el caparazón.

-"Ah si, así es. Te empezaba a odiar, pero volví a quererte de nuevo. Aunque todavía no te daré mi caparazón”.

Cuando por fin mis pies tocaron la tierra, me empecé a relajar, y a sentir ganas de dormir.

Pero lamentablemente, no me dejaron. Vino su hermano y empezaron las molestias.

-"Tengo hambreeee…. Dejadme dormir".

Pero ni modo. Se quedaron agarrándome, poniéndome en todos lados y viéndome todo el tiempo como si fuera un pez ornamental que saltaba en el agua.

Por fin, pasaron las horas y vino la noche, y me pusieron en la caja (así les oí llamarla). Me trajeron lechuga, y me la comí como si fuera la última vez que comía en toda mi vida. Luego ya no me sentía, y me caí dormido.

***

El Segundo día:


Por la mañana, me sentí demasiado débil como si hubiera estado corriendo toda la noche. Tenía un horrible dolor en la cabeza, tan fuerte que ni me di cuenta del canto de los pájaros ni del color azul claro del cielo. No tenía ganas de comer… ¡ay que día fue ayer!... ¡cuánto extraño a mi jaulita y al hombre sentado!

Temía mucho que este día pasara igual que el otro. Me escondí adentro del caparazón y ya no quería salirme. Me sentí tan triste, y con mucha nostalgia por la tienda. Ya no quería quedarme en esa tienda, aunque fuera enorme.

Pero lo que pasó después, me hizo cambiar mi opinión.

Un poco después de despertarme, uno de los pequeños humanos vino a verme, y a cambiar lo que estaba debajo de mí. Cuando ya todo estaba listo, me llevó y salió de la gran tienda donde vivía con los otros humanos.

Y en un momento, llegamos a donde no vi –porque estaba escondido aún en el caparazón- y me dejó en la tierra. Me quedé asustado sin ganas de salir un tiempo. Pero como sentía el calor del sol y el aire refresco, empecé a salir poco a poco. Y ¡Dios mío! Me encontré en un huerto grandísimo, donde había flores y plantas verdes por todos los lados. Me salí completamente y ¡VAYA! La zona verde estaba extendida a la vista y no podía ver dónde terminaba. Me emocioné muchísimo, y empecé a caminar entre las plantas y las flores.

Me dijeron antes que las flores saben riquísimas. Así que decidí comprobarlo. Me acerqué a una flor amarilla y me la comí. Y era verdad, sabía muy muy rica. Vi las mariposas volando en el cielo, hacían tan bonita escena con sus colores. Una de ellas de color naranjo con azul, se me acercó, y se paró sobre mi nariz.

Caminé tan feliz, ¡Cuándo de repente… … … … … … … … …"

El turista dejó de leer unos segundos, pero después dijo,

"Por desgracia, esta hoja no está completa. Tampoco el diario está completo, pues son sólo tres hojas. Le pedí al Ministerio de la Cultura que buscasen en la arena cerca de las pirámides a ver si encuentran más. La petición está en correo. La hoja que falta cuenta el último día en la vida de la gran tortuga. Dice así… …


Cien años después:

Estoy ahora sentado en mi cama. Ya veo venir la muerte… ¡qué alegría! Ya me voy con mis abuelos "Las Grandes Tortugas".

Recuerdo ahora cuando conocí a mi esposa por primera vez. Hace muchos años… dejé la casa de los humanos pequeños, donde viví días tristes y felices. Luego fui a otra casa de un humano mujer con su hermano. Me trataron muy bien.

Ya he citado todo eso antes, pero como creo que éste ya es mi último día en la vida, me gusta recordarlo todo. Por fin… me llevaron al lugar de mi patria… "El Gran Desierto"…

Aquí conocí a una hermosa preciosa tortuguita, con los ojos azules y el caparazón rubio. Me robó el corazón… me casé con ella y diez años después trajimos treinta y cinco niños guapísimos, ya se casaron y todos están en sus casas tranquilos.

Gracias al Dios inmenso… me dio todo, me bendijo y me recompensó. Estoy acostado ahora esperando que venga mi mujer con el médico. Ya los veo. Siento algo extraño… mi alma está volando… pero… respiro difícilmente y mi pecho está cerrado… estoy… yo… estoy… es… … …

"Pedro… Pedro… venga hombre… despiértate… así vas a llegar tarde al trabajo"

La voz sonó en sus orejas.

Se levantó y… …

¡Qué sueño!

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