Quise huir despavorido. Sentí que la imagen de un canalla horadaba mis sentimientos. Amaba a Toña, pero estabas tú con esos grandes ojos verdes, esas mechas casi desgreñadas de una sensual rebeldía que parecían apurar en mi, una tormenta de pasión inevitable.Sabías de mi amor por Ernestina, sin embargo adoraba tu complicidad con la que te deleitabas en mis enredos.
Ese día del paseo anual, cuando supe que Toña no sería de la partida, quise huir despavorido, sin embargo me fui quedando hechizado por tus ojos, por la ternura de tu tácita invitación y por esa exquisita sensación preconizada en tus labios. Te sentí alegre en tus exquisitos trapos femeninos, erguido el busto y con tus ojos te vi orillar una secreta malicia. Reímos al mismo tiempo. Me quedé y en medio de una risa nueva y una pasión en espera, te tomé las manos sin más, partimos hacia el mar envuelto en una multitud de fantasías. Toña no se despegó de mi hasta el momento de subir al autobus. —Cuídamelo—te dijo con la confianza de su inocencia, sin comprender en tu mirada tu irónica sonrisa y ése —no te preocupes, no lo dejaré un segundo sin estricta vigilancia— que proferiste en momentos de la partida. Debo confesar que yo, con mi brutal cinismo de canalla, estaba avalando nuestras pasionales fechorías.
En el paseo, nuestra butal pasión desbordó todos los límites y la cercanía del mar, parecía encender hogueras. La salinidad del lugar, el extraño calor y una cierta promiscuidad diaria, dió pábulo a tórridas invenciones. Volvimos con una felicidad, otra que del amor. Volvímos satisfechos de ansiedad, de cuerpo, de besos impregnados y de olores desconocidos...
Al bajar del autobus que nos llevó de regreso, percibí la silueta ansiosa de Ernestina que me buscaba de sus ojos de niña. En ese momento, volví a sentir esa imagen de canalla y quise arrancar, huir despavorido a esconder mi cara en las sombras de mi pecado, sin embargo me fui quedando y salté a sus brazos con un llanto purificador. Tú le sonreíste alegre al tiempo que le decías —misión cumplida, se ha portado a la altura de tu amor— y desapareciste dejándome abandonado en mis propios enredos.
Monsieur James
23 septiembre 2003
Amor Pensamientos Puros 26-9-2003
Muy bien escrito, Sr. James. Esto demuestra que, dejando de lado las obsesiones políticas, se pueden hacer lindos textos. Un 8 sin dudas.