Romeo y Julieta.

Habían acordado encontrarse en aquel café.
Él llevaba catorce minutos de espera cuando llega el taxi.
El se agacha desde la distancia para ver hacia el interior del carro...
¡Sí!... es Claudia.
Marcos se aproxima, pregunta al chofer el costo del viaje y paga, abre la puerta y Claudia sale.
Ella ni lo mira, se escucha un debil - ¡Hola!
Se dirigen al interior del café-bar.
Van hacia aquella mesa pegada a la ventana.
Se sientan. Él apoya una carpeta en el costado de la mesa que da a la ventana, ella pone su cartera encima de la carpeta.

Claudia con la cabeza gacha, los cabellos cubriendo casi toda su cara, esperaba la descarga en silencio.

Él la observa… también en silencio.
Con la mirada la recorre… sus cabellos, sus ojos, su naricita, sus labios de cereza.
¡Dios mió... qué hermosa es!

Ella en un gesto nervioso acomoda sus cabellos... sigue con la mirada humillada.
De cuando en vez echa una rápida ojeada a las mesas adyacentes... vuelve a la posición anterior.

Marcos – ¿Crees que ellos te están mirando?

Ella no responde y tampoco lo mira a los ojos.

Marcos - ¡Mírame a los ojos por favor!

Ella menea la cabeza en gesto de no... cruza sus brazos.

Marcos – Está bien, será como quieras.

Viene el mesonero - ¿Qué se van a servir?
Marcos a Claudia - ¿Qué quieres?
Claudia – Lo que decidas estará bien para mí.
Marcos – ¡Dos capuchinos!

El mesonero se va.

Marcos - ¿Tienes una idea de cuánto te amo?
Claudia – Por favor... por favor...
Marcos – Tienes razón. No hay para que mencionarlo.
- ¿Sabes que me destrozaste?

Claudia - ¡Ay!... basta por favor... no tiene sentido. Lo hecho, hecho está.
Yo también estoy confundida y quisiera que nada de lo que pasó hubiera pasado.

Marcos - ¿Te digo algo?
Eres hermosa y malvada... muy malvada.
Pero no te preocupes con el tiempo todo se me pasará... y si no hubieras hecho lo que me hiciste no podría hacer lo que debo hacer.

Claudia – No entiendo.

Llega el mesonero con los capuchinos.

Marcos – Voy un minuto al baño...

Cuando Marcos se va... ella toma la carpeta y la abre.

Inmediatamente deja la taza de café sobre el platillo.

“Primer blanco a sancionar grado “X”.
Carlos Alberto Barrales
Fecha de nacimiento: 1961
Señas particulares:
Cabello negro. Ojos oscuros, cejas negras y espesas, usa lentes, cara regordeta.

Localización: Santa Cruz de Tenerife (España).
Oficio: Organista de la Parroquia...
Profesor de Música en bachillerato...
Escritor de obras de teatro.

Visiblemente alterada, le tiemblan las manos mientras pasa las hojas. Sigue leyendo...

“Segundo blanco a sancionar grado “X”
Esteban Daniel Radonski

Localización: Córdoba (Argentina)
Bla... bla... bla...

Pasa rápidamente las hojas para llegar al siguiente blanco...

“Tercer blanco a sancionar grado “X”
Claudia Ana Segui...

¡Es ella!
Sus ojos se llenan de lágrimas...
Está asustada... quiere huir...
Toma su cartera y se levanta... cae nuevamente al asiento con dificultades para respirar.

Los clientes del café y el mesonero corren a ayudarla...
Ella se toma la garganta y se oye un sonido gutural y una especie de silbido... sus ojos están completamente salidos de las órbitas... manotea desesperamente en el aire.

Llega Marcos - ¿Qué pasa... qué pasa... Dios mió?
Él la sostiene mientras ella ya sin fuerzas agoniza.

Marcos (al oído) – Eres una “bocona” por eso tengo toda esa carpeta de “sanciones”.

Los ojos de ella empiezan a entornarse y tienen un parpadeo rápido...
Él la sacude para que recupere un poco el conocimiento...
Ella lo mira...

Marcos (susurrando) - ¿Cómo pudo gustarte ese regordete de cara grasienta y sudada?
Ahora sé por qué llorabas cuando hacías el amor con él y pensabas en mí.
Sabes, me causó gracia cuando lo dijiste pero ahora que vi la foto del fulano que adjunta “Inteligencia” te comprendo.
- ¿No escuchas ese caballo que relincha a lo lejos?

Marcos – Ayúdenme a ponerla en el piso... le daré respiración boca a boca.

Con la cara muy cerca de la de ella nadie puede verlo sonreír – Nunca creíste que soy quien soy.
En voz baja... – Te besaré hasta que “mueras”.

Ella recuperando un último aliento - ¡Estúpido!... te amaba a ti...
Marcos - ¡¡¡¿Qué?!!!
Claudia (apenas audible) – A ti... a ti mi amor...
Los ojos de Marcos se inundan de lágrimas – Espera un segundo, ya vengo.
Vuelve con la taza de café y se la bebe delante de ella.

Marcos – Te amaré por siempre...
Claudia sonríe y balbucea – Te mentí...

Por un momento ambos se miran a los ojos y sostienen esa mirada sin decir palabras, él serio, ella... sonriendo.

De pronto él se agacha y la besa.
Luego le dice – También yo...

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Nota del autor:
Todos los personajes, lugares y situaciones son ficticios y cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia...