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Rumbo a un mundo desconocido...

Vengo al estudio y las busco. Levanto uno a uno los papeles sueltos que hay sobre el escritorio. Creo recordar que en alguna ocasión las bajé y las guardé en el botiquín. Las había ocultado durante mucho tiempo en mi estudio como quien esconde un tesoro, sin embargo en un momento de cordura decidí deshacerme de ellas pensando que sería una locura utilizarlas. No las encuentro, no están por ningún lado. Bajo a la cocina. Busco la caja de las medicinas. Sí, aquí están, ¡estoy salvada! Al fin podré salir de este desasosiego que no me cabe más en el pecho, lo único que deseo en este momento es tomármelas todas de un solo golpe y dejar de pensar en todo esto que me agobia.

Hay en mi un mundo de sentimientos extraños que empiezan a oprimirme el corazón, como si todos esos sentimientos empezaran a asfixiarse dentro de mí y en un segundo quisieran abandonar mi cuerpo para salir volando todos a un mismo tiempo. Pronto dejaré de sentirlos. Ya las tengo aquí, me pregunto si serán efectivas, son tan pequeñitas, en fin, algo van a ayudarme, al menos a fugarme de este momento.

Abro el frasco, voy a mi recámara y me las tomo con el vaso de agua que subí hace unos minutos. Ahora sólo hay que esperar, cerrar los ojos y empezar a relajarme, cuando despierte todo habrá pasado y yo ya no seré la misma.

Me meto a la cama. Me abrazo a la almohada. Me acomodo y cierro los ojos. Aún tengo puesta la gorra y la ropa deportiva con la que planeaba salir a hacer ejercicio esta mañana, pero no salí, seguí aquí, y aquí seguiré.

Hace veinte minutos tuve una discusión con mi marido, para que seguir discutiendo, mis hijos están en la sala, pueden escucharnos, es domingo, y los domingos por naturaleza son familiares.

A lo lejos escucho el disco de Armando Manzanero que dejé sonando en el estudio. “Contigo aprendí que la semana tiene más de siete días, aprendí, que puede un beso ser más dulce y más profundo, que puedo irme mañana mismo de este mundo........”

La música cada vez llega más tenue a mis oídos, escucho a mi marido bajar de su habitación y asomarse por la puerta de mi recámara, intento abrir los ojos, lo veo un tanto difuso, los párpados me pesan, vuelvo a cerrar los ojos y me dejo llevar por ese delicioso sopor que me conduce a no sé que lugar.

Como quien retrocede una película recapitulo mi vida al lado de ese hombre mayor que. .. que bueno... que nada... Siento, otra vez, como una piedra que me golpea la cabeza, aquella frase que acabó con todo “tu no eres mujer para mí, nunca lo fuiste” después de aquello vinieron muchas cosas más que me niego a revivir

Repaso los reproches que me hizo hace unos minutos, sus burlas, sus ofensas, esa forma tan pelicular de hacerme sentir que no soy nadie. Tiene complejo de protagonista...

Lo último que escucho son sus pasos subiendo de regreso a su habitación y cerrar la puerta de un portazo. Mientras yo, sin levantarme de la cama, me traslado a un rumbo desconocido...........
Datos del Cuento
  • Autor: Tisha Moon
  • Código: 7954
  • Fecha: 25-03-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 6.24
  • Votos: 51
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3879
  • Valoración:
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